La historia del conflicto sirio ha sido una montaña rusa llena de giros inesperados y personajes memorables. Uno de esos personajes es el célebre Suhail al-Hamood, conocido como Abu Tow, un soldado sirio cuyo manejo del famoso misil antitanque BGM-71 TOW lo catapultó a la fama en internet como el «Rambo sirio». Sin embargo, su regreso a Siria en medio de un nuevo auge de tensión y violencia ha desatado reflexiones y preguntas sobre el futuro de la región. ¿Realmente hemos vuelto a estar al borde del abismo o es solo un espejismo en medio de un conflicto que parecía haber quedado atrás?

Los ecos de un pasado bélico

Recuerdo la primera vez que vi un video de Abu Tow. Era una noche tranquila, una típica velada de viernes en casa. Escuchando música y navegando por las redes sociales, me topé con su imagen: un tipo robusto, cigarrillo en mano, dispuesto a enfrentarse a tanques y vehículos blindados enemigos. ¿Se imaginan eso? Yo pensaba: “Este tipo debe tener un novio militar que es la envidia del mundo”. Pero en ese entonces, nadie podía anticipar que la situación en Siria no solo seguía, sino que estaba a punto de resurgir con más fuerza que nunca.

Desde su auge como ícono de la resistencia, el conflicto sirio había entrado en un ciclo de estancamiento. Las fuerzas de Bashar Al-Asad, respaldadas por Rusia e Irán, aplastaron a los rebeldes en la mayor parte del país. Sin embargo, en un giro inesperado, el 27 de noviembre, justo cuando la mayoría de nosotros estábamos pensando en las fiestas de fin de año, los insurgentes volvieron a lanzar un golpe, tomando por sorpresa a las fuerzas del gobierno.

Así, como quien abre un viejo libro de historia, la guerra civil siria volvió a ocupar titulares y, para algunos, un nuevo capítulo se escribió en la tela de la geopolítica. Pero, ¿cómo se logró esto?

La ofensiva sorpresa: ¿un cambio en el rumbo?

El HTS (Hayat Tahrir al-Sham), con Abu Mohammed al-Jolani a la cabeza, había estado acumulando fuerzas, consolidando su control sobre otras facciones rebeldes y estableciendo estructuras que parecían más cercanas a un gobierno que a un ejército de insurgentes. Como dice el dicho, «la paciencia tiene su recompensa», y este grupo lo demostró al aprovechar un contexto regional favorable. Hasta el más escéptico de los analistas se dio cuenta de que, entre la debilidad del régimen y la presión sobre sus aliados, había una atmósfera propicia para la ofensiva.

“¿Quién puede haber predicho esto?”, me preguntaba a mí mismo, mientras leía sobre la reconquista de Alepo, una de las más grandes ciudades del país. Este acontecimiento me llevó a recordar una vez que perdí una apuesta sobre el desenlace de una serie de televisión; nunca subestimen la capacidad de un buen giro argumentativo. ¿Cuánto tiempo más se podría mantener esta nueva facción en el poder?

El papel de los drones en el nuevo conflicto

Uno de los aspectos más sorprendentes del resurgir del conflicto es el uso de los drones. Desde sus inicios, los conflictos han sido una extensa historia de avances tecnológicos, desde el arco y la flecha hasta las bombas de hidrógeno. Pero ahora, estamos hablando de unos pequeños aparatos voladores que pueden arruinar el día de cualquiera.

Los rebeldes no solo han innovado en las tácticas de combate, sino que también han convertido la producción de drones en un asunto casi industrial. ¿Alguna vez han intentado armar un mueble de Ikea? Ahora imaginen hacerlo con drones en un pequeño taller y, ¡vualá!, tenemos drones kamikazes listos para ser lanzados contra posiciones estratégicas del régimen.

Como se hizo eco Joaquín Garrido, especializado en el análisis de drones en conflictos bélicos, el uso de estos aparatos ha permitido una capacidad de ataque que no se había visto antes en el escenario sirio. Los drones sirven no solo para el reconocimiento, sino como auténticas armas de guerra, a veces siendo más eficaces que los aviones de combate.

Me imagino a un operador de drones sirio, sentado frente a una pantalla como si estuviese jugando a un videojuego. «Hoy me siento como un piloto de combate», podría pensar mientras dirige su dron hacia un tanque enemigo. Pero, a diferencia de mí, que solo me emocionaría con un puntaje alto, estos operadores realmente tienen la vida de otros en sus manos.

Nuevos frentes y viejos desafíos

Mientras tanto, la lucha está lejos de haber terminado. Las tropas leales a Al-Asad están reorganizándose, y una nueva oleada de fuerzas ha comenzado a llegar a la ciudad de Hama para contrarrestar el avance rebelde. El conflicto, que parecía dormido, está encontrando un nuevo ímpetu. Pero, ¿será suficiente?

La pregunta que ronda, casi con un aire a caza-recompensas, es si esta coalición de rebeldes podrá mantener su control. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos informa que la situación es cada vez más tensa, con miles de bajas y un panorama incierto sobre lo que se avecina.

Y es que, como le decía mi abuela, “más vale malo conocido que bueno por conocer”. A nadie le agrada la idea de un largo conflicto. Pero, ¿lo será de nuevo? La desesperanza entre las tropas de Al-Asad es palpable. Después de todo, han pasado tantos años lidiando con un estancamiento que ni siquiera saben cómo reaccionar a este nuevo asalto.

La influencia internacional: ¿quién está mirando?

Lo que está ocurriendo en Siria también tiene repercusiones internacionales. Ciertamente, potencias como Rusia, Turquía e incluso Irán están siguiendo de cerca la evolución del conflicto. Una escalada prolongada no les beneficiaría.

Javier Jordán, catedrático de ciencia política, plantea una pregunta inquietante: “¿Qué hará el gobierno de Netanyahu?”. En este complejo juego de ajedrez geopolítico, cada movimiento cuenta. La pregunta es si las alianzas establecidas en el fragor de la guerra pueden resistir el impacto de cambios en el liderazgo global.

Al pensar en ello, no puedo evitar recordar las partidas de ajedrez que solía jugar con mi amigo. Mientras uno movía su peón, el otro respondía con su alfil. Esto evoca la manera en que cada actor en este conflicto está moviendo piezas, esperando anticiparse al siguiente movimiento. Pero en una guerra, a menudo el error de cálculo tiene consecuencias devastadoras.

Reflexiones finales: ¿hacia dónde vamos?

El conflicto sirio es un recordatorio de las terribles realidades que a menudo se esconden tras cifras y reportes. Tras las estadísticas de las bajas y los avances de terreno, hay personas, familias y comunidades en el medio de un caos interminable. Mientras aquí estamos zasando con un café en mano, ellos están luchando por sobrevivir.

Así que vuelvo a preguntarme: ¿hemos aprendido de la historia? A veces, la naturaleza humana se repite, y los viejos heridos resurgen. Esperemos que, en el futuro, estas lecciones nos lleven a un camino menos sangriento y más constructivo.

Con el zumbido de los drones aún resonando en el aire y la incertidumbre como telón de fondo, el futuro de Siria aún está en manos de muchos, y no todos son buenos jugadores. Ojalá, esta vez, nos sorprendieran con un final feliz que todos podamos celebrar.