En los últimos años, la Unión Europea ha sido objeto de críticas y análisis por su diversidad y representatividad. Un reciente estudio del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) y de la Fundación Europea de la Cultura ha arrojado luz sobre una inquietante percepción: muchos consideran que la UE es demasiado «blanca» y «boomer», es decir, dominada por generaciones que vivieron durante y después de la II Guerra Mundial. Este fenómeno, según el estudio, está alejando a sectores cada vez más amplios de la población, como los jóvenes, las personas racializadas y los ciudadanos provenientes de los países del Este. Pero, ¿qué implica realmente este concepto de una UE “blanca y boomer”? Y, más importante aún, ¿cómo afectará esto a la estabilidad y futuro del proyecto europeo?

¿Por qué la percepción de que la UE es «demasiado blanca y boomer»?

Let me take you back a few years por un momento. Cuando aún era joven y alocado (bueno, más alocado que ahora), escuché a un amigo exclamando que «la política era cosa de viejos». Aquel comentario, a pesar de su ligereza, resonó en mí. En efecto, ¿alguna vez hemos visto a un adolescente emocionado por la política? La mayoría de nosotros hemos estado ahí: se siente más emocionantes las últimas tendencias en TikTok que el último escándalo político. Y esto es exactamente lo que el estudio resalta: los jóvenes sienten que sus voces, inquietudes y culturas están siendo ignoradas.

La «imagen» de la Unión Europea

El estudio destaca que la imagen predominante de la UE es la de un espacio donde predominan ciudadanos de piel clara, en su mayoría mayores de 60 años. Esto no es para menos: en muchas instituciones y en las esferas de decisión, la representación suele ser bastante homogénea. La falta de diversidad puede dar lugar a una falta de conexión con los retos que enfrentan las generaciones más jóvenes y, oh por Dios, esas lindas generaciones de todos los orígenes y realidades.

¿Sabías que el 64% de los encuestados en el estudio considera que la EU es une «club de mayores»? Esto es muy revelador y, podría decirse, un poco desalentador para quienes creen que estamos en una sociedad inclusiva y diversa.

¿Qué opinan los jóvenes y las comunidades racializadas?

Un aspecto interesante del estudio es la voz de los jóvenes y de las personas racializadas sobre su experiencia dentro de la UE. Muchos jóvenes sienten que la importancia de la inclusión de las minorías raciales y culturales no se refleja necesariamente en las políticas y decisiones europeas. De hecho, el estudio sugiere que las generaciones más jóvenes a menudo buscan compromiso, no solo en el sentido de tener voz al voto, sino también en el reconocimiento de sus identidades y culturas en la formación de un futuro común.

Te lo pregunto: ¿cómo podemos construir una comunidad inclusiva cuando no todos se sienten incluidos y no todos tienen voz? Este es un desafío que la UE deberá enfrentar para no convertirse en un «reino de viejos», que a fin de cuentas, no refleja la realidad multicultural de Europa.

La importancia de la diversidad en la política

No se trata solo de tener a alguien de cada grupo en la mesa: se trata de permitir que esas voces y perspectivas influyan en la conversación y las decisiones. La diversidad no es solo una palabra de moda; es una necesidad para abordar los problemas actuales. Desde la crisis climática hasta los movimientos sociales por la justicia racial, las experiencias variadas son esenciales. Las sociedades más inclusivas son, por lo general, más resilientes y adaptables.

El miedo de los países del Este y la voz de la juventud

Un hallazgo crucial del estudio es la percepción de los ciudadanos de los países del Este de Europa. Muchos sienten que no solo están excluidos de la conversación, sino también de la identidad europea en sí. Este sentimiento se puede ver como un eco de la historia reciente, donde numerosas naciones del Este luchan por encontrar su lugar en el contexto europeo.

Imagina ser parte de un grupo e intentar demostrar tu valía, solo para darte cuenta de que los estándares y las referencias son muy diferentes y, en ocasiones, opresivos. Esta es una analogía muy simple pero ilustrativa de cómo se sienten muchos en los países del Este. Hay un deseo de ser incluidos en el proyecto europeo sin perder la identidad cultural propia.

La importancia de involucrar a las nuevas generaciones

No podemos subestimar el poder de las generaciones jóvenes. A menudo, son ellos quienes desafían el status quo, empujando al cambio y pidiendo representatividad. La falta de conexión con la UE puede llevar a un dilema: ¿qué pasará cuando esta juventud se convierta en adulta y ya no crea en un proyecto común? ¿Veremos surgir movimientos de desunión más potentes que el «Brexit»?

Por mucho que nos cueste aceptarlo, la realidad es que los jóvenes de hoy prosperan en Internet. Las redes sociales, esas maravillosas creaciones donde la información viaja a la velocidad de la luz, se han convertido en una plataforma donde pueden expresar sus preocupaciones y expectativas. Entonces, si la UE quiere conectar con las nuevas generaciones, deberá adaptarse a estos nuevos estándares, encontrando genuinamente maneras de involucrar a estas voces en un diálogo real.

¿Puede la UE transformarse?

Hablemos ahora de la transformación. No se trata solo de encontrar un balance o de “hacer lo correcto” por las minorías. La cuestión central es que el futuro de la UE complementa el potencial de cambio que esos sectores pueden brindar. Al involucrar a los jóvenes y a las comunidades racializadas en las decisiones de política, se puede lograr una nueva narrativa que represente no solo la diversidad y pluralidad de la población europea, sino que también ofrezca soluciones innovadoras.

Pero, seamos realistas, hay dudas. ¿La UE tiene la flexibilidad y la voluntad de transformación necesarias para adaptarse a las nuevas demandas sociales? Muchas veces parece que implementa cambios de manera lenta y que las viejas estructuras de poder siguen dominando. Sin embargo, hay chispas de esperanza. Los movimientos pro diversidad y los jóvenes que exigen cambios son cada vez más activos.

Ejemplos de iniciativas recientes

Algunos ejemplos de estos movimientos incluyen la Erasmus+, que ya ha estado contribuyendo a la inclusión europea desde hace años. Este programa permite que estudiantes de distintas culturas se mezclen y aprendan unos de otros. Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer en términos de política y representación.

Involucrando a la juventud: ¿un llamado a la acción?

Como sociedad, debemos hacer un llamado a involucrar verdaderamente a las generaciones jóvenes y a las personas de diferentes origenes. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que el proyecto europeo se torne irrelevante para quienes deberían ser sus principales beneficiarios. ¿No estarías de acuerdo?

Lo que sí es claro es que debemos preguntar: ¿qué lugar ocupara cada uno de nosotros en esta narrativa hacia un futuro más inclusivo y diverso? Se necesita apertura, empatía y un cambio radical en nuestra actitud.

Conclusión: hacia una Europa más inclusiva

Así que, ¿qué hemos aprendido de todo esto? La inquietante percepción de que la Unión Europea es «demasiado blanca y boomer» podría ser el catalizador para un cambio significativo. Si la UE escucha las voces de los jóvenes y de las comunidades racializadas, puede transformarse en un lugar vibrante y diverso. Para lograrlo, la inclusión genuina no es solo un ideal; debe ser un objetivo tangible y claro en la agenda europea.

A veces nos mantiene despiertos cuestionar hasta dónde llegaremos por impulso, pero esto también puede resultar en inspiración. Así que sigamos cuestionando, conversando y, sobre todo, participando. La Europa del mañana puede ser el mejor reflejo de todos, siempre que todos tengan voz en la creación de esa narrativa. Y quien sabe, tal vez un día, incluso los más escépticos de la política, encuentren un rincón brillante donde quisieran estar.

Al final del día, recordar que cada uno de nosotros puede aportar algo a este gran proyecto, sólo queda arremangarse las camisas y dar ese primer paso hacia el cambio.