La atención médica, especialmente en comunidades vulnerables, es un tema que merece toda nuestra atención. Más aún cuando se trata de organizaciones que, gracias a la dedicación y a la voluntad de sus miembros, buscan marcar la diferencia en la vida de quienes más lo necesitan. Hoy vamos a sumergirnos en el fascinante y, a veces, desgarrador mundo de Hands for Health, una ONG en Costa Rica que enfrenta desafíos de salud pública mientras brinda apoyo a comunidades indígenas. Pero no se preocupen, esto no será un texto denso y aburrido. Haremos un recorrido por la experiencia de voluntarios españoles que, como yo, no siempre tienen la respuesta a todo, pero están dispuestos a sumergirse en esta aventura.

¿Qué es Hands for Health y por qué es tan importante?

Hands for Health es una organización sin fines de lucro fundada por el difunto doctor Pablo Ortiz Roses. Situada en un rincón remoto de Costa Rica, lejos del ruido de las ciudades y sumergida en la frondosa selva, esta ONG tiene un enfoque multifacético: trabaja con comunidades indígenas, asiste a campesinos temporales y trata de proporcionar asistencia médica básica a las poblaciones que la necesitan. Imagina un lugar donde la naturaleza se convierte en tu hogar, donde el canto de las aves y el aroma del café recién cosechado son tu compañía diaria.

Pero, ¡espera! No todo es un paisaje de ensueño. En medio de esta belleza, se encuentran enormes retos. Las condiciones de vida son difíciles y las historias de maltrato y explotación laboral en la recolección del café son arrolladoras. Cada año, entre 9,000 y 11,000 indígenas llegan a recoger café, mientras sus condiciones de vida son críticas y muchas veces indignas. Cuando escuchamos historias sobre personas que trabajan por salarios miserables y enfrentan graves problemas de salud, es cuando la misión de Hands for Health toma aún más sentido.

Anécdotas que tocan el corazón

Aquí es donde quiero agradecer a las mujeres valientes que, equipadas con sus conocimientos y, sobre todo, su empatía, se adentran en esta realidad. Las voluntarias, en su mayoría enfermeras y médicas, vienen de España con un único objetivo: mejorar la calidad de vida de estas poblaciones. Una de ellas, Leticia Ferre Aguiló, cuenta que esta es su primera experiencia internacional, y la curiosidad y el deseo de aprender a trabajar con pocos recursos la motivan a contribuir. Es un recordatorio de que, a veces, la verdadera aventura radica en el deseo de hacer el bien.

¿Te has preguntado alguna vez cómo sería vivir en un lugar donde la atención médica es un lujo y no una garantía? Para muchas de estas mujeres, esta no es solo una experiencia profesional, es un viaje transformador que les hace apreciar lo que tienen en casa. Victoria Armengod Fandos, una enfermera de 28 años, reflexiona: “Cuando vuelva, valoraré mejor lo que tengo”. Y es que, tras ver a una madre trabajando en el campo mientras su bebé queda desatendido, uno no puede evitar sentir que hay algo profundamente malo en este sistema.

La atención médica: más que solo un diagnóstico

Las voluntarias tienen la tarea de asistir a comunidades que a menudo viven en condiciones de hacinamiento, sin acceso a iluminación o agua potable. Por ejemplo, cuando la doctora Natalia Martínez Rodríguez se encuentra con una niña indígena que dice que su hermana está enferma, no es solo un diagnóstico que hacer. Es una llamada a la acción. «Los indígenas no confían en personas extrañas», explica, y esto resalta otro problema: la educación y la cultura juegan un papel crucial. ¿Cómo creamos puentes de confianza para que estas comunidades se abran a la ayuda?

La experiencia médica en estos contextos es un verdadero máster en humildad. La doctora Marina Brasó Cabrera menciona que, por ejemplo, el dengue es una de las enfermedades más comunes a las que se enfrentan. Y aquí, la médico convierte la adversidad en aprendizaje. En un rincón donde la esperanza es escasa, encontrar la forma de aprender y enseñar al mismo tiempo se convierte en el verdadero arte de la medicina.

Clases de higiene: un cambio que vale la pena

Y hablando de aprendizaje, las enfermeras también se encargan de educar a los niños sobre la higiene personal. En la escuela indígena de San Francisco, la enfermera Lidia Abad Jiménez plantea preguntas sencillas pero impactantes. “¿Es suficiente lavarse las manos solo con agua?” La risa y los gestos de los niños reflejan que, a veces, las experiencias más simples son las que nos enseñan más. Cuando un niño responde que sí, es un recordatorio de que el conocimiento básico puede ser una herramienta poderosa de cambio.

En una comunidad donde comer algo nutritivo puede ser un lujo, estas pequeñas enseñanzas sobre el lavado de manos y la salud dental son pasos hacia un futuro más brillante. Quizás no lo aprovechen todos de inmediato, pero cada semilla de conocimiento puede florecer algún día.

La dureza de la realidad

No obstante, a veces la realidad de estas comunidades puede ser agobiante. Yandellin Sánchez Jiménez, administradora de proyectos, nos comparte que “se disparan las muertes neonatales durante los meses de cosecha”. La carga excesiva que las mujeres indígenas llevan en sus espaldas no solo las afecta a ellas; el costo es aún mayor. Las historias de embarazos no deseados, abusos sexuales y falta de educación son una dura realidad que acecha a estas comunidades.

Una de las historias más impactantes que se cuentan es la de una joven de 13 años, que escapa de casa y queda embarazada; un ciclo que parece repetirse sin fin. La falta de educación sexual y la ausencia de opciones hacen que el trabajo de Hands for Health no termine únicamente en el ámbito médico, sino que debe abarcar la lucha por los derechos de las mujeres y la construcción de un sistema educativo que dé las herramientas necesarias para un futuro más prometedor.

Un legado de esperanza

A pesar de los significativos desafíos, el legado del doctor Ortiz sigue vivo en cada acto de bondad que las voluntarias realizan. Las cifras de participación en el programa son asombrosas. “Ya tenemos nuestra agenda completa hasta el 2027”, dice Yandellin. Esto es inspirador y muestra que la necesidad de este tipo de iniciativas es crítica.

Cada año, cientos de voluntarios llegan de España, dispuestos a dejar huella en la vida de otros, y también en la suya propia. Es emocionante pensar que, a pesar de la distancia, hay quienes están dispuestos a salir de su zona de confort por el bienestar de otros. ¿No es eso admirable?

Reflexiones finales

En nuestra vida cotidiana, puede ser fácil olvidarse de la realidad que viven muchas comunidades en el mundo. A veces, nuestra mayor preocupación puede ser encontrar un buen café por la mañana, mientras que en otros lugares las familias luchan simplemente por sobrevivir. Así que la próxima vez que te sientas abrumado por los detalles de tu vida, pregúntate: “¿Cómo puedo contribuir a un mundo mejor?” Quizás no necesites irte a Costa Rica para hacer la diferencia. Puede ser tan sencillo como educar a otros sobre la importancia de la salud y la higiene.

El viaje de Hands for Health es un testimonio de amor, dedicación y compromiso. La dedicación de un grupo de mujeres españolas, unidas por un objetivo común, nos enseña que, a veces, la verdadera aventura en la vida no se trata solo de conocer nuevos lugares, sino de tocar vidas. Cada sonrisa de un niño que aprende a cuidar de su salud, cada madre que recibe atención médica por primera vez, es un paso hacia un futuro más esperanzador.

Así que, amigo lector, si alguna vez sientes que tus problemas son demasiado grandes, recuerda que el verdadero cambio, aunque parece abrumador, empieza con pequeños pasos. Recuerda que hay un mundo hermoso lleno de bondad y resiliencia, y que todos podemos ser parte de ello, aunque solo sea por un instante. ¿Te atreves a dar el primer paso?