Al comenzar un nuevo año, muchos de nosotros hacemos un repaso de nuestras expectativas, trabajos y deseos. En el ámbito cultural, esta temporada está marcada por una de las ceremonias más glamorosas y celebradas del cine español: los Premios Goya. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando el red carpet del glamour se encuentra con la dura realidad social? ¿Qué pasa cuando los galardones se convierten en una plataforma para las voces de la gente? Este año, en Granada, los premios Goya han servido de lienzo para una potente protesta social que merece ser contada.

El escenario de los Goya: Granada y su esencia

Granada no es solo el hogar de la Alhambra, sus tapas irrepetibles y sus paisajes de ensueño. Esta ciudad andaluza es un mosaico de historias, de vidas entrelazadas, de risas y de lucha. ¿Quién no ha disfrutado de una caña en una terraza con vistas a la Sierra Nevada, preguntándose sobre las guerras del mundo mientras el sol se pone? Siempre hay un contraste entre lo que se celebra y lo que se padece. Y en medio de la campaña de difusión para los Premios Goya de este año, ocho majestuosas estatuas de este reconocimiento cinematográfico fueron erigidas en distintas partes de la ciudad, listas para ser admiradas.

Sin embargo, en lugar de ser solo un símbolo de laureles y éxitos, estas estatuas se convirtieron en un lienzo para la protesta. Con la llegada de la gala y en medio de la emoción por el cine, un grupo de colectivos sociales decidió que era momento de visibilizar las problemáticas que afectan a la ciudadanía granadina. Así fue como empezó la acción: armados de tiza líquida y rotuladores, se llenaron de mensajes que hablaban sobre las luchas más urgentes y cotidianas de los ciudadanos.

Los mensajes en las estatuas: luchas que no se pueden silenciar

Una portavoz del movimiento explicaba que este acto fue inspirado por la falta de respuestas institucionales en varios temas críticos. Temas que afectan a la vida diaria de muchas personas en Granada. ¿Sabes esa sensación de que, mientras unos celebran, otros padecen? Esa ha sido la realidad palpable en esta acción.

Las inscripciones decían verdades como puños: “Vivas nos queremos”, “No podemos respirar”, “Acabemos con el negocio de la vivienda”. Cada mensaje era un recordatorio de que Granada también vive batallas cotidianas contra la contaminación, la precarización del sistema sanitario, la falta de acceso a viviendas dignas y otras injusticias que, lamentablemente, se han vuelto comunes en nuestras calles.

Imagina pasar junto a una de esas estatuas con una copa de vino en la mano, donde normalmente celebrarías un triunfo del cine español, y encontrarte en su base un mensaje que reclama una Granada inclusiva y habitable. Es un contraste que invita a la reflexión. ¿No deberíamos todos hacernos eco de estas luchas? Al final del día, todos somos parte de la gran narración que compone nuestra comunidad.

¿Un arte efímero o una necesidad social?

La campaña de protesta, organizada por varios colectivos, tiene su origen en luchas profundamente arraigadas en la sociedad. En un mundo donde a menudo se ignoran los problemas reales en pos del brillo de las celebraciones, este grupo decidió que no se sentarían en las gradas de un evento tan interesante y verían pasar la vida sin hacer nada. El colectivo Fridays for Future, conocido por sus luchas ecológicas, tomó la delantera y unió sus fuerzas con otros movimientos de activismo social.

Una de las intervenciones más impactantes fue la de la referente feminista, quien mencionó que “hemos querido recordarles que quienes vivimos aquí también tenemos derecho a disfrutar de esta ciudad, pero no lo podemos hacer si nuestra salud está en riesgo” y así sucesivamente se fue tejiendo una red de reclamos sociales. Fue un arte efímero cargado de mensaje.

Recuerdo un episodio similar en el que un grupo de amigos se pintó el rostro de un color brillante y marchamos por las calles para exigir cosas tan sencillas como “más verde” en nuestra ciudad. La gente miraba con curiosidad, pero también con solidaridad. Quizá ese sea el poder del arte: romper muros y generar diálogos.

El impacto social: entre aplausos y críticas

Aunque la mayoría abrazó la idea, no todos lo vieron con buenos ojos. Algunos criticaron la utilización de los premios como un medio para transmitir un mensaje social, sugiriendo que el evento debía estar centrado únicamente en el cine. Pero, ¿es realmente posible separar el arte que se crea del contexto en que se vive? La vida es un lienzo diverso, y las historias de cada uno de nosotros son colores que pintan el mismo cuadro.

Los mensajes en las estatuas fueron borrados en su mayoría poco después de la acción, pero su impacto no se desvaneció. La atención que generó la intervención propició hasta un debate en redes sociales sobre cómo los Premios Goya no solo deben contemplarse como un evento de celebración del cine, sino como un momento para reflexionar sobre el papel del arte en la lucha por los derechos sociales.

Es un poco como cuando decides ver una película en Netflix y terminas debatiendo con tus amigos sobre el mensaje social detrás de la trama. ¿No es eso lo que a menudo buscamos? Un propósito mayor en lo que hacemos, ya sea en una sala de cine o en las calles de una ciudad.

La conexión entre arte y vida: un puente necesario

Las festividades como los Premios Goya suelen estar más enfocadas en el reconocimiento individual que en el colectivo. Sin embargo, el arte es, por naturaleza, un reflejo de la sociedad. ¿Acaso no vivieron los cineastas, actores y actrices una vez lo que ahora retratan en la pantalla? Muchos de ellos también han sido parte activa de movimientos sociales, y sus voces han sido un faro para muchos.

Las estatuas en Granada nos recuerdan que la creatividad puede ser un poderoso vehículo para la protesta. El arte puede provocar emociones y partícipes, y también puede ser una forma de resistencia. En lugar de ver los Goya como un evento aislado en el mundo del cine, podemos considerarlo un espacio donde las injusticias pueden ser subrayadas y debatidas. Un vistazo a la intersección entre el talento artístico y la lucha social.

Conclusión: Un llamado a la acción social a través del cine

Así que, al final del día, ¿qué hemos aprendido de este interesante cruce entre los Premios Goya y las luchas sociales en Granada? Nos muestra que el arte no puede ni debe ser ajeno a la realidad que nos rodea. Al contrario, enriquece nuestra capacidad de empatizar con el dolor y la alegría de quienes nos rodean.

Esa noche de premios, mientras algunas estatuas eran barridas y otros aplausos resonaban en el aire, la ciudad había hablado. Habían utilizado la celebración como un vehículo para alzar sus voces. Y quizás, sólo quizás, eso es lo que la cultura se trata: vida, amor, lucha y risas. Y puede que, si nos dejamos llevar un poco, se convierta en algo más.

Ahora que los Goya han pasado y las estatuas despojadas de sus mensajes y colores se reintegran en el entorno, reflexionemos sobre cómo nos estamos involucrando en nuestras comunidades. ¿Qué estamos haciendo nosotros para sumar a esta lucha por una sociedad más justa y equitativa? La respuesta está en nuestras acciones, así que recordemos que todos somos parte de esta historia. Al fin y al cabo, la vida en nuestra Granada, como en cualquier otro lugar, es un filme compartido en el que debemos ser los protagonistas, no simples espectadores.