La política es un espectáculo. Y a veces, siento que estoy viendo una obra de teatro en la que los actores han olvidado sus guiones, pero están decididos a improvisar. En el último episodio de esta tragicomedia geopolítica, se nos presentó un intrigante episodio en la Casa Blanca: un encuentro entre el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, y Donald Trump, que dejó a muchos líderes europeos con la boca abierta. Claro, en medio de toda esta vorágine, el líder de Vox, Santiago Abascal, decidió hacer su aparición estelar, dejándonos a todos preguntándonos: ¿qué está pasando realmente aquí?
Un encuentro que divide a Europa
¿Te imaginas estar en la sala de prensa mientras Trump y Zelenski debaten sobre el futuro de Ucrania? Me lo imagino como una película mal hecha, con efectos especiales de tan baja calidad que uno se pregunta si la parte de la trama fue escrita por un niño en su primer día de clases de escritura creativa. Los líderes europeos, en su mayoría, manifestaron clara consternación ante el comportamiento de Trump, quien, recordemos, no es más que un ex-presidente, pero parece que sigue moviendo montañas (o al menos intentando hacerlo).
Abascal, por su parte, no perdió el tiempo. Este hombre parece tener un talento innato para encontrar el lado oscuro de las cosas. En un mensaje publicado en X, la red social que muchos de nosotros seguimos con más incredulidad que entusiasmo, Abascal alegó que los líderes de la Unión Europea estaban más interesados en desgastar a Trump que en detener la guerra en Ucrania. Bueno, si eso no es drama digno de una telenovela, no sé qué lo es.
Atención: ¡la ultraderecha a escena!
Lo que más me llama la atención de esta nueva polarización es cómo los personajes de la política internacional parecen estar cada vez más empeñados en tomar posiciones extremas. Abascal, por ejemplo, parece haber encontrado en Trump a su héroe, al menos por el momento. Sus palabras resuenan con la crítica feroz hacia figuras como Úrsula von der Leyen, Emmanuel Macron, y hasta Pedro Sánchez. Es casi como jugar a «¿Quién es quién?», pero con políticas de inmigración y derechos laborales en lugar de caras de dibujitos.
Más allá del surrealismo, hay un punto que me intriga: ¿la política realmente se ha convertido en un juego de ajedrez en el que los peones son humanos y sus vidas son sacrificables? Abascal afirma que los líderes europeos están dispuestos a que «sigan muriendo ucranianos» solo para hacer que Trump luzca mal. Si eso no te deja pensando, amigo lector, es que probablemente deberías revisar tus fuentes de noticias.
La búsqueda de un héroe en medio del caos
Cuando Abascal se alinea con Trump, nos presenta la imagen de un héroe en tiempos oscuros. Curiosamente, me viene a la mente una conversación que tuve con un amigo hace unos meses. Mientras tomábamos café, bromeamos sobre cómo a veces parece que en la política mundial hay más ficción que en nuestras series de televisión favoritas. “¿Quién será el próximo villano?”, bromeábamos. Y aquí estamos, viendo a Abascal elevar a Trump a la categoría de salvador de Ucrania. ¿Te imaginas a Trump vestido de superhéroe?
Sin embargo, que Trump sea o no el héroe que Ucrania necesita es un tema de debate. Abascal critica a los líderes europeos por no intentar encontrar un acuerdo, mientras que Trump parece ser visto por algunos como un potencial salvador. La realidad es que, aunque Abascal se sienta empoderado por aferrarse a esta figura, muchos en Europa aún consideran que el ex-presidente no es precisamente el modelo a seguir. No es difícil entender por qué.
Un mundo hecho añicos: la perspectiva de los líderes europeos
Mientras Abascal alaba el liderazgo de Trump, en Europa hay un aire diferente. Figures como Macron y von der Leyen se enfrentan a cuestionamientos sobre la legitimidad y efectividad de sus políticas. Son acusados de ser parte del problema, en lugar de la solución. Pero, ¿pueden realmente estos líderes ser responsables de la tragedia en Ucrania? Es fácil disparar críticas desde el confort de un tweet, pero la realidad es que la situación es compleja. Tal vez deberíamos recordar aquellas noches de estudio en la universidad, donde el profesor decía “no hay respuestas fáciles”. ¡Cuánto más cierto es en política!
Por otro lado, ciertos sectores de la opinión pública apoyan la crítica de Abascal a los líderes europeos. Algunos creen que la política “woke” y el manejo de la crisis migratoria han desviado la atención de cuestiones urgentes, como la guerra en Ucrania. Pero, ¿realmente es esto relevante en este momento? Cuando estás en medio de un conflicto, ¿es más importante la ideología que la vida humana? Por supuesto que no.
Un análisis de la retórica de Abascal
Es fácil ver por qué Abascal se siente cómodo apoyando a Trump. La retórica incendiaria parece ser su motor. Al acusar a los líderes europeos de «haber hundido Europa y España», se alinea con una narrativa en la que se presenta como el salvador de la patria. Sus palabras tienen eco en las preocupaciones legítimas de muchas personas que sienten que sus gobiernos les han dado la espalda. Sin embargo, el problema con este tipo de discurso es que rara vez ofrece una solución viable; más bien, parece una llamada a la acción que puede dividir aún más a la población en lugar de unirla.
Me acuerdo de un viejo dicho que escuché de mi abuela: “Las palabras son como las plumas; una vez que las sueltas, no puedes recogerlas”. ¿Acaso Abascal está demasiado atrapado en su propia narrativa para darse cuenta de las consecuencias de su discurso? Tal vez su verdadera batalla se libra entre la retórica y la búsqueda genuina de soluciones.
La confusión entre la política y el espectáculo
Al analizar la situación actual, parece más claro que nunca que la política se ha convertido en un espectáculo, con giros y vueltas que parecían sacados de un guion de Hollywood. La intersección entre lo que se dice y lo que realmente importa ha creado un espacio donde las palabras se convierten en armas y los políticos en personajes de una historia interminable. Y sí, a veces no es más que un mal guion que ni la mejor producción podría salvar.
Recordando mi experiencia en festivales de teatro, donde a menudo me he encontrado entre bastidores, me doy cuenta de que, detrás de cada actor (o político), hay millones de decisiones, presiones y, claro, un deseo humano de ser escuchado y valorado. ¿Pero a qué costo? ¿Ceder el sentido común por un titular llamativo? Esa es la pregunta del millón.
Reflexiones finales: ¿qué nos abre los ojos?
Es fácil sumergirse en la retórica, en el espectáculo y en la grandilocuencia de la política actual. Lo que es realmente importante, sin embargo, es cómo nos afecta a nosotros, como ciudadanos. Como dice un viejo refrán, “La historia es maestra de vida”, pero parece que olvidamos la lección a menudo.
Mientras el tumulto político sigue su curso, sería beneficioso recordar que, más allá de las polaridades y juegos de poder, hay vidas implicadas. Las decisiones de los líderes tienen un impacto real, y a veces la mejor solución no es la más espectacular, sino la que se basa en el sentido común y la humanidad compartida.
La política es un espectáculo, sí. Pero no olvidemos que, al final del día, la historia que más importa es la nuestra. Y en un mundo lleno de ruido, tal vez lo que realmente necesitamos es más diálogo y menos enfrentamiento. ¿Entonces, qué haremos? ¿Seguiremos como espectadores de esta obra de teatro, o nos levantaremos para escribir nuestro propio guion? La elección, como siempre, es nuestra.