La política de Estados Unidos siempre ha sido un terreno resbaladizo. Lo que en un momento se considera un movimiento inteligente, al siguiente puede convertirse en un boomerang que azota a quien lo lanzó. Si bien he leído muchos artículos sobre la política estadounidense, me parece que cada vez es más evidente que estamos viendo un espectáculo que da para un guion de Hollywood.
¿Recuerdas la frase «en suspensión activa»? Es un término que acuñaron los diplomáticos soviéticos para describir la política de EE. UU. cada vez que se daba un cambio presidencial. Este término es como un chicle en la boca: puede que lo escupas, pero permanece como un suave recuerdo. Y mientras la política estadounidense parece tomarse un respiro entre presidencias, el resto del mundo sigue su propio curso, a menudo con consecuencias inesperadas.
El curioso legado de George Bush ‘padre’
Tomemos como ejemplo a George Bush ‘padre’, quien en plena transición, decidió que sería un buen momento para un despliegue militar humanitario en Somalia. Habrá que reconocer que a veces los presidentes pueden tener grandes ideas, pero si el momento no es el adecuado, se puede terminar en un hoyo tan profundo, que sólo un héroe de acción (o un director de cine) podría rescatar la trama. Al final, la intervención en Somalia llevó no solo a un cóctel de muertos y soldados estadounidenses, sino que también inspiró la famosa película «Black Hawk derribado». ¿Y no es típico de los eventos más serios de la vida convertirse en material de entretenimiento?
Más de tres décadas después, parece que estamos atrapados en una espiral de decisiones políticas que una vez más nos recuerda que la historia tiende a repetirse, aunque cambien los actores. La reciente autorizaciones de Biden para ayudar a Ucrania y las nuevas regulaciones sobre exportaciones de microprocesadores a China son solo algunos ejemplos de acciones que pueden tener repercusiones incalculables. Y mientras tanto, Biden está atrapado en un limbo de decisiones familiares que podrían darle más dolor de cabeza que soluciones efectivas.
Un perdón familiar que dispara críticas
Hablando de decisiones familiares, déjenme hablarte sobre el reciente perdón de Biden a su hijo Hunter. ¿No es fascinante cómo, en ciertos momentos, los lazos familiares pueden tranquilizar la ética profesional? No hay nada como un padre que intenta salvar la piel de su hijo, incluso si eso significa pisotear en el camino sus propias palabras. Es fácil recordar cómo Biden se presentó como el candidato del «alto criterio ético» cuando comparó su situación con la de Donald Trump, quien arrastraba un repertorio de problemas legales de más de un álbum de rock.
A diferencia de lo que pensó en un principio, lo que estamos presenciando es un claro acto de nepotismo, una práctica tan común que a veces me pregunto si deberían dar un premio a la “Mejor Actuación Promocional Familiar” en las elecciones. En otros tiempos, hemos visto situaciones similares, como el perdón de Bill Clinton a su hermano Roger por conducir ebrio. ¡Vaya fallo en el cristiano camino de la política!
Nombramientos que hacen girar cabezas
Con cada nuevo presidente llega una nueva ola de nombramientos. No hay nada que suba más la temperatura en Washington que un familiar en un puesto de responsabilidad. Hablamos de Trump y su nombramiento de Charles Kushner, el padre de su yerno, como embajador de Francia. Yo no sé tú, pero me siento como si estuviera viendo un episodio de «La Casa de las Flores», donde los familiares se superponen en situaciones tan forzadas que casi parece un chiste.
Y lo que me pregunto es: ¿será que la política se ha convertido en un gran juego familiar, donde el talento o la experiencia dejan de ser criterios relevantes y las cartas se reparten entre los parientes más cercanos? Está claro que la saga de los Kushner y el resto de la familia Trump no son un fenómeno aislado, sino que se han convertido en una tendencia.
Sin embargo, la designación más alarmante en la reciente cadena de nombramientos fue la de Kash Patel como jefe del FBI. Imaginemos la escena: un tipo que no solo ha establecido que las Fuerzas Armadas no son apartidistas, sino que claramente ha hecho comentarios hostiles hacia la prensa y sus opositores. Es como darle la dirección de su casa a un extrovertido para la fiesta de cumpleaños de su hijo, mientras tiene un montón de helados de menta escondidos en el fondo del congelador.
Un dilema de ética que sigue persiguiéndonos
Además de los nombramientos y los perdones familiares, está el dilema ético que rodea todo esto. En la política estadounidense, la moralidad es a menudo un pez que se escapa. En lugar de ser un claro camino hacia la rectitud, a menudo parece más un juego en el que las reglas se cambian según la dirección del viento.
Es curioso que durante estas elecciones hemos presenciado cómo las decisiones de unos y otros se interpretan a través de un cristal de favoritismo. Biden ha permitido que su hijo esquive la prisión, lo que sin duda ha levantado el ánimo de muchos al tiempo que ha expuesto la fragilidad de su integridad. ¿No crees que en la vida cotidiana, este tipo de favoritismo debería estar prohibido, y sin embargo, aquí estamos, riéndonos de la situación mientras seguimos criticando la hipocresía?
En el panorama más amplio, este dilema ético se mantiene en un tira y afloja constante. Con cada decisión, la confianza de los ciudadanos en el sistema político se va desmoronando, dejando un vacío que no es fácil de llenar. Los sondeos de opinión pueden variar, pero el escepticismo tiende a permanecer como un fiel compañero.
Mirando hacia el futuro: ¿qué seguimos observando?
Mientras todo esto sucede, la escena política estadounidense continúa sin parar. Ya sea en el ámbito de las relaciones internacionales o en la gestión interna, el camino hacia adelante es incierto. La buena noticia es que, como espectadores, podemos observar todo este drama como si estuviéramos sentados en la primera fila de un teatro, en espera de la próxima escena.
Y en este circo que se llama política, surge una pregunta fundamental: ¿Podremos encontrar algún día un equilibrio entre la ética, la política y los lazos familiares? ¿O nos quedaremos atrapados en un ciclo interminable de decisiones imprudentes y justificaciones familiares?
Como diría mi abuela: “en el mundo de la política, familia que juega unida, lucha dividida”. ¡Y vaya que estamos viendo una lucha en primera fila! Con el deseo de que los próximos giros de la trama sean más sorprendentes que los anteriores, terminaré mi reflexión aquí, dejando abierta la puerta para futuras discusiones.
A medida que el ciclo electoral avanza, mantengámonos al tanto de los acontecimientos. Porque, cuando se trata de política estadounidense, ¡nunca se sabe lo que vendrá en el siguiente acto! ¿Qué piensas tú de todo este espectáculo?