El pasado fin de semana en Sevilla, el Congreso Federal del PSOE tomó una resolución que, aunque pasó desapercibida para muchos, promete convertirse en un verdadero torbellino político en las semanas venideras. Y es que, en un tiempo donde las luchas por los derechos LGTBI están más que nunca en el centro del debate público, la decisión de la dirección del partido respecto a la cuestión del género ha dejado a muchos con los pelos de punta. ¿Estamos ante un paso adelante o, más bien, un paso atrás en el camino hacia la igualdad?

Una resolución controvertida que desata pasiones

La votación en el Congreso del PSOE contenía dos aspectos que, si bien pueden parecer menores en la superficie, son simbólicamente cargados de significado. Por un lado, se acordó que «ninguna persona de sexo masculino pueda participar en las categorías destinadas a mujeres». ¡Toma ya! La idea de que el género es una construcción social se topa de frente con las realidades biológicas, y eso, amigos, puede abrir la Caja de Pandora del debate.

Esta línea divisoria también se dio en la nomenclatura del grupo LGTBI, que se decidió que sería simplemente «LGTBI», excluyendo la «Q» de queer y el «+», el cual alude a todos los matices y experiencias de género y sexualidad que aún no se incluyen en el acrónimo. La falta de este reconocimiento ha llevado a que se hable incluso de una forma de LGTBIfobia. La ministra Irene Montero no tardó en alzar la voz, tildando la decisión de “una expresión de LGTBIfobia”. Y si hay algo que he aprendido en mis años en el debate político, es que todo lo que huele a discriminación involucra emociones intensas.

¿Estamos tirando por la borda años de lucha?

Me acuerdo de una conversación con una amiga activista que, tras ver la noticia, exclamó: «¡Es como volver a los 90!» Y no es para menos. Todo esto no es solo una cuestión de nomenclatura, aunque pueda sonar trivial. La lucha por los derechos de las personas LGTBI ha estado acompañada de grandes avances en la última década, y ahora, ¿damos un paso hacia atrás?

La autocrítica interna del PSOE también fue evidente cuando Víctor Gutiérrez, secretario LGTBI del partido, expresó que consideraba la votación como un error y se mostró más que reticente a darle peso. Según él, «esto es papel mojado», y que la existencia de resoluciones como esta no cambiarán nada en la práctica. Entonces, ¿qué sentido tiene tener este tipo de Congresos donde parece que las bases sólo están allí para hacer bulto?

Un partido fracturado entre ideologías

Vale la pena reflexionar: ¿acaso no saben que hay una batalla interna en la que se enfrentan el feminismo clásico y la ideología transgénero? Con todas las luces y sombras de ambas posturas, el PSOE parece querer comerse su propio cálculo en un intento de contentar a todos. Pero me pregunto, ¿realmente pueden contentar a todos?

La decisión del partido parece un guiño al feminismo tradicional, aquel que sostiene que la diferencia biológica entre hombres y mujeres es un hecho, mientras que la ideología queer aboga por una comprensión más amplia del género. Así, el PSOE busca repavimentar una relación complicada con sus bases más tradicionales, principalmente aquellas feministas que, tras la llegada de Irene Montero al departamento de Igualdad, se sintieron desplazadas.

La situación es un tanto hilarante: un partido que se ha desvivido por los derechos de una minoría parece en este momento más preocupado por no irritar a otra. Y en estas, los reclamos al gobierno de turno son más que necesarios. ¿No es el deber de un partido político tener una postura coherente?

La dualidad del PSOE y el impacto en los aliados

En esencia, el PSOE ha quedado atrapado entre dos llamas opuestas. Por un lado, la necesidad de aliarse con Unidas Podemos, quienes han posicionado sus estrategias en el marco de la ideología queer, y por otro, la presión crecida de las feministas tradicionales. Esto es como intentar mezclar aceite y agua; puede que a algunos les encante en su ensalada, pero por lo general, no terminan por integrarse.

Y no solo eso. Como cualquier político que se precie sabe, las alianzas se imponen en la arena política, pero también pueden ser el talón de Aquiles de un gobierno. Este giro hacia posturas más «biologistas» parece acercar a los socialistas a un camino lleno de espinas y huecos. A medida que los aliados de Sumar han repudiado la resolución, se siente el eco en toda la estructura del gobierno, que podría tambalearse ante este desfase de prioridades.

La protesta y el eco de las voces

Bajo la superficie de esta problemática está el eco de las voces de muchas personas que se sienten invisibles y excluidas. Y aquí es donde entra la empatía. Yo mismo he estado en reuniones donde la discusión sobre el propio lenguaje ha escocido; he visto a personas levantarse y abandonar la sala porque sentían que sus voces no importaban. Esta resolución solo resalta el hecho de que el diálogo en torno a la identidad, en todos sus matices, es necesario más que nunca.

En efecto, el diálogo es fundamental en cualquier democracia. La negación de que existan y deben existir múltiples formas de ser resulta en un detrimento de la riqueza humana. La lucha por el reconocimiento de los derechos LGTBI no ha terminado; lejos de eso, el camino está lleno de desafíos antes de que se logre un verdadero consenso.

La ironía de la inclusión: ¿qué sucederá ahora?

Mientras que el PSOE excluye “Q+” de sus siglas, el mundo real sigue girando y continuaremos viendo nuevas manifestaciones, reivindicaciones y luchas por la inclusión. Sin embargo, la resistencia desde la misma izquierda a aceptar la pluralidad es un tema recurrente. No podemos olvidar que el lenguaje que usamos también lleva consigo el peso de una historia. Un simple cambio en un acrónimo puede parecer trivial, pero en realidad, representa la lucha de muchas personas por ser vistas y escuchadas.

¿Cuál será el próximo paso del PSOE? ¿Revisará su posición a medida que avance la crítica interna y externa, o permanecerá firme en sus decisiones, incluso si eso significa perder el apoyo de muchas comunidades? La situación, sin duda, promete más giros y sorpresas.

Reflexiones finales

La extraña estrategia del PSOE deja muchas preguntas abiertas: ¿realmente entendieron lo que está en juego? ¿O están, como decimos en mi pueblo, “jugando a la política” en lugar de tomar decisiones que reflejen las realidades de aquellos a quienes dicen representar? Hoy más que nunca, es vital escuchar todas las voces y no solo las que se sienten cómodas de oír.

Y aunque puede resultar confuso y a veces frustrante, el viaje hacia la inclusión y la igualdad sigue siendo un trabajo en progreso. Así que, mientras nos dirigimos a las próximas elecciones, solo nos queda reflexionar y ser críticos. ¡Y desde luego, nunca dejar de preguntarnos y demandar un mundo en el que cada uno de nosotros pueda ser quien realmente es! Esto no es solo una lucha por un acrónimo, sino una lucha por la humanidad en toda su diversidad.