¿Alguna vez has estado en un concierto donde todos a tu alrededor estaban más enfocados en sus teléfonos que en el escenario? Yo sí, y déjame decirte que la experiencia fue tan decepcionante como ver a un grupo de estudiantes de secundaria en un examen final: todos distraídos, unos grabando momentos que jamás volverán a ver y otros chateando en un grupo que, con suerte, no era sobre el concierto. La reciente tendencia de prohibir teléfonos móviles en conciertos ha generado debates apasionados y reacciones mixtas. Pero, ¿es realmente una “sobrerreacción” de los artistas, como se menciona en muchos círculos? Vamos a analizarlo.
El origen de la prohibición de teléfonos: ¿una necesidad o una estrategia?
La historia del “no phones allowed” comenzó con Jack White. En 2018, el ex-líder de The White Stripes tomó la audaz decisión de prohibir teléfonos en su gira, buscando que la gente disfrutara del momento en vez de grabarlo. Desde entonces, artistas de renombre como Bob Dylan, Arctic Monkeys y Ghost han seguido su ejemplo. El reclamo es claro: “Queremos que estés presente, no detrás de una pantalla”.
Pero, seamos honestos, ¿no es un poco irónico que la misma gente que se queja de que no pueden grabar algo está, al mismo tiempo, en un concierto donde los artistas están a solo unos metros de distancia? Es casi como si nos dijeran que para ir a una exhibición de arte, no deberíamos mirar las obras, solo sentirlas. Se puede entender el deseo de los artistas de mantener la atención del público, pero también existe una línea fina entre cuidar la experiencia y convertirse en el abuelo gruñón que le dice a la juventud que no escuche música con sus auriculares.
La experiencia del concierto: más allá de la cámara del móvil
Volviendo al tema, hay una razón lógica detrás de esta tendencia. Los artistas desean que su público se sumerja en la experiencia. A menudo, cuando miramos a nuestro alrededor, es un espectáculo deprimente: luces azules brillando en todas partes, dedos atrapados en pantallas, mientras el artista está intentando conectarse con nosotros. ¿No era eso lo que buscábamos en primer lugar? Muchos de nosotros queremos esa magia, ese momento fugaz que nos haga recordar por qué amamos la música en primer lugar.
Aportes de la era digital
Estamos en un punto en el que los teléfonos han revolucionado la manera en la que compartimos y consumimos cultura. Por lo tanto, hay un argumento válido, el de que grabar partes del concierto es simplemente una forma de recordar una experiencia significativa. Pero, ¿realmente necesitas filmar una hora y media de espectáculo para recordar la emoción de “Bohemian Rhapsody”? Te lo aseguro, tu memoria, aunque sea un poco frágil, puede hacer un mejor trabajo.
Además, pensemos en cómo esa realidad puede afectar la reacción de otros. Imagina que todos esos vídeos en redes sociales están diseñados para crear expectativa sobre el próximo espectáculo. El FOMO (Fear of Missing Out) está en su apogeo y, ¿adivina qué? Esa es la publicidad gratuita más impactante que puedes tener. Aunque, por otro lado, si el artista logra que no se graben para fomentar la exclusividad, es un juego interesante.
El futuro de los conciertos y el rol de los móviles
La pregunta del millón es: ¿realmente es posible vivir la magia de un concierto sin nuestros fieles teléfonos? Es un dilema que muchos enfrentamos, especialmente si consideramos que los teléfonos no solo son herramientas de grabación, sino también formas de comunicación. ¿Qué tal si necesitas localizar a tu amigo perdido entre la multitud? Tras recorrer un par de festivales, puedo asegurar que no hay nada más desolador que perder de vista a tu grupo.
Es curioso cómo, al mismo tiempo que quiero disfrutar la experiencia del rock en vivo, también quiero documentar mis travesías. ¿Acaso es esta la dicotomía de la era moderna? Aquellos que dicen que los teléfonos son una distracción y que el surfero mayor se une al grupo de los que levantan las manos, las linternas ahora sustituyendo a los viejos mecheros de antaño, bien podrían reflexionar.
@BobDylan, con su voz rasgada y letras poéticas, ha estado en el negocio durante décadas y puso su granito de arena en esta prohibición. En su reciente gira, también ha optado por esta tendencia. Sin embargo, si analizamos esta dinámica, es evidente que los artistas también tienen un interés económico en que los asistentes no graben y distribuyan grabaciones de sus shows. Porque, ¿quién quiere ver un video mediocre de un gran momento, cuando podrías estar allí, simplemente prosiguiendo en tu propio camino hacia el deleite?
La experiencia memorable: ¿qué pasa con grabar y revivir momentos?
Imaginen que se presentan en un concierto, rodeados de miles de desconocidos que, por un par de horas, no son más que aliados en la misma aventura musical. La energía es palpable. Todos beben, ríen y chasquean los dedos. ¿Realmente querrías interrumpir esa conexión para enfocarte en un pequeño rectángulo en tu mano? A veces, creo que sería más valioso recordar la sensación de un acorde de guitarra que la grabación de un solo.
Sin embargo, hay quienes argumentan que grabar un concierto es parte de la experiencia. Puede ser cierto que hay una conexión emocional que se crea al volver a esos vídeos más tarde. Aquella vez que el cantante te miró a los ojos o cuando un riff te hizo vibrar, lo quieres mantener en tu memoria digital. Recientemente, Dino Cazares, guitarrista de Fear Factory, tuvo declaraciones bastante reveladoras: «Cuando compras una entrada, haces lo que te da la gana… siempre que nadie salga lastimado». Sin duda, sus palabras reflejan la perspectiva de muchos artistas que consideran que sus shows deben pertenecer tanto al músico como al público.
La legalidad del tema: el derecho a grabar
Un aspecto menos discutido es la legalidad de grabar conciertos. La propiedad intelectual entra juego aquí. La ley otorga a los artistas derechos exclusivos sobre sus actuaciones. Ellos son quienes dicen si pueden ser grabados o no. Por lo tanto, prohibir los móviles podría ser una manera de proteger su trabajo, así como su imagen y su integridad. Sin embargo, también se puede argumentar que en un espectáculo en vivo, las experiencias compartidas forman parte del conjunto más que su representación grabada.
¿La prohibición del móvil es realmente necesaria?
Al final del día, lo que realmente importa es lo que cada uno de nosotros desee experimentar. Así que, ¿no deberíamos ser nosotros quienes decidamos cómo disfrutar de un concierto? La prohibición de teléfonos presenta un dilema: ¿la experiencia de disfrutar de un espectáculo no debería ser individual y personal? El permitir la grabación puede llevar a momentos mágicos compartidos, así que, ¿realmente necesitamos que los artistas nos digan cómo disfrutar del espectáculo?
Claro, el espíritu del concierto es único, ya sea que quieras vivirlo sin distracciones o capturarlo en imagen. Pero, igual que una buena canción, la belleza está en la variedad. Algunos prefieren dejarse llevar por la música; otros, por la adrenalina de grabarlo. ¿Por qué no dejar que cada uno lo haga a su manera?
Reflexiones finales: entre nostalgia y modernidad
La vida es una colección de momentos, y para muchos de nosotros, los conciertos son una parte significativa de esos recuerdos. Prohibir los teléfonos podría llevarnos a revivir la esencia del arte musical y permitir a los artistas conectarse más profundamente con su público. Pero también puede resultar en perder la oportunidad de revivir esas memorias a través de unos simples toques en la pantalla.
Así que aquí está mi propuesta: el próximo concierto que vayas, haz un pacto contigo mismo. ¿Grabas o no? No importa lo que decidas. Solo recuerda que la experiencia es única, sobre todo si la compartes y la sientes. Y si decides grabar, al menos asegúrate de que tu video tenga buena calidad… para que valga la pena recordarlo.