La carretera siempre ha sido un lugar de emociones encontradas. Desde las primeras experiencias de conducción, cuando nuestros padres se sentaban a nuestro lado para transmitirnos los «secretos» de la carretera, a los actuales debates sobre seguridad vial. El radar recientemente instalado en la M-505, que conecta Galapagar, El Escorial, San Lorenzo de El Escorial y Robledondo, ha dado mucho de qué hablar, y no solo porque se ha convertido en un objeto de controversia. En este artículo, trataré de desmenuzar el trasfondo de este nuevo dispositivo y las implicaciones que trae consigo. ¡Sigue leyendo!
Un radar muy esperado… y muy criticado
El Ayuntamiento de Galapagar ha estado en una especie de “guerra” con la DGT durante cuatro años para que instalaran este radar, que está ubicado en un tramo donde la velocidad máxima es de 50 km/h. Sin embargo, no todo el mundo está contento, porque la queja más común entre los vecinos parece ser que esta velocidad es demasiado baja. Y aquí es donde entramos en el terreno pantanoso de la percepción y la realidad.
Han pasado también por la mente de muchos que, ¿no es un poco absurdo que un nuevo dispositivo que pretende mejorar la seguridad genere tanto malestar? Pero, como se dice, «no hay progreso sin dolor», ¿verdad? (O en este caso, sin una buena cantidad de críticas en las redes sociales).
Historia de un radar
Para entender el motivo de tanta controversia, tenemos que retroceder en el tiempo. En 2020, el pleno aprobó una moción que instaba a la DGT y a la Dirección General de Carreteras de la Comunidad de Madrid a la instalación de un radar en la M-505. Lo curioso es que, originalmente, el partido Vox había propuesto que el radar comenzara a sancionar a partir de 70 km/h, pero esa idea se desvaneció, dejando a los conductores lidiar con el nuevo anuncio de 50 km/h.
¿No es interesante pensar en cómo las políticas de tráfico y seguridad vial pueden cambiar con el tiempo? Lo que en un principio pareciera una solución simple a un problema de seguridad, se puede transformar rápidamente en una fuente de nerviosismo para los conductores.
La realidad detrás de las cifras
Con datos encima de la mesa, entre 2021 y junio de 2022, se registraron 13 accidentes en el tramo en cuestión. Y claro, aquí es donde el Ayuntamiento se surte de un argumento sólido para justificar el radar: la seguridad de nuestros vecinos. Pero una pregunta me viene a la mente: ¿cuántos accidentes se hubieran evitado si los conductores hubieran respetado las señales de tráfico? Ah, el eterno dilema.
Opiniones encontradas
En el proceso de instalación, el concejal de Vox, Ignacio Menéndez, argumentó que «a 50 km/h el coche sufre». Lo entiendo; si alguna vez has tenido que ir en un coche que no se siente cómodo a baja velocidad, sabes de lo que hablo. Pero al mismo tiempo, ¿es la solución bajarle la velocidad aún más? ¿O simplemente necesitamos un poco más de paciencia y cortesía en la carretera?
El concejal también comentó que hay «curvas peligrosas» donde la velocidad ideal es de 40 km/h. Esto sugiere una planificación de seguridad vial que podría ser ampliamente debatida y mejorada. ¿Es suficiente el radar para cambiar el comportamiento del conductor?
Encuentros y desencuentros
La introducción de este radar también desencadenó reuniones con la DGT. Según los ediles, las quejas de los vecinos sobre la velocidad son constantes y la reunión con el director general de la DGT fue crucial para discutir el sentimiento del pueblo. Curiosamente, la oposición no ha recibido quejas, haciendo eco de la diversidad de opiniones sobre el tema. ¿Debería el Ayuntamiento escuchar todos los puntos de vista antes de tomar decisiones? Definitivamente, eso sería lo ideal.
La siniestralidad y sus implicaciones
A pesar de la controversia, el equipo de Gobierno ha afirmado que, tras la instalación del radar, la siniestralidad en la zona se ha reducido y que la velocidad media de los conductores ha bajado 10 km/h. Esto es un buen indicador, sin duda, pero la pregunta aún flota en el aire: ¿realmente vale la pena sacrificar la velocidad por la seguridad?
La DGT, en su defensa, ha señalado que su competencia radica en establecer márgenes para los radares. En otras palabras, si la Comunidad de Madrid decide que la velocidad máxima es 50 km/h, están obligados a acatarlo. ¿Es esto justo para todos los conductores?
Un poco de contexto
Uno de los puntos más interesantes de esta situación es cómo el radar se ha convertido en un símbolo de conflicto. En algunos lugares, son vistos como instrumentos de seguridad, en otros como simples dispositivos recaudadores de multas.
El 53,6% de las víctimas mortales de tráfico en 2023 dio positivo en alcohol, drogas o psicofármacos, según datos recientes. Lo cual lleva a pensar, ¿seríamos tan “rebeldes” en la carretera si hubiera un consejo de sabiduría al lado de cada automovilista? Quizás cierta tecnología podría ayudar a recordar a los conductores la importancia de la sobriedad en la conducción. O en su defecto, darles un pequeño empujón para que respeten las normas.
La relación entre velocidad y seguridad
La contradictoria naturaleza de la instalación del radar gira en torno a la relación entre velocidad y seguridad. Los radares están allí para salvar vidas, pero también necesitamos que la gente entienda por qué esas velocidades están establecidas. La seguridad vial va más allá de la instalación de un aparatejo en la carretera.
Ciertamente, es una lucha constante que se refleja en diferentes modalidades de transporte. ¿Cuántas veces hemos escuchado historias de personas que, después de sufrir un accidente, prometen nunca más exceder el límite de velocidad? Pero, ¿sigue siendo suficiente la promesa? La respuesta, quizás, radica en la educación y en campañas de concienciación más efectivas.
Humor en la carretera
Y aquí es donde me permito un pequeño paréntesis humorístico: ¿Alguna vez has pensado que si los radares tuvieran personalidades, serían esos parientes quisquillosos que insistirían en que sigas todas sus normas al pie de la letra? “¡Slow down! ¡Cincuenta, cincuenta! Además, no te olvides de abrocharte el cinturón”.
Sinceramente, uno podría pensar que, de ser inteligentes, podrían enviar mensajes amistosos en lugar de solo sanciones: “Hey, amigo conductor, no nos hagas trabajar más de la cuenta. ¡Disfruta del paisaje a 50 km/h!”
Hacia un futuro más seguro
La instalación del radar en la M-505 es solo la punta del iceberg en el camino hacia una mayor seguridad en las carreteras. Aún queda mucho por hacer. Hay que encontrar un equilibrio entre las necesidades de los conductores y la seguridad pública. La educación sobre buenas prácticas de conducción, la concienciación sobre las consecuencias de las infracciones, y el seguimiento continuo de la situación son aspectos clave en este proceso.
Reflexiones finales
La discusión sobre el radar en la M-505 es un ejemplo claro de los desafíos contemporáneos en seguridad vial. Muchos seguirán quejándose de la «tortura» de mantener una velocidad baja, mientras que otros aplauden la aplicación de medidas para salvar vidas. La pregunta final que todos debemos hacernos es: ¿estamos dispuestos a hacer sacrificios por el bienestar común, o preferimos seguir atrapados en nuestro individualismo?
Y así, al final del día, cada uno de nosotros es responsable, no solo de nuestras decisiones al volante, sino del impacto que estas tienen en la comunidad. ¡Así que, amigos conductores, mantengan la mente abierta, el pie ligero en el acelerador, y no olviden que el objetivo es llegar sanos y salvos a nuestro destino, aunque eso signifique un poco de paciencia!