Cuando piensas en la Comunitat Valenciana, ¿qué imágenes vienen a tu mente? Quizás las magníficas playas de Valencia, la deliciosa paella, o los interminables días de sol. Pero hay un término que genera un revuelo inusitado cada vez que se menciona: «levante». ¿Por qué esta palabra, que parece tan inocente, causa tanta controversia y descontento en el corazón de los valencianos? Acompáñame en este recorrido para entender por qué «levante» no es solo un simple término geográfico, sino un símbolo de identidad, cultura y, en muchos casos, resistencia.

¿Qué es «levante» y por qué se utiliza?

La Real Academia Española (RAE) define “levante” en su tercera acepción como un «nombre genérico de las comarcas mediterráneas de España, y especialmente las correspondientes a los antiguos reinos de Valencia y Murcia». Un descripción bastante abrumadora y no siempre bien recibida, especialmente por los valencianos que sienten que este término minimiza su identidad regional. Por otro lado, la Acadèmia Valenciana de la Llengua y la Fundeu no consideran correcto su uso para referirse a Valencia. Esto ya nos ofrece un primer vistazo al meollo del asunto: la lucha por la identidad.

Recuerdo una vez en una cena familiar cuando mi primo, que vive en Madrid, mencionó casualmente algo sobre «ir a la playa del levante». En ese instante, se generó un silencio incómodo seguido de un leve susurro de varios cánticos en valenciano, cortesía de mi abuela que, como buenos valencianos, no acepta el término «levante». Imagina la escena; yo me cuestionaba si estaba en un episodio de «La Casa de los Demonios» o si solo había picado un aviso en mi propia familia. ¡Qué ingratitud!

La lucha por el nombre: historia y contexto

Históricamente hablando, el término «levante» ha sido utilizado en diferentes contextos, y no todos ellos han sido bien recibidos en la Comunitat Valenciana. Durante el franquismo, se promovía la idea del «Levante feliz», un lugar donde todo era sol y felicidad, pasando por alto las realidades sociales y económicas de la región. Esto es algo que coreo con un sentimiento de indignación, ya que mi propia experiencia en Valencia ha sido todo un viaje entre luces y sombras. ¿Quién no recuerda la época de la crisis, o el tiempo en que no había ni un solo euro para arreglar las infraestructuras? ¡Vaya felicidad!

Aún más, se ha rescatado de la historia un informe del Consell Valencià de Cultura de 1996 que argumenta que el uso del término «levante» es “equívoco e inductora de error y confusión”. Tal afirmación fue reiterada por legisladores valencianos que incluso tuvieron que recordar a Ecoembes y a la RTVE que el término no es reconocible ni histórico. La batalla por la denominación de esta rica y vibrante región ha sido ardua. ¿Quiénes son los verdaderos dueños de la historia? ¿Los que la cuentan desde el centro o aquellos que viven en sus entrañas?

La percepción de los valencianos sobre el término

Para muchos valencianos, el uso de «levante» no solo es incorrecto, sino que también es un símbolo de despersonalización de su identidad. El sociólogo Vicent Flor resalta que cuando se utiliza este término se está negando la identidad real de los valencianos y se está presentando una visión «radial» centraizada en Madrid. ¿No es un poco desalentador que se ignore la diversidad cultural de España en favor de una terminología general que no captura la esencia de cada región?

Piensa en esto: cada vez que alguien dice «levante», a muchos valencianos les duele un poco en el corazón. Es como si al hablar así estuvieran diciendo que nuestra historia, nuestras tradiciones, y nuestra rica cultura no tienen valor. Por eso, es comprensible que la denominación «país valenciano», que aparece en el preámbulo del Estatut d’Autonomia, resuene más en el corazón de aquellos que creer que su identidad está marcada por un nombre que, a pesar de ser considerado incorrecto por algunos, sigue en las voces de muchos forasteros.

La influencia de la literatura y los medios

La creación y perpetuación del término «levante» no se limita a la conversación cotidiana. También ha sido alimentada por la literatura y los medios de comunicación. Autores como Elías Tormo, quien popularizó el término en 1923, y Alfonso Pérez Nieva, han contribuido a la narrativa que se ha visto influenciada por un enfoque centralista.

Sin embargo, esto lleva a la reflexión: ¿debemos dejar que los autores y los medios dicten nuestra identidad? La literatura es un espejo de la realidad, pero también puede distorsionar. A menudo me pregunto si tales referencias literarias deberían tener tanto peso en nuestra identificación regional. ¿No deberíamos ser nosotros mismos quienes definan quiénes somos?

El impacto actual de «levante»

Uno de los argumentos más interesantes en esta discusión es el impacto actual del término «levante». Para muchos, su uso se considera un gesto de debilidad ante un sistema político que no refleja la pluralidad de la sociedad española. Cuando las referencias se centran en términos vagos como «levante», se desdibujan las realidades locales y los problemas específicos que enfrenta la Comunitat Valenciana, como la infraestructura deficiente y el desigual reparto de recursos.

¿Te imaginas un mundo donde la identidad de cada región esté definida por sus propias palabras? En lugar de una vista única, tendríamos múltiples matices, igual que los colores de un atardecer en la playa de la Malvarrosa. Sin embargo, parece que, hasta ahora, la pluma de aquellos en el centro ha tenido más peso.

La voz de los valencianos en el debate

Aquellos que respaldan el uso del término «levante» suelen argumentar que es simplemente una forma de referirse a la región, pero esta perspectiva a menudo excluye la experiencia valenciana. Muchos valencianos han expresado su descontento a través de un sinfín de plataformas, desde las redes sociales hasta manifestaciones, donde llevan mensajes claros: «Valencia se llama Valencia» y no «levante».

La historia y el bienestar de la Comunidad Valenciana no solo deberían ser un tema para quienes escriben manuales de geografía. Al contrario, es algo que debe involucrar a sus habitantes y darles voz. Así que, la próxima vez que uses «levante» o escuches a alguien referirse a la región de esa manera, pregúntate: ¿realmente se está capturando la esencia de una cultura rica y vibrante?

El futuro de la identidad valenciana

El uso de «levante» es un debate que no se cerrará pronto. La lucha por la identidad es dinámica y en constante evolución. Pero, al final del día, la pregunta más esencial es: ¿cómo queremos ser recordados? La capacidad de un pueblo para defender su identidad no solo refleja su historia, sino también su futuro.

Puede que esta controversia continúe para la próxima generación. Sin embargo, cada vez que un valenciano respira profundamente e indica con orgullo su identidad, ya sea que diga «valenciano» o «país valenciano», habla de la riqueza cultural que representa. Cada anécdota, cada historia, es un ladrillo en el muro de la identidad valenciana que continúa creciendo.

Voy a hacer un pequeño inciso aquí: si hay algo que aprendí de esta discusión es que, como buenos valencianos, debemos ser como la paella; un plato que, aunque todos lo quieran preparar a su manera, siempre hay un toque único en cada hogar. Y así debería ser con nuestra identidad.

Al final del día, la esencia de la Comunitat Valenciana reside no solo en su geografía, sino en su gente. Y al igual que los ingredientes de una buena paella, todos ellos contribuyen a un todo tan extraordinario que simplemente no se puede ignorar.

Así que, amigos valencianos, continúen defendiendo su esencia y recordemos que la identidad no puede ser definida por un simple término; va mucho más allá de eso. Y para aquellos que aún dudan, bienvenidos a Valencia: ¡la playa de Madrid no se llama así!