La justicia es uno de esos temas que suele generar opiniones apasionadas, y si de algo estamos seguros, es que todos tenemos una anécdota que contar sobre el sistema judicial. Pero cuando un juez se convierte en el héroe o villano de una historia, ya no se trata de anécdotas triviales. La reciente declaración de Elisa Mouliaá contra Íñigo Errejón, y las controvertidas preguntas del juez Adolfo Carretero, han puesto el foco en un sistema que, a primera vista, parece tambalearse. Así que, ¿qué es lo que realmente está en juego aquí?

Tras las preguntas incómodas: el papel del juez en la denuncia de violencia sexual

Imagina por un momento que eres una víctima de agresión sexual. Te has armado de valor para enfrentar a tu agresor y te diriges a un tribunal, esperando que el sistema te proteja y te ofrezca una voz. Pero, en cambio, el juez, un hombre de 66 años, con una larga trayectoria en la justicia, comienza a cuestionarte con insinuaciones categóricas. “¿No sería que usted sí quería algo con ese señor?”, le preguntó Carretero a Mouliaá. ¿Acaso estas no son las preguntas que, en lugar de buscar la verdad, más bien revictimizan?

Este tipo de interrogatorios, que muchos consideran una «encerrona policial», no solo reflejan un sesgo de género, sino que también son una muestra clara de la falta de capacitación sobre cómo deben manejarse estos casos dentro del sistema judicial. Y no solo los abogados critican esto; de hecho, Carretero ha acumulado más de 900 quejas ante el Consejo General del Poder Judicial por su estilo interrogativo.

La carrera judicial de Adolfo Carretero: entre luces y sombras

Adolfo Carretero no es un tipo cualquiera. Nacido en una familia con antecedentes judiciales, su carrera está llena de altibajos. A los 34 años, se unió a la carrera judicial a través del conocido “cuarto turno”. Desde entonces, ha pasado por varios juzgados, pero su llegada a la Plaza de Castilla en 2011 lo ha colocado en el epicentro de la controversia. Sin embargo, aquí viene la pregunta del millón: ¿es posible que un hombre con esta carrera profesional se encuentre tan desconectado de los valores de respeto y empatía que deberían guiar a un juez?

Un letrado que ha trabajado con él dice que Carretero es “histriónico, casi de caricatura”, lo que lleva a pensar que, en vez de ser un juez eficaz, se ha convertido en una especie de caricatura judicial.

El evidente machismo en el juzgado: un problema estructural

Lo que estamos viendo aquí no es solo la historia de un juez singular, sino un patrón más amplio en el sistema judicial. La forma en que Carretero abordó el caso de Mouliaá ha llamado la atención porque refleja una cultura de revictimización que se encuentra en muchas instituciones.

Desde que el video de su interrogatorio se volvió viral, ha generado un murmullo que ha llegado a oídos del Consejo General del Poder Judicial. Carretero ya había estado en el centro de otras polémicas, como la imputación del humorista Dani Mateo por un sketch. Sin embargo, lo que realmente destaca es la falta de responsabilidad y el escaso entendimiento sobre la violencia de género que este tipo de interrogatorios pone de manifiesto.

La noción de que un juez se permita hacer preguntas que trivializan la experiencia de una víctima es un testimonio de la cultura machista que aún persiste en el ámbito judicial español. Esto lleva a preguntarnos: ¿Es el sistema realmente capaz de proteger a aquellos que buscan justicia?

La conexión entre justicia y medios de comunicación

Durante el tumultuoso flujo de noticias, los medios desempeñan un papel crucial. La cobertura del caso Mouliaá ha sido intensa, lo que puede ser tanto un benéfico foco de atención como una espada de doble filo. Por un lado, brinda visibilidad a una situación que necesita ser discutida; por otro, también puede llevar a un juicio público que no siempre tiene en cuenta los matices legales y humanos involucrados.

Como dijo alguna vez un viejo amigo mío, “la prensa y la justicia son como el aceite y el agua: pueden estar en el mismo frasco, pero no se mezclan”. En el caso de Carretero, la atención de los medios ha forzado un debate que, de otro modo, podría haber quedado en la penumbra.

Lo que se debe hacer: recomendaciones para un sistema judicial más inclusivo

La situación actual en torno a Carretero y su forma de interrogar exige un cambio. Aquí hay algunas sugerencias que podrían ayudar a solucionar este desaguisado residencial:

  1. Capacitación en violencia de género: Todos los jueces deben recibir formación específicamente sobre violencia de género. Este tipo de conocimiento puede hacer una diferencia significativa en la forma en que se manejan las delicadas interacciones con las víctimas.
  2. Transparencia y responsabilidad: La cultura de la impunidad debe ser reemplazada por una cultura de transparencia. Los juzgados deben operar de tal manera que las acciones de los jueces puedan ser auditadas y revisadas. Esto incluiría la grabación de todos los interrogatorios.

  3. Perspectiva interdisciplinaria: Incluir a psicólogos y sociólogos en el proceso judicial podría ayudar a formular preguntas más empáticas y adecuadas, modificando así la manera de abordar los casos de agresión sexual.

  4. Fomentar el respeto en la sala de juicio: Promover un ambiente en el que tanto la víctima como el acusado tengan sus derechos respetados es fundamental. Los jueces pueden facilitar esto al establecer un tono de respeto y civismo.

  5. Crear espacios de diálogo: Organizar fórums abiertos donde los ciudadanos puedan expresar sus preocupaciones con respecto al sistema judicial puede traer a la luz problemas sistémicos que deben ser abordados.

La comunidad se hace escuchar: ¿es este el momento para el cambio?

A medida que el caso de Elisa Mouliaá genera olas en todo el país, muchos incluso han comenzado a cuestionar la credibilidad de un sistema que parece más preocupado por proteger a sus propios miembros que por servir a la ciudadanía. ¿Este es el momento para que España haga una metamorfosis judicial?

Los ciudadanos han comenzado a alzar la voz. Las redes sociales se han inundado de comentarios, debates e incluso propuestas sobre cómo debería evolucionar el sistema judicial. Esto es fundamental para presionar por un cambio que no solo es necesario, sino que es urgente.

Palabras finales: la justicia merece mejor

El interrogatorio de Carretero es solo un síntoma de un problema más grande y arraigado que enfrenta el sistema judicial español. Si las injusticias continúan sin respuesta, el futuro de la confianza en el sistema judicial se verá seriamente comprometido. Reflexionar sobre la cultura de revictimizacion y los interrogatorios sesgados es un primer paso. La verdadera pregunta es: ¿estamos dispuestos a tomar acciones concretas para cambiar este ciclo de violencia y desconfianza?

Es cierto que la justicia en muchas ocasiones puede parecer lenta, pero dudo que alguien desee que esta clase de «justicia» sea el estándar en un lugar donde se supone que la equidad y la justicia deberían prevalecer. Hacer preguntas difíciles es parte del trabajo, pero por favor, tengamos cuidado de que se hagan en un marco de respeto y dignidad.

La historia de Adolfo Carretero va más allá de su papel como juez. Es una historia sobre la necesidad de un cambio en la manera en que se percibe y se ejerce la justicia. Espero que un día podamos mirar atrás y reírnos sobre lo absurdo de situaciones como esta, en lugar de llorar por el dolor que causaron.