La situación en Nicaragua ha estado en el ojo del huracán por varias razones, pero lo que muchos están ignorando es la persecución religiosa que se está intensificando en este país centroamericano. No se trata solo de tensiones políticas; estamos hablando de la represión de un derecho humano fundamental: la libertad de culto. En este artículo, vamos a desglosar los recientes eventos que han llevado a la expulsión de líderes religiosos en Nicaragua y cómo esto refleja una preocupante tendencia que no solo afecta a este país, sino que debería preocupar a todos.

¿Qué ha pasado? Una historia reciente

El pasado 10 de noviembre, el obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, Carlos Enrique Herrera, se convirtió en el tercer prelado nicaragüense en ser desterrado del país. Su «delito», según testigos, fue criticar públicamente al alcalde sandinista, Leonidas Centeno, por interrumpir una misa con el bullicio de un evento municipal. La ironía de esto es palpable: un religioso denunciando la falta de respeto hacia el culto y siendo forzado a dejar su hogar dos días después.

Imagina estar en medio de un sermon, hablando sobre eternidad y paz, cuando de repente un grupo de personas decide que es un buen momento para armar un escándalo justo al lado. ¿No te sentirías un poco frustrado?

La figura de Leonidas Centeno

Ligado a la sombra del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, Centeno está considerado uno de los «super alcaldes» que forma parte de un trío clave para mantener el control del gobierno en el norte del país. Estos hombres son figuras cruciales que sostienen el andamiaje del régimen y, por ende, la represión. Sin embargo, uno no puede evitar preguntarse: ¿qué tipo de poder detenta alguien que puede interrumpir una misa sin atisbar culpa?

Por si eso no fuera suficiente, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos sancionó a Centeno a causa de su supuesta implicación en los violentos acontecimientos de 2018, cuando varios manifestantes fueron asesinados. Aquí hay algo que no cuadra, ¿no? Un alcalde que debería cuidar de su comunidad es, en cambio, parte del problema.

El contexto de la persecución religiosa

La persecución de la Iglesia católica en Nicaragua ha intensificado en los últimos años. Desde 2018, el régimen ha estado atacando no solo a figuras religiosas, sino a cualquier institución que represente una voz de oposición. ¿Te imaginas tener que tener cuidado incluso por tus creencias espirituales? Eso es lo que miles de nicaragüenses están enfrentando.

La reunión de la Conferencia Episcopal en Managua donde se decidió el destierro de Herrera fue un eco de la situación más amplia: las autoridades no solo quieren controlar la política, sino también la fe y la moral del pueblo. Un grupo de expertos de Naciones Unidas ha documentado que esta represión se nos muestra como un crimen de lesa humanidad, un término que debería alarmar a cualquiera.

La voz de los expertos

Si los rumores son ciertos, y hay una evidencia abrumadora que apoya la narrativa de la persecución, ¡es hora de que salgan a la luz! En un informe alarmante de la ONU, se documentaron 73 casos de detenciones arbitrarias de miembros de la Iglesia entre abril de 2018 y marzo de 2024. Si esto no es suficiente para que abramos los ojos y cuestionemos lo que sucede en Nicaragua, apaga la luz, porque ya no hay nada más que ver.

Las acusaciones contra varios clérigos y laicos han sido descritas como infundadas y desproporcionadas, haciendo eco de temores sobre el control total del gobierno. La idea de que, si no estás de acuerdo con el régimen, puedes ser encarcelado es un ataque directo a la libertad de expresión y derechos humanos básicos.

Las voces silenciadas: testimonios

Es crucial escuchar las voces de aquellos que han sido afectados. Un sacerdote que pidió permanecer en el anonimato compartió su experiencia: “Nunca pensé que mi fe pudiera convertirse en un arma en mi contra. Solo intento hacer mi trabajo, ayudar a mi comunidad y, de repente, soy un enemigo del estado”.

Este tipo de testimonios no solo muestran la angustia de muchos religiosos, sino que también nos obligan a reflexionar: ¿qué pasaría si tuvieras que elegir entre tu fe y tu libertad? Las decisiones que deben tomar los nicaragüenses a diario son inimaginables.

Una comunidad de fe bajo ataque

La Iglesia católica en Nicaragua no es la única en el punto de mira. Los grupos evangélicos y otras comunidades de fe también han sido blanco de ataques. Así es como, en un momento en que muchos buscan consuelo y guía espiritual, están siendo observados, acosados y despojados de su derecho a la libertad religiosa. ¿Puede ser posible que un régimen que teme a la fe espiritual sea tan débil en su propia política?

Un futuro incierto

No se puede evitar preguntar: ¿qué futuro le espera a Nicaragua? A medida que continúan las detenciones, las expulsiones y las amenazas, el país se encuentra en una encrucijada. La gente está sufriendo, las instituciones de fe están siendo diezmadas y, sin embargo, la comunidad internacional observa con una mezcla de preocupación y desconcierto.

Los expertos de la ONU advierten que este patrón de abuso se mantendrá a menos que haya intervenciones significativas. Pero aquí es donde entra la parte complicada: la intervención no siempre es receptiva a las necesidades humanas. ¿Podremos unirnos por el derecho a la fe y a la libertad?

Invitación a la acción

Es fundamental que defendamos la libertad religiosa no solo en Nicaragua, sino en todos los rincones del mundo donde los derechos humanos son violados. Las voces como la de Carlos Enrique Herrera, Rolando Álvarez y Silvio Mora dan testimonio de una fe que resiste incluso ante el temor a las represalias.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos dispuestos a ser parte de la solución? La comunidad global tiene el poder de hablar, de hacer ruido. La historia nos ha enseñado que la complacencia solo conduce a la opresión.

Reflexión final

Así que aquí estamos, al borde de esta crisis, no solo como espectadores, sino como parte de un dialógo mundial sobre los derechos humanos y la libertad de culto. Como seres humanos, la empatía debe guiarnos. La próxima vez que veas las noticias sobre Nicaragua o cualquier otro lugar donde se violen los derechos humanos, recuerda a aquellos que luchan silenciosamente por su derecho a creer.

En un mundo donde el ruido puede reemplazar el espíritu, hagamos que nuestras voces resuenen con la esperanza, la compasión y el entendimiento. Este artículo no solo es un pedido de atención a los problemas que enfrenta Nicaragua, sino también un llamado a la acción por todos aquellos que buscan una vida de paz y respeto. ¿Estás listo para hacer tu parte?