Convertirse en padres es, sin lugar a dudas, uno de los mayores cambios en la vida de una pareja. ¿Quién no ha escuchado la frase “tu vida nunca volverá a ser la misma” antes de la llegada del pequeño? Y como me gusta recordar, esa afirmación, que a veces puede sonar intimidante, es muy real. La llegada de un bebé es un torbellino de alegría, incertidumbre y, a veces, caos. En este artículo, exploraremos cómo construir una relación sólida mientras navegamos por las aguas a menudo turbulentas de la crianza, basándonos en las ideas de la especialista en maternidad Míriam Tirado y otras reflexiones personales que he recogido a lo largo de los años.

Criar juntos: la importancia de la comunicación

Uno de los puntos más destacados en el trabajo de Míriam es la importancia de la comunicación. Puede que suene a cliché, pero este es un consejo que nunca pasará de moda. La crianza y la relación con nuestra pareja requieren un esfuerzo consciente. Me acuerdo de la primera vez que cambié un pañal. Mi pareja y yo nos miramos, horrorizados y divertidos al mismo tiempo. El aroma del pequeño desastre nos dio una risa compartida que nos hizo sentir más unidos que nunca.

Pero si la comunicación es esencial, hay que recordar que implica escuchar activamente. ¿Te ha pasado que estás hablando con alguien y te das cuenta de que no está prestando atención? Eso puede pasar en la crianza también. Hablamos desde la frustración, desde el cansancio, y muchas veces no escuchamos lo que realmente el otro necesita. Ésa es la clave: siempre recordar que somos un equipo, que nuestras palabras construyen un puente o, en ocasiones, lo destruyen.

La empatía y la validación emocional

Cuando un bebé llega a nuestras vidas, nos enfrentamos a diversas emociones desde el principio. La madre, que ha experimentado el parto, puede sentirse vulnerable y agotada; el padre, que está intentando conectar con el bebé y encontrar su rol, puede sentirse incómodo ante la dificultad de entender todo lo que está sucediendo. Aquí es donde entra en juego la empatía. Este es un recurso que, aunque a menudo olvidado, resulta ser uno de los más poderosos en la crianza.

Recuerdo un momento en que mi pareja se quedó mirando al pequeño mientras este lloraba sin parar. Ella se sentía abrumada y yo, en mi afán de ayudar, le dije: «¡No te preocupes, seguro que puede sentir tu estrés!» Como si eso no añadiera presión. Ahora me río al pensar en ello, pero en ese instante lo que ella necesitaba era que validara sus sentimientos, no le diera más causas para sentir culpa.

Los nuevos roles y la corresponsabilidad

A medida que nos adentramos en la paternidad, nos damos cuenta de que muchas de las tareas relacionadas con el cuidado del bebé, así como las del hogar, tradicionalmente han recaído sobre las mujeres. Como señala Míriam, este reparto puede generar una carga mental invisible que provoca resentimiento. Es crucial que ambos miembros de la pareja reconozcan que son un equipo y trabajen juntos en la crianza.

Un buen consejo que me dieron una vez fue el de hacer una lista de tareas. Puede sonar aburrido, pero créeme, ¡es liberador! Establecer límites claros, comunicarnos bien y compartir los deberes puede ahorrarnos muchas discusiones. ¿Por qué no hacer un plan de acción sobre quién se encarga de qué, en vez de dejar que el caos reine y que surjan conflictos? La responsabilidad compartida no solo ayuda a que las tareas se realicen, sino que también fortalece la unión entre ambos.

La importancia del tiempo en pareja

La crianza de los hijos puede consumir gran parte del tiempo y la energía de una pareja. Es fácil observar cómo, transformados en padres, dejamos de lado nuestro tiempo a solas. Pero Míriam aboga por el cuidado de la relación conyugal tanto como por la crianza. Es fundamental lograr espacios para ser pareja, y no solo padres.

Piensa en esos momentos en que tus amigos o familiares se ofrecen a cuidar al pequeño. ¡Es un regalo! A veces, hemos dejado pasar la oportunidad de disfrutar de una cena tranquila y he llegado a escuchar que la gente se siente culpable por salir a disfrutar. ¿Por qué? Les aseguro que los niños están bien con un poco de tiempo sin nosotros, y que tener un espacio para reconectar con tu pareja no solo es beneficioso para ustedes, sino también para el niño.

La resolución de conflictos: clave para una crianza saludable

Como adultos, sabemos que es natural tener desacuerdos. Lo importante es cómo manejamos esos desacuerdos en presencia de los niños. Míriam nos recuerda que lo esencial no es estar de acuerdo en todo, sino comunicar respetuosamente nuestras diferencias.

Me acuerdo de una discusión que tuvimos sobre el desayuno de nuestro hijo. Yo pensaba que un buen día comenzaba con un tipo de cereales, mientras que mi pareja prefería algo mucho más saludable. La conversación, que empezó con fricción, se convirtió en una charlita divertida sobre los beneficios de la fibra y, al final, terminamos llegando a un acuerdo. El hecho de poder dialogar y hacer un esfuerzo para escuchar al otro no solo resuelve diferencias, sino que también muestra a nuestros hijos cómo los adultos pueden manejar el desacuerdo.

Manteniendo la coherencia en la crianza

Otro aspecto crucial que Míriam destaca es la necesidad de coherencia en la crianza. Si hay diferencias en los estilos de crianza, es pertinente tener una conversación previa sobre los límites. Me he encontrado en la situación en que mis padres, como abuelos, deseaban consentir a nuestro hijo. La clave estuvo en hablar con ellos y explicarles nuestra visión como padres, en lugar de reaccionar a la defensiva.

Cuando podemos razonar juntos y mostrar nuestras razones, podemos llegar a muchos acuerdos. No se trata de tener razón, sino de crear una cultura familiar basada en la comunicación y el respeto.

Estrategias para evitar tensiones con los abuelos

Los abuelos son una parte importante de la vida de nuestros hijos, pero también pueden traer consigo diferentes enfoques y tradiciones. En este sentido, Míriam sugiere establecer límites claros desde el principio. Esto no significa limitar la diversión, pero sí organizarse para que los valores establecidos en casa permanecen en el ambiente familiar.

Seras los que dejen en claro lo que esperan. Por ejemplo, si al abuelo le encanta enseñar a su nieto a comer dulces antes de la cena, una conversación antes de que surja el conflicto puede evitar muchas tensiones antes de que comiencen.

Conclusiones: creando un camino hacia adelante

Criar juntos es una montaña rusa, llena de altibajos, risas, peros también lágrimas. Sin embargo, con la adecuada comunicación, empatía y sentido del equipo, este viaje puede ser una de las experiencias más gratificantes de nuestras vidas.

Recuerda que la crianza está llena de decisiones difíciles y que probablemente no siempre tomemos la decisión correcta. Como nos recuerda Míriam, la perfección no es el objetivo aquí. Aprender, equivocarnos y crecer juntos es todos los días una oportunidad para hacerlo mejor, tanto como padres como pareja. Así que, ¿por qué no comenzar esta misma noche planificando esa cena romántica? O, al menos, pidiendo una pizza. ¡Y a disfrutar de la aventura!