La noticia de la muerte de Eduardo Serrano, conocido cariñosamente como «El Güito», nos ha golpeado como un jondo rasgueo de guitarra en la noche flamenca. A sus 82 años, este maestro del baile flamenco y aclamado coreógrafo dejó un vacío en el mundo del arte que será difícil de llenar. Su deceso, ocurrido en un hospital de Villalba (Madrid) tras complicaciones por neumonía, marca el fin de una era en la que El Güito brilló como uno de los últimos grandes représentantes de un estilo atemporal. Pero, ¿quién fue realmente El Güito y qué legado nos deja?
Un niño gitano con grandes sueños
Originario del barrio madrileño de El Rastro, donde las raíces del flamenco se entrelazan con la historia de la ciudad, El Güito comenzó su carrera a una edad tierna. Con solo 14 años, debutó en la Compañía de Pilar López, compartiendo escenario con leyendas como Antonio Gades y Mario Maya. Imagina la emoción de un adolescente que, con perrenque y mucha pasión, se encuentra frente a un público que ya aplaudía a esos titanes del flamenco.
Yo recuerdo cuando era niño y asistía a espectáculos de flamenco en mi pueblo. Los bailaores parecían criaturas hechas de fuego, deslumbrantes y poderosos. Ver a El Güito fue —en una palabra— impactante. Su interpretación era un diálogo entre el cuerpo y el alma, un flamenco puro que emergía con la fuerza de una corriente.
Las huellas de un maestro en el escenario
La trayectoria de El Güito en el flamenco fue, como dicen los entendidos, un camino bien pavimentado. Parte esencial de grupos icónicos como el Trío Madrid, junto a Carmen Mora y Mario Maya, se presentó en directo, dejando al público con la boca abierta y los corazones desbordantes. ¿Quién no ha sentido esa conexión especial cuando los tacones golpean el suelo al compás del jondo duende?
En una entrevista, El Güito compartió una anécdota que quedó grabada en mi mente. Recordó cómo su madre lo llevó una tarde a ver «La Quica». Esa experiencia lo envolvió de tal manera que a los 12 años ya bailaba por soleá, un estilo flamenco que se siente como una caricia al alma. Es curioso pensar cómo la vida puede cambiar con un simple paseo por una plaza, ¿verdad?
La esencia del flamenco: sobriedad y autenticidad
En el ámbito del flamenco, a menudo se confunde la complejidad técnica con la riqueza emocional. El Güito, como señala el crítico de flamenco Ángel Álvarez Caballero, fue un maestro en encarnar la sobriedad expresiva. Su baile era despojado de excesos, pero lleno de soluciones inéditas que revelaban su maestría. ¿Cuántas veces hemos visto a un bailaor sobrecargar su interpretación con movimientos acrobáticos, cuando la verdadera magia radica en la profundidad del sentimiento? El Güito sabía que a veces menos es más.
Imaginemos por un instante un espectáculo donde cada movimiento cuenta una historia. El Güito, con su elegancia y presencia escénica, no solo bailaba, sino que nos llevaba a un viaje que quedaba grabado en nuestras memorias. Y es que el flamenco se respira, se siente y, sobre todo, se vive. Cada letra de una canción y cada compás de una guitarra relatan un capítulo de la vida.
La pérdida de un icono
Con el fallecimiento de El Güito, nos despedimos de una figura icónica que, junto a otros grandes como Antonio Gades y Mario Maya, dejó su huella imborrable en el flamenco. En el mundo del arte, la muerte de un maestro suele resonar con el eco del agradecimiento por su legado. Sin embargo, también se siente esa melancolía, ese vacío que nos recuerda que la vida es efímera y que el arte que amamos no siempre estará al alcance de nuestras manos.
Al igual que la fluidez del flamenco, nuestras vidas están llenas de momentos fugaces. ¿Quién no ha perdido a alguien que admiraba y respetaba profundamente? La tristeza acompaña a la admiración, y así es cómo nos sentimos ante la partida de El Güito.
Reflejos en el presente: la relevancia del flamenco hoy
A pesar de su partida, el legado de El Güito continúa vivo. Con el auge de plataformas como Netflix, hemos visto un resurgimiento del interés por el flamenco entre las nuevas generaciones. Series como «Las chicas del cable» han llevado esta rica cultura española a audiencias de todo el mundo. Además, el flamenco ha estado presente en eventos internacionales, desde competiciones hasta festivales dedicados a preservar este género que ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
La pregunta que surge es: ¿está el flamenco ante una nueva revolución, o se limitará a ser una tradición en retroceso? La respuesta probablemente se encuentra en las manos de jóvenes talentos que, inspirados por figuras como El Güito, se niegan a dejar morir este arte.
Conclusión: un legado que sigue bailando
Aunque el telón se haya cerrado para El Güito, su danza continúa en los corazones y las mentes de todos aquellos que han sido tocados por su arte. Cada vez que escuchamos las notas de una guitarra flamenca o el son de un zapateado en la tablao, recordamos a este gran maestro que, a través de su baile, encarnó la esencia de la cultura española.
Así que, ¿qué podemos hacer para honrar su legado? Simple, dejémonos llevar por los ritmos del flamenco y sigamos disfrutando de su magia. Aprender a bailar, asistir a un espectáculo o simplemente poner música flamenca en casa son formas de rendir tributo a aquellos que nos han precedido.
No olvidemos que cada vez que levantamos nuestros pies al compás del flamenco, estamos celebrando la vida, la pasión y el arte que El Güito nos dejó. ¡Hasta siempre, maestro!