Cuando la tragedia se convierte en el escenario de una serie de televisión, el dilema ético siempre está latente. ¿Es correcto aprovecharse de una catástrofe para crear contenido que atraiga a las masas? Esta pregunta ha resurgido con fuerza ante el próximo estreno de La Palma, una serie de Netflix que explora la erupción volcánica en la famosa isla canaria en 2021. La serie, que se lanzará el 12 de diciembre de 2023, ha generado un debate similar al que ocurrió con otras producciones de este tipo, y hoy exploraremos sus implicaciones, tanto éticas como sociales, además de las características que la convierten en un punto de conversación notable.
Un vistazo a la tragedia de La Palma
Empecemos por el principio. El 19 de septiembre de 2021, La Palma fue escenario de una de las erupciones volcánicas más largas y devastadoras de su historia. Durante casi tres meses, el volcán, que hasta entonces no tenía nombre oficial, comenzó a escupir lava, ceniza y, lo más impactante de todo, sueños rotos. Sin embargo, en un giro que podría parecer sacado de un guion de Hollywood, no hubo muertes, pero miles de personas fueron evacuadas y centenares de propiedades fueron sepultadas.
Me acuerdo de la primera vez que escuché sobre la erupción. Estaba en una de esas reuniones familiares donde todos intentaban no hablar de lo obvio: aquello que nos saca de nuestra zona de confort. Así que, naturalmente, alguien trajo el tema de los volcanes. La Palma pasó de ser un destino vacacional soñado a una isla marcada por la tragedia, y yo solo podía pensar en cómo eso sonaría en una serie o película.
La premisa de ‘La Palma’
La serie La Palma se basa en la historia de una familia noruega que decide pasar sus vacaciones en la isla en el momento más crítico de su historia. La premisa ha generado críticas: ¿por qué mostrar a turistas disfrutando de su estadía cuando la comunidad local enfrentaba una crisis tan aterradora? Algunos críticos en redes sociales han señalado lo que consideran una falta de sensibilidad, argumentando que podría dar una imagen distorsionada de la realidad en la isla.
Ahora bien, vamos a ser sinceros, ¿quién de nosotros no se ha quedado pegado a la pantalla viendo cómo los personajes ficticios atraviesan situaciones más que precarias mientras tomamos bocados de palomitas? Ese es el poder del entretenimiento, incluso cuando se enfrenta a la realidad. Pero, ¿dónde trazamos la línea entre el respeto y el espectáculo?
Contexto detrás de la producción
Es esencial mencionar que La Palma fue concebida mucho antes de la erupción. El equipo de producción había planeado el rodaje y, a medida que se acercaba la fecha, se encontraron en una situación complicada: un volcán en plena actividad. La filmación se suspendió, pero la historia que llevaban entre manos no dejó de existir y, cuando la calma volvió, decidieron retomar el proyecto.
Más de mil extras y alrededor de trescientos técnicos locales formaron parte de la producción, lo cual podría considerarse una forma de reintegrar a la comunidad en medio de la devastación. Este bucle entre el uso de la tragedia y la recuperación comunitaria es una dinámica fascinante, pero no exenta de críticas. ¿Estamos hablando de una especie de justicia social o simplemente de un “producto” que tiene el potencial de generar ingresos en un lugar que aún lucha por recuperarse?
Críticas y reflexiones
Las críticas a la serie no se limitan a su premisa. Muchos espectadores se muestran escépticos sobre la representación de los palmeros en un contexto en el que se prioriza a una familia de turistas. Es un dilema interesante, ya que plantearía cuestiones sobre la narrativa que eligen los creadores y sobre la forma en la que se glorifica la tragedia en el mundo del cine y la televisión.
He visto esto en otros ejemplos de películas y series que han tocado temas delicados, como Lo imposible o El tallador. La representación de situaciones de crisis a menudo se ve a través de lentes que priorizan la experiencia de los protagonistas, en vez de las historias de aquellos que han sido directamente afectados. ¿Es justo así? ¿Nos estamos perdiendo el verdadero dolor de las personas en favor de unas palomitas más entretenidas?
La respuesta de la audiencia
A medida que la fecha del estreno se aproxima, la conversación en línea ha ido en aumento. Muchos han elogiado la decisión de Netflix de seguir adelante con el proyecto, destacando el papel que podría desempeñar en ayudar a La Palma a recuperarse y atraer nuevamente a los turistas. Después de todo, al final del día, el espectáculo es un poderoso motor de economía y, en este caso, podría reactivar la vida en una isla que ha pasado por tanto.
Pero también hay una fuerte oposición. Algunas personas sienten que estas representaciones trivializan el sufrimiento humano. ¿Debemos, como sociedad, encontrar formas más éticas de contar estas historias? ¿Si se trata de la vida real, debemos abordarlo con más cuidado y sensibilidad?
Reflexiones sobre el papel de las plataformas digitales
En un mundo saturado de información, plataformas como Netflix tienen el poder de influir en la percepción pública. El hecho de que una serie sobre una catástrofe natural se estrene en un contexto de entretenimiento plantea preguntas sobre cómo se presenta la historia: ¿se hace para el beneficio educativo o simplemente para llenar un vacío en la programación?
Esto me hace pensar en cómo reaccionamos ante experiencias difíciles. La capacidad de ver una representación de una tragedia en la pantalla puede ser, para algunos, una forma de procesar lo que sucedió. Pero para otros, es como abrir una herida que aún no ha sanado. No existe una respuesta correcta, pero el diálogo es esencial.
El legado de La Palma
En última instancia, la producción de La Palma es solo un capítulo más en una historia mucho más amplia que abarca la resiliencia humana. Aunque se critique su enfoque, la serie tiene el potencial de recordar a todos sobre la belleza de la isla y la valentía de sus habitantes. En un mundo en constante cambio y devastación, a menudo olvidamos lo que se necesita para reconstruir.
La Palma no solo fue un lugar que sufrió una tragedia; es también un símbolo de renacimiento. Y en el contexto de la historia de los volcanes, puede servir como un recordatorio del poder de la naturaleza y de la importancia de la comunidad. En última instancia, eso es lo que espero que se represente en la serie: no solo el sufrimiento, sino también la esperanza y la recuperación.
Así que la próxima vez que te sientes a ver una serie como La Palma, tómate un momento para reflexionar sobre la historia detrás de las imágenes. Pregúntate qué impacto puede tener en la vida de aquellos que realmente vivieron la experiencia. ¿Nos ofrecerá una nueva forma de ver el mundo; una visión más optimista, un recordatorio de la capacidad de reponerse frente a la adversidad?
Conclusión: Entre el arte y la ética
La Palma, con sus tradiciones, su gente y su historia, es más que una serie de Netflix. Es un recordatorio de las realidades de la vida, donde las historias de sacrificio y valentía a menudo se entrelazan con las de tragedia y superación. Debemos ser conscientes del poder del medio que consumimos y quizás, solo quizás, aprender a discernir entre el drama por el drama y el drama por una causa.
La pregunta queda en el aire: ¿podemos aprovechar el arte para hacer del mundo un lugar mejor sin convertirnos en meros espectadores de las desgracias ajenas? Te invito a reflexionar sobre esto mientras te preparas para el estreno. Al final del día, se trata de encontrar un balance entre la resistencia y la representación.
¿Qué piensas tú? La Palma es solo una serie o ¿podría llegar a significar algo más en el contexto de la sociedad actual?