Cuando hablamos de juegos de azar, muchos de nosotros tendemos a pensar en un elegante casino en Las Vegas, lleno de luces brillantes, el sonido de las máquinas tragaperras, y esas mesas de poker donde se juegan fortunas. Sin embargo, en la actualidad, la realidad del juego ha cambiado radicalmente. Gracias al avance de la tecnología y a la ubicuidad de los teléfonos inteligentes, ahora cualquier persona tiene, en sus manos, un verdadero casino que nunca cierra. Y, como bien indica la científica Heather Wardle, esta expansión accidental y desenfrenada del juego podría estar poniendo en peligro la salud pública a nivel global.

Una epidemia silenciosa

Según un reciente informe publicado en The Lancet Public Health, se estima que alrededor de 80 millones de adultos en el mundo sufren adicción al juego. Si alguno de ustedes pensaba que el juego era un problema solo para unos pocos, piénselo de nuevo. ¿Qué tal un 46% de los adultos y un 18% de los adolescentes que han participado en juegos de apuestas en el último año? Sin duda, son números alarmantes.

De acuerdo con la comisión científica que aborda este asunto, los efectos adversos del juego son mucho más graves de lo que se había presumido. Con la globalización del mercado y la transformación digital de la industria, el juego ha permeado nuestras vidas de formas que nunca imaginamos. Es un problema de salud pública que requiere nuestra atención.

La evolución del juego: un cambio de paradigma

¿Recuerdan cuando el bingo se limitaba a una sala abarrotada donde la abuela Mabel se aseguraba de anotar cada número en su cartón con fervor religioso? Ahora, gracias a la digitalización, el bingo se juega en línea y es más rápido que nunca. Y no solo eso: los videojuegos, una actividad que solía ser inofensiva, han comenzado a incluir mecánicas propias de los juegos de azar, como las cajas botín. Se ha vuelto tan común que los niños ni siquiera se dan cuenta de que están aprendiendo a jugar en un ambiente arriesgado.

Esto es un excelente ejemplo de cómo las industrias pueden mezclar sus estrategias, como un cóctel explosivo que puede resultar en un desastre. ¿Cuántas veces hemos escuchado a un niño decir que quiere «sacar un legendario» en su videojuego favorito, sin saber que eso es una forma de educación financiera excluyente y potencialmente peligrosa?

Detectando la adicción: señales de alerta

Ahora bien, ¿cuáles son esos signos que pueden indicar que alguien está cruzando la delgada línea entre el juego recreativo y la adicción? Aquí es donde se pone serio. Los científicos afirman que jugar más de cuatro veces al mes o participar en más de dos tipos diferentes de juegos de azar aumenta significativamente el riesgo de desarrollar problemas. Chiste: ¿qué tienen en común los adictos al juego y los que tienen una relación intensa con Netflix? Ambos pueden acabar ignorando su vida social por completo.

Los comportamientos de riesgo incluyen necesidades de apostar cantidades cada vez mayores para obtener la misma emoción (esa necesidad de «sentirse vivo»), hacer esfuerzos sin éxito por reducir o cesar el juego, y mentir sobre el grado de compromiso con el juego. Las relaciones, los trabajos e incluso el bienestar psicofísico de las personas se ven amenazados por esta adicción.

¿Por qué ocurre esto?

La adicción al juego no es un tema sencillo de abordar. Existen variables biológicas, psicológicas y ambientales involucradas. De acuerdo con Susana Jiménez-Murcia, jefa del servicio de Psicología Clínica en el Hospital de Bellvitge, el cerebro de una persona adicta al juego actúa de manera muy diferente. La dopamina, esa sustancia química en nuestro cerebro que nos hace sentir bien, juega un papel crucial. Las personas con mayor impulso o problemas de autodirección son más propensas a experimentar estas adicciones. Pero, ¡atención, padres! También hay que tener en cuenta el ambiente que rodea a nuestros hijos: si están expuestos a un camino fácil para jugar, será más probable que crucen esa línea.

Más allá del jugador: el impacto social

La adicción al juego no solo afecta a la persona que está jugando, sino que se extiende como un virus hacia sus cercanos. Se estima que seis personas en promedio son afectadas negativamente por una sola persona que enfrenta problemas graves de juego. Los conflictos familiares aumentan, la confianza se quiebra, y a menudo, el hogar se convierte en un campo de batalla donde el juego se convierte en una fuente de violencia incluso. ¿Ven totalmente anodino al juego ahora?

Además, estudios han relacionado el juego problemático con el riesgo elevado de suicidio, resultando en tasas de mortalidad 1.8 veces más altas que la población general. Posiblemente, esta información le hará pensar dos veces antes de entrar en una sala de apuestas o a la próxima convención de videojuegamáquino.

La cultura del juego responsable: ¿una ilusión?

Adoptando un enfoque más crítico, la comisión científica ha expresado su preocupación sobre la noción de «juego responsable». Este concepto traslada la responsabilidad casi por completo al individuo afectado, dejando a las empresas de juego sin ser cuestionadas. ¿Eso es justo? Definitivamente no. La regulación debe ir más allá de la protección individual y tomar en cuenta cómo las empresas fomentan y promueven el juego.

La evidencia nos muestra que la normalización del juego en la sociedad, impulsada por la publicidad y el marketing, hace que sea más difícil reconocer y abordar los riesgos. En España, incluso la lotería de Navidad, un evento cultural profundamente arraigado, se ha visto envuelta en la normalización del juego. ¿Estamos hablando de un juego inofensivo o nos hemos acostumbrado tanto que no podemos ver el peligro?

Un llamado a la acción

La comisión ha hecho un llamado a los gobiernos y a la sociedad en general para una acción coordinada y urgente que aborde este problema de salud pública. Es crucial implementar regulaciones efectivas para reducir el acceso al juego y crear campañas de concienciación que desnormalicen el acto de jugar como entretenimiento inocente.

Desde mi propio punto de vista, creo que la clave está en la educación. Si los padres, educadores y responsables políticos entienden los peligros conexos y lo que está en juego, quizás podríamos dar pasos hacia un futuro más saludable. ¿Es demasiado pedir que tomemos en cuenta las operaciones comerciales bajo un microscopio antes de que nuestro recreo rutinario se convierta en una pesadilla en el futuro?

Reflexiones finales

El gambling no es solo un entretenimiento inofensivo. Las consecuencias son muy reales y profundamente dañinas. Mientras más se infiltran las apuestas en nuestra vida cotidiana, la necesidad de ser conscientes y críticos acerca de esta problemática se vuelve vital. Las campañas de marketing y la modernización de la industria del juego pueden haber hecho del gambling un fenómeno difícil de resistir, pero a través de la conciencia, la educación y la regulación, podemos empezar a hacer frente a este desafío.

En conclusión, la pregunta que nos queda en el aire es: ¿estamos dispuestos a enfrentar este problema y a proteger a las generaciones futuras? La respuesta correcta podría marcar la diferencia. ¡Solo el tiempo lo dirá!