La danza es un arte que, por muchas razones, ha estado un tanto marginado en la sociedad contemporánea. Tal vez sea porque, al igual que mi intento de hacer una pirueta en la fiesta de cumpleaños de Juanito el año pasado (spoiler: acabé en el suelo), es fácil olvidar lo complejo que es. Sin embargo, Madrid se ha propuesto cambiar eso con la inauguración de la Nave de la Danza bajo la dirección de la aclamada bailaora y coreógrafa María Pagés.
Madrid se mueve: la importancia de la Nave de la Danza
El pasado mes de enero el Ayuntamiento de Madrid le tendió una mano a la danza y fichó a María Pagés para liderar este nuevo proyecto cultural en el Matadero, una de las joyas contemporáneas de la capital. Este movimiento no solo es simbólico, sino que también marca un punto de inflexión en la forma en que la ciudad percibe y prioriza la danza como un elemento cultural vibrante.
Como bien dice María Pagés, “la marginación de la danza tiene que ver con la sociedad patriarcal en la que vivimos”. Y dejar de lado esta realidad es un error que, afortunadamente, Madrid parece estar dispuesto a corregir. Con un financiamiento de 150,000 euros al año (más algunos extras para gastos), el proyecto no solo busca elevar la danza, sino hacerlo con un enfoque inclusivo y diverso.
Una presentación llena de sorpresas… y secretos
En la presentación del Centro Danza Matadero, muchas preguntas quedaron en el aire. No se permitió a los periodistas realizar consultas, lo que hizo que el evento se sintiera un poco como un paseo en autobús turístico sin guía. Pero no se puede negar que esto creó un halo de misterio. ¿Cuáles son los verdaderos objetivos e implicaciones de este nuevo centro?
Lo que sí se observa es un crecimiento en el personal, con 38 nuevas incorporaciones, 20 de las cuales son nuevos talentos. Y, honestamente, ¡si alguna vez he necesitado la ayuda de un experto para bailar, soy yo! La situación realmente suena prometedora.
La complejidad del presupuesto: ¿dónde va el dinero?
Ahora bien, no todo es brillo y confeti. El desglose de los sueldos de María Pagés y su pareja, El Arbi El Harti, ha generado cierta controversia en lo que respecta a sus remuneraciones. Mientras que Pagés recibirá 85,000 euros y El Harti 65,000, estos números parecen ser superiores a los salarios de directores de otras instituciones similares.
¿Es correcto invertir tanto en los sueldos de estos directores cuando hay una multitud de artistas que también necesitan apoyo? Es comprensible que existan preocupaciones, pero al final del día, cualquier inversión en la cultura es una inversión en la sociedad. Como dice el refrán, «El arte no alimenta, pero alimenta el alma», y con esta premisa, no estaría mal poner dinero donde haya pasión y compromiso.
¿Qué esperar de la programación?
La programación del Centro se enfocará en la pluralidad y la diversidad. Con un plan que incluye 140 funciones, 66 espectáculos y una mezcla de artistas nacionales e internacionales, promete ser un oasis cultural en medio de la rutina de la vida madrileña. Los números son impresionantes: 48 compañías nacionales, siete emergentes y ocho internacionales se alinean en un espectáculo que busca empoderar y enamorar a nuevos públicos.
En personalidades como la de María Pagés, hay un fervor contagioso: “Vamos a bailar al mundo”, dice. Y, aunque mis intentos por bailar suelen acabar en risas y chistes, es inspirador saber que hay un espacio dedicado a quienes realmente saben moverse y expresarse a través del arte.
La danza como lenguaje universal
Un aspecto clave del Centro es su intención de ser un espacio para todas las danzas. La visión del alcalde de la ciudad, José Luis Martínez Almeida, es que este centro actúe como una ventana al mundo, y está claro que se están haciendo esfuerzos para representar una variedad de estilos de danza. No se pretende limitar a una sola forma de expresión, lo que significa que quizás algún día pueda finalmente entender qué es eso del flamenco moderno sin arruinarlo por completo en un intento entusiasta.
Y, seamos sinceros, a veces bailar es también una manera de comunicarse. Recuerdo una vez en una boda en la que, al ritmo de la música, intenté hacer algo parecido a un baile del ventre. Mis movimientos eran más bien como un intento desesperado por ver si Dios realmente tenía sentido del humor. Pero en el fondo, todos tratábamos de entendernos a través de ese arte, y eso es lo que importa.
Actividades que van más allá de la danza
Además de los espectáculos, el centro planea ofrecer residencias artísticas, programas formativos y talleres. Esto no solo proporciona una plataforma para los artistas establecidos, sino que también permite a los talentos emergentes encontrar su voz. Eso sí, ¡esos talleres suenan como una oportunidad perfecta para aprender algo nuevo sin el riesgo de hacer una burla de mí mismo en este proceso!
El impacto social y cultural
Sin lugar a dudas, un centro como este no solo sirve como un punto de encuentro artístico, sino también como un reflejo de los cambios sociales. ¿Puede el arte realmente influir en la sociedad? Según algunos estudios, la respuesta es sí. El arte tiene la capacidad de unir, educar y fomentar el diálogo. Con esta nueva nave, Madrid no sólo busca llevar la danza al centro de la vida cultural, sino también fomentar el entendimiento y la sensibilidad en su comunidad.
Una mirada hacia el futuro
A medida que el Centro Danza Matadero se prepara para abrir sus puertas al mundo, es crucial que sigamos prestando atención a lo que sucede a su alrededor. La cultura está en constante evolución, y este proyecto es un brillante ejemplo de cómo la danza puede hacerse eco de una multitud de voces y perspectivas. Desde los ritmos flamencos del Ballet Flamenco de Andalucía hasta las innovaciones contemporáneas de algunas de las compañías más vanguardistas, todo está por verse.
Es un momento emocionante para la danza, no solo en Madrid, sino en todo el mundo. Y en una sociedad donde a menudo hay más batallas que bailes, la creación de un espacio inclusivo y colaborativo es, sin duda, una razón para celebrar, o al menos para mover un poco los pies.
Así que, amigos, en lugar de sentarnos y ver cómo pasan las oportunidades, tal vez es hora de ponernos los zapatos de baile y seguir la música. ¿Quién se anima a una noche de danza?