La noticia es un tema candente en Galicia, donde la Xunta ha decidido avanzar con un proyecto de ley que elimina la obligación de crear un consejo de informativos y un estatuto profesional que garantice la independencia de los periodistas en los medios públicos. Esto, como se dice coloquialmente, ha hecho que muchos «se rasquen la cabeza» y se preguntan: ¿realmente estamos haciendo bien en permitir que la política influya tanto en el periodismo?

Un poco de contexto: lo que está en juego

Primero lo primero: hablemos de la CRT (Corporación Radio e Televisión de Galicia). Esta institución ha sido un bastión de la identidad gallega a través de su programación en lengua gallega y su enfoque en la cultura local. Pero la reciente dimensión que ha tomado esta ley ha suscitado reacciones tanto de la oposición como de diversas organizaciones del ámbito audiovisual. El PP de Alfonso Rueda, al rechazar la oposición, alega que lo que quiere la oposición y ciertas entidades es “colonizar” la CRTVG. ¡Ay, la retórica política! ¿No es como ver a dos niños pelear por un juguete en el patio del colegio?

Pero, y esto es importante, la crítica no solo proviene del ámbito político, sino de entidades profesionales como el Clúster do Audiovisual de Galicia y el Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia. Estos grupos han alzado la voz, advirtiendo que la eliminación de mecanismos de protección a los periodistas podría dar lugar a una manipulación informativa sin precedentes.

El dilema de la independencia periodística

Ahí está el meollo del asunto: ¿Qué significa realmente la independencia periodística? Para mí, como amante del periodismo, esta independencia significa que los profesionales deben poder informar sin injerencias externas. Imaginen que un periodista encuentra una historia candente, pero tiene que pensar dos veces antes de publicarla porque podría enfadar a algún político. ¿No es un poco absurdo? ¡Eso es como tener un perro que teme ladrar!

El PP, en defensa de su proyecto, ha mencionado la necesidad de «evitar interinidades indefinidas». Después de todo, es verdad que sus líderes pueden estar en la posición de querer que las cosas funcionen sin que haya un tira y afloja constante con la oposición. Pero hay una fina línea entre la eficiencia administrativa y la erosión de principios fundamentales, como la independencia y la objetividad.

La propuesta de la Xunta: una mirada detallada

Ahora, echémosle un vistazo más de cerca a lo que realmente implica este nuevo proyecto de ley. Al eliminar la obligación de establecer un consejo de informativos, se desvanece cualquier mecanismo que pudiera proteger a los periodistas de presiones externas. Del mismo modo, el “nuevo” consejo asesor que se propone permitirá incluir a políticos de todos los espectros, lo que plantea la pregunta: ¿Hasta qué punto será posible mantener la objetividad?

La ministra de Cultura, Silvia Longueira, ha descrito esta tendencia como un “gobierno absolutista”. Con tales afirmaciones, se siente un ecosistema donde el periodismo no solo se ve amenazado, sino que corre el riesgo de convertirse en una extensión de la propaganda del gobierno.

De hecho, es válido preguntar: ¿se está fomentando un ambiente en el que los periodistas deben autocensurarse para evitar represalias? Al fin y al cabo, ya hemos visto cómo otros medios en diferentes partes han sucumbido ante presiones similares.

La voz de los trabajadores

Es fundamental escuchar a quienes están en la línea de fuego, y han sido los trabajadores de la CRTVG quienes se han manifestado en contra de este proyecto. De hecho, convocaron huelgas, asegurando que esta ley contribuya a una manipulación y un desmantelamiento de la radio y televisión autonómicas.

Personalmente, me acuerdo de mi primera experiencia como periodista. Recuerdo un informe que hice sobre un evento comunitario y cómo el editor me pidió que bajara el tono crítico sobre ciertas decisiones del gobierno local. Aprendí de la manera más dura que la libertad de expresión no siempre es tan libre. Así que entiendo perfectamente la frustración que sienten muchos periodistas gallegos hoy en día.

Los peligros de la privatización

Otro punto candente en este asunto es la posibilidad de que la nueva ley abra las puertas al capital privado. La plataforma Por unha CRTVG ao Servizo do Pobo advierte que esto podría desvirtuar el propósito original de los medios públicos. Existiría el riesgo de que intereses privados dicten la programación, lo que por supuesto podría sesgar la información que llega al público.

Nuevamente, aquí nos encontramos con una importantísima cuestión. ¿Debería la programación pública estar sujeta a las tendencias del mercado o debería, en cambio, enfocarse en servir al pueblo y sus intereses? Es un debate que ha tenido lugar en varias partes del mundo, y las conclusiones suelen ser preocupantes.

La respuesta de la oposición

Ante la gravedad de esta situación, las diferentes fuerzas políticas han comenzado a tomar una postura al respecto. Una de las reacciones más vocales provino del BNG, que lanzó una fuerte crítica a la ley, llamándola un «asalto».

La diputada Olalla Rodil no se contuvo y expresó su descontento, y en su discurso habló de los “349 venres negros”, las protestas semanales que han estado teniendo lugar. Quién lo diría: ¡la historia se repite! A veces parece que estamos condenados a aprender de nuestra propia historia.

¿Un futuro incierto para la CRTVG?

Al observar el panorama actual, se plantea una gran interrogante: ¿Qué futuro le espera a la CRTVG en este contexto? Es casi como un episodio de una serie: necesitaríamos un cliffhanger para mantener la atención. Pero la realidad es bastante menos entretenida: ¿Podría la CRTVG convertirse en un medio que informe sin ataduras, o en un eco de la retórica política de la administración?

Conclusión: La importancia de la vigilancia ciudadana

A medida que el debate avanza, es crucial que los ciudadanos se mantengan informados y activos. La democracia no es un estado natural; necesita ser alimentada y protegida. Es fundamental que los gallegos—en particular—se pregunten: ¿Qué tipo de medios de comunicación queremos? ¿Un espacio para la libertad, la crítica, y la diversidad de opiniones, o un lugar donde se silencie la disidencia?

El llamado a la acción es claro: necesitamos protestar, debatir y, sobre todo, exigir una radio y televisión que se alineen con nuestros valores democráticos. Es una batalla que vale la pena luchar, no solo por la CRTVG, sino por el futuro del periodismo en Galicia y más allá.

Así que, mientras disfrutamos de un café al estilo gallego con una buena porción de empanada, hagámonos la pregunta: ¿Estamos dispuestos a defender la independencia de nuestros medios o dejaremos que otras voces nos hablen por nosotros? A veces, el mejor camino es el más difícil, pero con una ciudadanía activa y despierta, cualquier reto se vuelve manejable. ¿No sería genial ver a todos juntos defendiendo nuestra voz? ¡Eso sería un espectáculo!