La educación en la Comunitat Valenciana ha sido un tema candente en los últimos años, y en este momento, parece que estamos en medio de una nueva revolución. Carlos Mazón, el presidente del PP en la Comunitat Valenciana, ha lanzado un mensaje contundente: es tiempo de dejar el pasado atrás. La semana pasada, en un encuentro con militantes y alcaldes de la Vega Baja, no sólo desafió la narrativa actual, sino que prometió un cambio radical en la forma de abordar la educación y la lengua en las aulas. Pero, ¿qué significa esto realmente para los padres, estudiantes y educadores de la región?

Una consulta que puede cambiarlo todo

Mazón ha afirmado que la próxima semana será crucial para más de 570,000 familias valencianas, alicantinas y castellonenses que tendrán la oportunidad de elegir qué lengua será la vehicular en la educación de sus hijos. Es un pequeño paso para algunos, un gran salto para otros. Pero aquí surge una pregunta: ¿realmente estamos listos para tomar decisiones sobre la educación de nuestros hijos en base a la lengua? A menudo, tiendo a pensar en cómo las decisiones que se toman en nuestras vidas cotidianas pueden estar profundamente influenciadas por factores que a veces no están bajo nuestro control – como el sistema educativo.

Recuerdo la época en la que yo asistía a la escuela y había un debate constante sobre el contenido que se enseñaba. Siempre había una tensión latente entre el inglés y el español. Ah, el drama de la lengua. ¿Podrás imaginar lo que sería modificar eso en algunos de los colegios más antiguos de Valencia? Estoy seguro de que hay quienes preferirían cambiar el idioma de estudio que lidiar con la presión de las clases de matemáticas en otro idioma.

La contestación de Mazón

Durante su encuentro en Orihuela, Mazón propuso una visión de la educación donde el valenciano no sea visto como una «herramienta ideológica». Se realizaron afirmaciones audaces sobre un futuro sin «imposición», en donde los padres finalmente pueden elegir, en lugar de que les digan lo que tienen que hacer. ¡Una idea revolucionaria, ¿no?! Pero aquí viene la pregunta del millón: ¿realmente los padres están listos para asumir este tipo de libertades?

Mazón también parece estar en una misión a favor de la educación en ambas lenguas. El líder del PP afirmó que el objetivo es que todos los estudiantes dominen tanto el valenciano como el castellano, sin importar cuál sea su lengua de aprendizaje inicial. ¡Qué noble misión! Sin embargo, me pregunto si todavía existen las barreras necesarias y el conocimiento adecuado para implementar tales cambios. Siempre me viene a la mente aquella historia de la abuela que intentó enseñarme a hablar valenciano. Cada vez que lo intentaba, me terminaba riendo más que aprendiendo.

La sombra del pasado

Claro, no es solo una cuestión de idiomas. También nos acompaña el peso del pasado, donde el gobierno de Botànic fue acusado por Mazón de priorizar «la policía lingüística y la propaganda». Un punto caliente, sin duda. Este tipo de afirmaciones puede ser una manera de encender pasiones y atraer votantes, pero, ¿qué tan cierto es realmente? ¿Estamos hablando de un cambio necesario o de una simple agenda política?

Es fácil olvidar cómo la educación impacta no sólo en el individuo, sino en toda la comunidad. En muchos casos, las decisiones educativas pueden dividir a los pueblos en facciones. Siempre recordaré cómo la simple decisión de qué idioma usar en las aulas fue suficiente para crear pequeños cismas en mi grupo de amigos.

El nuevo centro de formación profesional

Además de la consulta lingüística, Mazón también anunció la creación de un nuevo centro integrado de Formación Profesional en Orihuela, que lleva 20 años esperando. Una noticia que, si te soy honesto, suena a un pequeño rayo de esperanza en medio de tanta controversia. Si hay algo que he aprendido a apreciar a lo largo de los años, es cómo un buen centro de formación puede cambiar la vida de muchos.

Sin embargo, la reacción de algunos ciudadanos ha sido bastante escéptica. Mazón pidió a la comunidad que “no se dejen engañar” por quienes afirman que el nuevo centro será perjudicial. Pero aquí estoy, pensando: ¿acaso hay alguna respuesta que no venga acompañada por un poco de resistencia? Después de todo, todos sabemos que los cambios, por más positivos que sean, siempre generan cierta inquietud.

La libertad educativa: ¿un concepto mal entendido?

La premisa de que «ninguna administración puede imponer en qué idioma ni en qué colegio deben estudiar los alumnos de la Comunitat Valenciana» es, sin duda, un concepto que debería resonar con muchos. Pero, ¿qué significa realmente la libertad educativa en el contexto actual? ¿Es suficiente con cambiar los nombres y las políticas, o necesitamos un replanteamiento de cómo se abordan estos temas esenciales?

Al final del día, inclinarse por una educación «sin imposiciones» parece la solución perfecta a la paleta de colores que es la diversidad cultural en la Comunitat Valenciana. La diversidad es rica, pero puede ser un campo minado de conflictos. Si no nos acercamos con cautela y respeto hacia los diferentes aspectos que componen a cada cultura, el objetivo de una educación inclusiva podría volverse más complicado.

La importancia de la participación familiar

Aquí llega la última parte, donde Mazón incita a las familias a que participen. «Cuantas más familias ejerzan su derecho al voto, mejor se ajustará la oferta educativa a sus necesidades», dice. Este es un buen recordatorio de que no sólo se trata de idiomas, sino también de un sistema que se corresponda con las necesidades de las familias.

Ok, aquí venía mi momento de flashback. Recuerdo a mis padres discutiendo sobre la importancia de participar en cualquier consulta educativa de la escuela. No habrá cambio real si los padres no están involucrados. Entonces, comparte tu voz, aporta tu opinión. Después de todo, si nunca dijiste que no en esa reunión de padres, ¿cómo vas a poder decir «sí» al cambio que deseas ver?

Reflexionando sobre una nueva era

Así que, a medida que miramos hacia el futuro de la educación en la Comunitat Valenciana, es útil recordar que estamos en un cruce de caminos. Por un lado, la promesa de una educación inclusiva y de calidad que respete la diversidad lingüística. Por otro, los ecos de un pasado que aún resonarán en nuestras palabras. Aglutinar ambos mundos requerirá más que simples promesas; requerirá acción, colaboración y honestidad.

Por último, creo que esto nos lanza a todos nosotros una pregunta fundamental: ¿queremos un sistema educativo que abrace las diferencias o uno que simplemente las ignora? La elección es nuestra. Así que, a los valencianos que están leyendo esto, ¿están listos para hacer su voz escuchada?

Aceptemos la invitación al debate. No importa qué elección hagamos, el diálogo y la participación no son solo deberes, son una oportunidad dorada. Quizás aún deberíamos preguntarnos: ¿cuándo fue la última vez que tuvimos una conversación honesta sobre lo que realmente queremos para el futuro de nuestros hijos?

Así que mientras la próxima semana se acerca, y el futuro educativo parece estar en nuestras manos, recordemos que los cambios significativos requieren más que una simple decisión; requieren un compromiso activo por nuestro futuro. ¡Vamos a hacer que esas voces se escuchen!