En la historia del cine, John Ford es un ícono que ha logrado capturar, a través de su lente, las complejas narrativas de lo que significa ser estadounidense. Su obra maestra, El hombre que mató a Liberty Valance, se ha convertido en un símbolo del cambio de época en Estados Unidos. A menudo me encuentro pensando en esa película mientras reflexiono sobre la situación actual del país, una nación atrapada entre los mitos días dorados de antaño y el caos abrumador del presente. ¿La nostalgia es la única respuesta a nuestro desencanto actual?

Cuando David Gistau, en una de sus conversaciones con José Luis Garci, mencionó que la obra de Ford representa a la perfección la famosa frase atribuida a Gramsci, que dice que los monstruos nacen cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, sentí una punzada de verdad en su observación. ¡Qué cruda realidad! La obra de Ford, ese western crepuscular, es un reflejo brillante y oscuro de los orígenes de un país que se debate entre la fuerza bruta y la nobleza de la democracia. Pero hoy, me pregunto, ¿dónde están nuestros héroes?

De los héroes del lejano oeste a las sombras de un plató de televisión

Las imágenes de John Wayne con su revólver al cinto y la búsqueda implacable de justicia han sido parcialmente reemplazadas por una nueva era donde el entretenimiento parece haber usurpado el lugar del idealismo y la moralidad. Un poco sombrío, ¿no creen? La semana pasada, Donald Trump hizo su regreso triunfal a la presidencia de EE.UU., y con él, una serie de eventos que se sienten más como un reality show que como un gobierno. Pareciera que el país se ha convertido en su plató personal, donde cada acción está diseñada para sorprender y distraer, a veces incluso del sentido común.

Recuerdo una tarde en casa, viendo las noticias, cuando un reportero intentaba explicar las últimas decisiones de Trump. Antes de que pudiera terminar, fui interrumpido por la naturaleza esquizofrénica de su discurso, que cambiaba constantemente de un tema a otro. ¡Era como ver un escenario de circo con varios actos al mismo tiempo!

Y aquí estamos, atrapados en este juego de distracciones, incapaces de reflexionar sobre cuestiones fundamentales como el costo de la vida y la creciente desigualdad. La economía parece un mal chiste: los huevos a 9 dólares la docena, la insulina inalcanzable para muchos y la inseguridad en cuanto al lugar que les corresponde a los hijos de inmigrantes. ¿Es esta la América que algún día soñaron los héroes de Ford?

Luces y sombras en un nuevo paisaje

John Ford solía contar historias de idealismo y sacrificio. En cambio, hoy en día, el mito ha dado paso a un espectáculo de luces brillantes que ofuscan más que iluminan. Las escenas de aquellos hombres desesperados, enfrentando un mundo que no les ofrecía un lugar, parecen lejanos. La vida se ha convertido en un juego de artificios, donde la imagen y la percepción reemplazan la realidad. ¿Podríamos estar al borde de un nuevo tipo de mitología, una en la que el héroe es, en definitiva, un entretenedor?

Es desesperanzador pensar que, aunque el mundo cambie, el viejo espíritu de la resistencia podría estar perdido, pero no todo está perdido. Hay espacio para la esperanza, para recordar que los héroes cotidianos aún existen. En medio de la vorágine, hay personas luchando por la justicia, aquellos que enfrentan adversidades con la misma valentía que sus predecesores del viejo oeste. Una vez me encontré con un pequeño grupo de activistas que rememoraban estos héroes olvidados, y sentí que, aun en la oscuridad, había una chispa de algo más grande.

El fenómeno Trump: ¿un retorno a la cultura del espectáculo?

Uno de los aspectos más desconcertantes de este regreso de Trump es la forma en que ha logrado articular un discurso lleno de distractores que evitan una reflexión profunda sobre las cuestiones más apremiantes de nuestro tiempo. Desde indultos a los asaltantes del Capitolio hasta una revertida expansión de la cultura de la desinformación, parece que cada día trae un nuevo escándalo que eclipsa los problemas reales que enfrentan muchos estadounidenses. ¿Por qué el espectáculo tiene tanta audiencia? ¿Es más fácil lidiar con un show que con una crisis real?

Podríamos pensar que el peligro de una democracia en riesgo proviene de un solo hombre, pero esto sería minimizar otros problemas subyacentes que también deben ser abordados. La última vez que miré mi recibo del supermercado, me pregunté cuántas familias estaban lidiando con la misma carga pesada. En lugar de establecer un diálogo serio, nos encontramos vagando por un laberinto de episodios absurdos que, aunque divertidos, nos alejan de tomar las decisiones que realmente importan.

La nostalgia como refugio: un recordatorio de lo que pudo ser

En medio de todo este ruido, es tentador refugiarse en una nostalgia que a veces se siente como una manta cálida en una noche fría. ¿Cuántos de nosotros hemos sentido ese impulso de huir a un tiempo y lugar donde las cosas eran más sencillas y los valores parecían más claros? Sin duda, Ford supo plasmar esos anhelos en pantalla, convirtiendo los dilemas del viejo oeste en lecciones atemporales.

Pero, ¿es la nostalgia un refugio o una trampa? Volver a esos tiempos pasados puede hacernos perder de vista las realidades del presente. La Europa de hoy, sumida en un mar de incertidumbres, refleja el mismo temor que siente EE.UU., una situación de «tierra de nadie». Pero a pesar de ello, debemos recordar que siempre hay posibilidad de renovación y de hacer mejor las cosas. ¿Cuál es nuestro papel en esta narrativa?

La responsabilidad del ciudadano en tiempos de transición

En esta encrucijada, el poder no está únicamente en manos de los líderes; nosotros, como ciudadanos, tenemos una gran responsabilidad. Constantemente nos enfrentamos a decisiones que afectan nuestra vida cotidiana y el futuro de nuestras comunidades. La participación activa en la política no debe ser una opción, sino un deber.

Recuerdo la primera vez que voté. Era un día de sol, y la atmósfera estaba llena de energía, como si todos los que nos encontrábamos ahí compartiéramos un secreto. No importa cuán pequeña o grande sea nuestra voz, todas juntas pueden resonar de manera significativa. Pero en esta era de ruido, el llamado a la acción está más presente que nunca.

La historia de EE.UU. no se ha escrito solo en las pantallas de cine, sino en las vidas cotidianas de millones de personas. A pesar de los desafíos contemporáneos, la fe en los héroes cotidianos podría ser el faro que ilumina nuestro camino. Porque si algo nos enseñó Ford, es que las verdaderas historias de heroísmo están a menudo ocultas en la vida real, en nuestros hogares, en nuestros barrios, y quién sabe, quizás incluso en nosotros mismos.

Conclusión: Más allá de los mitos, un futuro por construir

La obra de John Ford puede ser un recordatorio de lo que pudo ser y lo que puede llegar a ser. En este nuevo mundo de distracciones y espectáculos, se requiere de todos nosotros un compromiso renovado para buscar la verdad, para ser críticos y, sobre todo, para ser proactivos. La historia de EE.UU. no se detiene aquí, ni se cierra con un solo acto. Cada día, tenemos la oportunidad de escribir una nueva narrativa, una que trascienda las sombras del pasado y abrace la luz de un futuro viable.

Así que nos encontramos aquí, entre nostalgia y esperanza, tratando de encontrar la razón en un mundo saturado de ruido. Pero, como diría Ford, aunque el viento sople y las sombras caigan, la historia continúa, y hay mucho por hacer. ¿Te atreves a ser parte de la historia?