El clima siempre ha sido un tema fascinante, ¿no creen? Hay algo de mágico —y un poco aterrador— en cómo interactúan los factores meteorológicos para moldear nuestras estaciones, nuestras cosechas y nuestro día a día. Este año, el fenómeno climático conocido como La Niña volvió a la palestra, pero no como la gran estrella que todos esperábamos. En lugar de ello, ha sido más como un actor secundario que se olvida de sus líneas. ¿Por qué sucede esto? Vamos a explorarlo.
¿Qué es La Niña y por qué importa?
Antes de sumergirnos en el lío actual, hagamos un breve repaso. La Niña es parte del fenómeno ENSO (El Niño-Oscilación del Sur), que incluye sus dos protagonistas: El Niño y La Niña. Mientras que El Niño tiende a calentar las aguas del océano Pacífico, La Niña hace todo lo contrario, enfriándolas. Esto puede provocar cambios drásticos en el clima global, afectando desde las lluvias en América Latina hasta las sequías en Asia.
Sin embargo, este año, como comentaba Javier Jiménez en su artículo de febrero de 2025, La Niña llegó con un aire casi imperceptible. Es como si la esperáramos durante meses, que es lo que sucedió, pero que al final se presentara en la fiesta de manera muy discreta: “Hola, soy La Niña… ¿me notan?”. La NOAA, esa agencia que siempre está un paso adelante en la meteorología, estaba tan sorprendida como nosotros al notar que, en lugar de ser el gran refrigerador del mundo, enero de 2025 marcó récords de calor.
La espera que no fue
A veces me gusta pensar en cómo se espera un evento climático como si fuera un blockbuster de Hollywood. Todos están ansiosos, como cuando esperas la secuela de una película que amaste. Las agencias meteorológicas, universidades y hasta los aficionados del clima se pasaron semanas preparándose para el espectacular regreso de La Niña. La comunidad científica se frotaba las manos ante la oportunidad de estudiar sus efectos. Pero cuando llegó, fue como ese amigo que en vez de traer una pizza, aparece con galletas de soda.
Martín León, un experto en modelos climáticos, apunta que el promedio de los modelos dinámicos apunta a que probablemente nos dirigamos a un estado ENSO-neutral entre marzo y mayo de 2025. Esto quiere decir que La Niña está aquí, pero no para quedarse. A veces me pregunto, ¿no es un poco cruel del destino? La semana pasada, me encontraba en una conversación con un amigo que es meteorólogo. Él dijo: “La Niña está aquí, pero no se le garantiza una larga estadía”. En otras palabras, la sorpresa y la incertidumbre eran las únicas constantes.
Clima cálido y la sorpresa de la NOAA
Como dice el refrán, «nunca llueve a gusto de todos». Y aquí tenemos un ejemplo perfecto. Años de data y proyecciones, y cuando creemos tener todo bajo control, ¡pum!, un giro inesperado. Según la NOAA, el fenómeno ha estado jugando al escondite con nosotros: “Es como si estuviera, pero sin estar del todo”. Este tipo de sorpresas son las que hacen que el estudio del clima sea tan apasionante (y, a la vez, tan frustrante).
Entonces, cuando escuchamos que enero de 2025 ha sido el enero más cálido en los registros, uno no puede evitar preguntarse: ¿fue culpa de La Niña? La respuesta es un rotundo “quizás”. A veces siento que los climatólogos son como los detectives en una película de misterio, tratando de juntar las piezas del rompecabezas climático. ¿Quién necesita una trama de crimen cuando la vida real es tan conmovedora?
Las predicciones y sus incertidumbres
Cuando uno habla de modelos predictivos climáticos, empieza a recordar aquella regla que dice que los únicos que verdaderamente saben lo que va a pasar son los que están hablando en términos de probabilidades. Los expertos nos dicen que existe una probabilidad del 41% de que las condiciones ENSO-neutral emerjan esta temporada. ¡Eso suena como las probabilidades de ganar la lotería!
Algunas personas se sienten cómodas con esa naturaleza especulativa de las predicciones climáticas. Pero otros, como yo, se rasgan las vestiduras. Es como si estuviéramos jugando al póker, pero las cartas están banadas en aire caliente y frías. Y con el reciente dominio de El Niño de 2023-2024, que fue el quinto más fuerte en los registros, nos quedamos con la pregunta: ¿Estamos ante un cambio climático más cálido de lo que esperábamos?
Las dudas de la comunidad climática
Lo que resultó ser buenas noticias a corto plazo —pocos impactos debido a una La Niña débil— se ha convertido en un mar de incertidumbre para la comunidad climática. Cuando un evento que debería ofrecernos un alivio y un respiro se convierte en un signo de inquietud, es tiempo de reflexionar.
Recuerdo una charla que tuvimos en una conferencia sobre clima; un colega climatólogo comentó: “El cambio climático parece tener su propia agenda”. ¿Seremos capaces de captar esas señales antes de que se conviertan en desastres más grandes? Esa es la pregunta del millón. Con el calentamiento global en juego, el clima no es solo un fenómeno temporal; es una batalla en la que cada uno de nosotros tiene un rol.
Reflexiones personales sobre el clima y sus efectos
Permítanme hacer un pequeño giro personal. Recuerdo que, de niño, las estaciones eran consistentes. El invierno era frío, el verano era caluroso y la primavera… bueno, la primavera ¡florecía! Años después, los patrones climáticos se desvanecen ante nuestros ojos. La última vez que vi caer nieve en mi ciudad, miré por la ventana y pensé: “¿Esto está en mis recuerdos o es un espejismo?”. A veces siento que la naturaleza se está riendo de nosotros.
¿Ustedes han notado algo similar? Ya sea que se viva en un lugar donde el clima es predecible, o en otro donde cambia de un día para otro, las experiencias climáticas se han vuelto una cuestión de adaptabilidad.
¿El futuro del clima? Posibilidades y temores
La cuestión que queda ahora es: ¿hacia dónde vamos? Si hay algo claro, es que nunca debemos bajar la guardia. La Niña puede parecer un espectáculo menor en esta temporada, pero la posibilidad de que su hermana, El Niño, regrese no se puede ignorar. Y aunque algunas cosas puedan parecer positivas ahora, no está de más recordar que todo esto es un teatro climático lleno de giros repentinos.
Siempre pienso que el clima es un gran maestro, y no siempre fácil de entender. Aprender a lidiar con sus cambios requiere más que datos y modelos; requiere un cambio de mentalidad, una conexión emocional con nuestra tierra. ¿Cómo podemos ser parte de la solución y no del problema?
Conclusión: la incertidumbre como nueva normalidad
A medida que alcanzamos el final de este recorrido, queda claro que la incertidumbre se ha convertido en una parte integral de nuestra relación con el clima. Cada fenómeno, cada predicción, cada tendencia, todo parece oscilar entre la certeza y la duda. La Niña llegó y fue, al final, un susurro. Pero, ¿quién sabe lo que el futuro sostiene?
Espero que este artículo les haya ofrecido una perspectiva más clara sobre el fenómeno y cómo sus fluctuaciones realmente afectan nuestras vidas. Si hay algo en lo que podemos estar de acuerdo, es que, independientemente de lo que el clima nos traiga, nuestra forma de adaptarnos, sobrevivir y prosperar en este entorno cambiante es la verdadera clave. Y claro, ¡siempre hay espacio para reírnos ante el absurdo del clima!
Así que, si La Niña se ha presentado con un guiño y una sonrisa, ¡recibámosla como lo que es: un recordatorio de que estamos todos juntos en este viaje climático!