La reciente catástrofe en Valencia ha puesto sobre la mesa una cuestión crucial que merece atención: ¿por qué España no cuenta con una fuerza de despliegue rápido realmente eficiente para responder a emergencias? Tras las terribles inundaciones y la desbordante respuesta de las Fuerzas Armadas, es evidente que en los momentos de crisis, la coordinación y la rapidez son más importantes que nunca. Siendo así, podemos preguntarnos: ¿qué se puede aprender de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y de nuestras fuerzas armadas para mejorar la situación actual?

Y vamos, que esto no es nuevo. Si recuerdan, un verano de 2005, el incendio forestal en Guadalajara nos dejó a todos con una sensación de impotencia cuando, tras la tragedia que costó la vida a once bomberos, se evidenció la falta de coordinación entre las autoridades. Así nació la UME, una unidad que, a pesar de las críticas iniciales y las teorías de conspiración que la rodearon, se ha convertido en un modelo a seguir en el manejo de emergencias por su capacidad de reacción. Pero, como bien sabemos, siempre hay margen de mejora…

La respuesta militar ante desastres: ¿eficiente, pero suficiente?

En estos tiempos donde el clima parece tener un sentido del humor muy oscuro, y, seamos honestos, nada chistoso, el auge de desastres naturales y emergencias extremas es cada vez más común. España, con su extensa costa y variabilidad climática, no es una excepción. Entonces, si tenemos una UME que ha demostrado ser competente, ¿por qué no explorar la ampliación de nuestras fuerzas de despliegue rápido?

A finales del 2023, Valencia se convierte una vez más en el epicentro de la atención debido a su reciente tragedia natural. Este evento ha sacado a relucir una vez más las capacidades de la UME, pero también ha dejado en evidencia que, en ocasiones, su número y recursos son totalmente insuficientes. Con aproximadamente 3,500 efectivos, el despliegue de cerca de 7,000 militares se ha vuelto necesario en situaciones críticas. ¿No sería más lógico, entonces, contar con unidades complementarias que puedan responder más rápido y de manera más completa?

La importancia de una unidad anfibia

Aquí es donde entra en juego la Brigada de Infantería de Marina Tercio de Armada (TEAR), la única unidad expedicionaria y anfibia de las Fuerzas Armadas de España. Esta brigada no solo está entrenada para operar lejos de su base, sino que también puede desplazarse rápidamente por el mar. ¿Se imaginan el potencial que tendría esta unidad si se le dotara de recursos adicionales y se le diseñara específicamente para emergencias? La TEAR podría convertirse en la respuesta rápida que tanto necesitamos.

La historia nos dice que en el pasado, esta unidad ya ha demostrado su efectividad. Recuerden el desastre del Prestige en 2002: mientras otros esperaban en el puerto, los infantes de marina cambiaron el curso de la historia desembarcando en playas gallegas de difícil acceso. Y qué decir del verano de 2006, cuando intervinieron en Líbano de manera eficaz, siendo capaces de adaptarse a circunstancias cambiantes, como una especie de camaleón que sabe cuándo ocultarse.

Respondiendo a emergencias con ingenio

Una de las grandes ventajas de la TEAR es su logística. A diferencia de la UME, que depende de garantizar alojamiento y comida a los efectivos que despliega, los infantes de marina tienen la opción de utilizar un buque como base. Eso suena muy conveniente, ya que sus necesidades logísticas se resuelven desde el inicio de la misión. ¿No les parece una ventaja significativa que podría traducirse en salvar más vidas? Cuando los recursos son limitados y el tiempo es esencial, la logística puede ser un asunto de vida o muerte.

No estoy insinuando que la UME no cumpla con su cometido, pero debemos ser proactivos y buscar formas de optimizar nuestros recursos. La adición de un componente anfibio podría desbloquear un potencial aún mayor. Así, ¿por qué no considerar la posibilidad de adaptar la TEAR para esta misión?

El debate: ¿militares en ayuda humanitaria?

Ahora, bien. Muchos argumentan que la idea de utilizar fuerzas militares en emergencias humanitarias puede ser peligrosa. Existe el temor de que pueda confundirse el propósito de las unidades militares con una especie de fuerza de ocupación. Pero aquí va una pregunta retórica: ¿no sería más relevante utilizar el talento, la formación y la experiencia de nuestros militares para ayudar a los ciudadanos en situaciones críticas?

Por supuesto, este no es un argumento sencillo; muchos en el ámbito militar tienen reservas y temen que se les vea más como ONG que como protectores. Sin embargo, la extensión de competencias de las fuerzas armadas hacia misiones humanitarias no significa abandonar su esencia. Esto podría, de hecho, fortalecer la confianza del público, y demostrar que la institución no está pendiente de la guerra, sino de la vida y el bienestar de la población.

Una mirada a otras naciones

Tomemos un momento para mirar hacia afuera. La creación de fuerzas de respuesta rápida y especializada en emergencias no es algo nuevo. En muchos países, este enfoque justo se ha implementado. Por ejemplo, las Guardias Costera de países como Estados Unidos o Reino Unido están bien entrenadas para responder rápidamente a desastres, ¿por qué no podría España considerar una estructura similar?

Países como Suecia y Canadá también han adoptado estrategias que permiten a sus fuerzas armadas responder ante desastres naturales, integrando diferentes ramas de las fuerzas militares para una respuesta más robusta. Al final del día, ¿no se trata de innovar y adaptarse a las necesidades? La historia ha demostrado que, innovar no es simplemente crear lo nuevo, sino también perfeccionar lo ya existente.

Preparándonos para el futuro: ¿hacia dónde vamos?

Y aquí estamos, ahondando en el futuro. A medida que el cambio climático se intensifica, las emergencias serán cada vez más comunes. Como sociedad, debemos hacer frente a la realidad de que la vida como la conocemos cambiará.

La pienso en la Brigada de Infantería de Marina no solo como una fortaleza de despliegue rápido, sino también como una oportunidad para perfeccionar los protocolos y la cooperación entre diversas ramas de emergencias. Imaginen un futuro donde una unidad efectiva, con la logística adecuada y el personal bien entrenado, esté lista para ayudar en cualquier desastre.

Podríamos estar hablando de una revolución en la forma en que se manejan las catástrofes. La prevención y la preparación serán las prioridades del futuro, y al prepararnos adecuadamente, no solo salvaremos vidas, sino que también demostraremos a la ciudadanía que la figura militar no solo está para la guerra, sino también para ayudar a quienes más lo necesitan.

Conclusiones: el camino por recorrer

Como vemos, la cuestión es compleja y multifacética. La UME ha hecho un trabajo increíble hasta la fecha, pero la experiencia de la reciente catástrofe en Valencia ha hecho evidente que es el momento apropiado para considerar nuevas opciones para la respuesta a desastres. La creación de una fuerza de despliegue rápido con capacidades anfibias no solo es una buena idea, sino que podría ser crucial para enfrentar los desafíos del futuro.

Así que, como sociedad, debemos impulsar el cambio, pensar en grande y evolucionar. La Unidad Militar de Emergencias ha demostrado ser vital, pero la demanda de un enfoque más ágil y proactivo no debe ser ignorada. Al final del día, no importa de dónde venimos; lo que realmente importa es hacia dónde vamos y cómo llegamos allí. ¿Estás listo para abanderar este cambio, España?