En los últimos años hemos sido testigos de cómo las redes sociales han transformado la forma en que las mujeres alzan sus voces. Pola Oloixarac, una escritora argentina que ha dejado su huella en el panorama literario contemporáneo, se encontró en medio de este fenómeno al recibir mensajes de mujeres que deseaban castigar a hombres a quienes consideraban agresores. Todo esto en un contexto donde el lema “hermana, yo sí te creo” resuena con fuerza. Su obra más reciente, Bad hombre, no solo explora las acusaciones de agresión, sino que también se adentra en el mundo complejo de las cancelaciones y las dinámicas de poder que las rodean.
El fenómeno de la cancelación: un arma de dos filos
Es interesante reflexionar sobre el término “cancelación”. En su esencia, se presenta como una herramienta de justicia social, but como todo lo que brilla, tiene su lado oscuro. Cuando Oloixarac habla desde su experiencia personal sobre haber sido cancelada, no solo está compartiendo una anécdota, sino que está iluminando un aspecto crucial de la conversación actual. ¿Realmente la cancelación tiene efectos positivos en la lucha feminista? Y si es así, ¿a costa de quién?
Oloixarac menciona que las acusaciones pueden convertir a una persona en un “personaje de la novela de otra persona”. Y esto es crucial. La narrativa colectiva que se construye a través de las redes puede ser a veces más pesada que la verdad misma. La historia se crea y se disemina rápidamente, y puede ser que la persona más dañada no sea la acusada, sino la propia acusadora, si la cancelación resulta cuestionable.
Del poder de la voz femenina
En tiempos recientes, el poder de la voz femenina ha cobrado protagonismo. Las mujeres, desenfrenadas por la necesidad de compartir sus experiencias de violencia y abuso, han encontrado en las redes un refugio y un megáfono. Pero, con este poder, también viene una responsabilidad. Como dice Oloixarac, “es más interesante entendernos desde el poder, incluso desde el poder de la destrucción”, pero esto debe ir acompañada de una crítica a la forma en que se utiliza ese poder.
Recuerdo el momento en que le conté a un amigo sobre una situación incómoda que había vivido en una reunión de trabajo. Su reacción fue instantánea: “¿Por qué no lo denunciaste?”. Mi respuesta fue clara: “¿Y qué conseguiría con eso en un entorno que minimiza mis preocupaciones?”. A veces, usar nuestras voces puede sentirse como disparar un arma de doble filo. Puede resultar en consecuencias inesperadas, tanto para nosotras como para los hombres involucrados.
La delgada línea entre la denuncia y el linchamiento
La autora también plantea una pregunta intrigante: “¿Qué podemos hacer cuando el sistema de justicia falla?”. En un estado donde muchas mujeres se sienten desprotegidas, y aún así, el deseo de contar sus experiencias persiste, ¿se convierte la denuncia en un linchamiento público? Al final del día, el objetivo es proteger a las mujeres, pero ¿estamos logrando eso realmente?
Las redes sociales han sido un refugio para mujeres que buscan apoyo y justicia. Sin embargo, Oloixarac pone sobre la mesa una inquietud válida: ¿la cultura de la cancelación realmente protege a las mujeres? Es posible que al crear “tribunales paralelos” estemos socavando la confianza en el sistema judicial, el mismo que se supone debería protegernos.
La política y el feminismo: ¿aliados o antagonistas?
Una de las afirmaciones más audaces de Oloixarac se refiere a cómo el feminismo puede ser instrumentalizado. Con ejemplos claros de figuras políticas que usan el feminismo como una coartada, nos invita a preguntarnos: ¿la causa se ha convertido en un juego político? Su preocupación de que algunos hombres utilicen el feminismo para disfrazar sus propios comportamientos abusivos es alarmante y debemos considerar las implicaciones.
Algunas veces me he sentido igual de frustrado con el feminismo como Oloixarac. Recuerdo una charla que escuché en una universidad sobre el impacto de las redes en la percepción de la violencia. La oradora, en tono de broma, comentó que ahora el acoso tiene un “hashtag”. Esa observación me hizo reír, pero al mismo tiempo, me dejó pensando: ¿hemos reducido el tema de la violencia a un simple trend digital?
La relación entre el patriarcado y el feminismo
Cuando Oloixarac menciona que el patriarcado también esclaviza a los hombres, toca un tema que puede generar escozor. “Ellos son las verdaderas víctimas”, dice Mateo a lo largo de la novela. Esa afirmación puede sonar a victimización, pero, en el fondo, resuena con la realidad de que muchos hombres también sufren las consecuencias de un sistema patriarcal que, en vez de ser liberador, se convierte en opresor para ambos géneros.
No se puede negar que el patriarcado es un concepto multifacético que opera de diversas formas en distintas culturas. Tal vez terminar con él no sea tanto un destino como una travesía. En este sentido, la anécdota de un conocido que se sentía atrapado en roles tradicionales de “hombre proveedor” puede parecer trivial, pero revela un dolor auténtico. El patriarcado no solo oprime a las mujeres; también somete a los hombres a expectativas que a menudo son inalcanzables.
Un nuevo relato sobre la justicia
Lo que se plantea en Bad hombre es una invitación a repensar cómo abordamos los temas de violencia y denuncia. El fenómeno de la cancelación no puede ser simplemente visto como un acto de justicia social, sino como una crítica profunda a los sistemas de poder. Para Oloixarac, es crucial estudiar el contexto de la denuncia y sus posibles ramificaciones.
Es probable que, por cada caso en el que una mujer busca justicia, haya otro hombre que se convierte en una víctima colateral de la dinámica de poder. En el camino, se pierden valiosas oportunidades para aprender y crecer como sociedad. Un momento para pensar dentro del feminismo qué funciona y qué no. La pregunta a hacer es: ¿seremos lo suficientemente valientes para aceptar una crítica constructiva?
Reflexionando sobre el futuro
El libro de Oloixarac nos deja con muchas interrogantes, y es natural preguntarse hacia dónde nos dirigimos. ¿Estamos caminando hacia un futuro en el que la voz de las mujeres siga siendo vital, pero sin perder la esencia del respeto y la empatía? Tal vez la respuesta radique en ser sinceros sobre nuestras perspectivas, tal como lo hacen las mujeres que comparten sus experiencias en plataformas como Instagram.
Como en toda narrativa, hay matices y contextos que deben ser considerados. Bad hombre nos invita a ir más allá de las etiquetas y a construir un dialogo que incluya a todos los actores. Es hora de explorar las complejidades de la conversación, de forma honesta y abierta.
A medida que navegamos en esta era digital repleta de cancelaciones y denuncias, ¿seremos capaces de crear un movimiento donde tanto las mujeres como los hombres se sientan protegidos, escuchados y en libertad de ser ellos mismos? Quizás, solo quizás, la clave esté en seguir hablando y construyendo puentes en lugar de levantar muros.
Al final del día, la lucha por la justicia social no es simplemente una batalla de mujeres contra hombres; es una danza que todos debemos aprender a bailar. Sin miedo y con respeto, para que, tal vez, el show continúe y todos podamos ser parte de él.
Espero que este artículo logre proporcionar un análisis más profundo y matizado sobre los temas tratados por Pola Oloixarac en su obra y en su vida personal. La reflexión sobre la cancelación y el feminismo es vital, y aquí hay un espacio donde podemos escucharnos unos a otros sin temor a ser juzgados. ¿Cómo te ves participando en esta conversación?