¿Alguna vez te has preguntado cómo se ganan la vida los músicos fuera del mundo brillante y ruidoso de los macrofestivales? Si deseas saber cómo es el verdadero corazón de la música en vivo, prepárate para un viaje fascinante que va más allá de los escenarios principales y los famosos, como el Primavera Sound o el Womad. Hoy, nos adentraremos en el mundo de Los Sara Fontan, un dúo musical que ha encontrado su lugar en circuitos alternativos y en la autogestión, con un enfoque fresco y auténtico que pone en primer plano la conexión humana y la música experimental.
¿Es posible vivir de la música fuera de los grandes escenarios?
Cuando uno piensa en ser músico, la imagen que probablemente se le viene a la mente es la de brillar bajo las luces de un grandioso festival, con miles de fanáticos vitoreando al ritmo de sus canciones. Sin embargo, hay un mundo menos visible, lleno de opciones donde la autenticidad y la conexión con el público son la clave. Los Sara Fontan son un claro ejemplo de esto.
Sara Fontan, violinista, y Edi Pou, baterista, comenzaron su andanza musical en 2019 sin seguir el tradicional manual de un artista que busca ser famoso. En sus propias palabras, «el camino no es fácil y cada cual tiene que asumir lo que es». Sí, amigos, ¡lo saben bien! Pero en lugar de lanzarse a la búsqueda de fama en un monopolio musical, decidieron explorar las alternativas disponibles, un viaje que a menudo les lleva a escenarios inusuales, pero siempre auténticos.
La autogestión: un camino difícil, pero gratificante
Ya sea en una okupa de Berlín, en un bosque de Huesca, o en el pajar de un pueblo de Cádiz, Los Sara Fontan han tocado en lugares donde la música está en el corazón de la propuesta, y no como un mero adorno decorativo. Así es como descrubramos que no solo se ganan la vida, sino que también abrazan su arte completamente.
A veces, cuando escucho historias sobre estos lugares inusuales, no puedo evitar recordar mis propias experiencias en conciertos donde la energía del público y la cercanía de los músicos me han hecho sentir como un auténtico partícipe de la experiencia. ¿Quién no ha sentido esa electricidad en el aire cuando el artista conecta con el público a un nivel más profundo? Eso es precisamente lo que encuentran en estos espacios menos convencionales.
Sara y Edi se aseguran de que los lugares donde tocan realmente se alineen con su ética. “Si no quieres tocar en un festival porque no quieres ese tipo de dinero en tu vida, eso te obliga a buscar otros sitios”, dice Fontan. Un enfoque que, en mi opinión, requiere una valentía admirable que pocos músicos tienen hoy en día. A veces pienso, ¿sería capaz de rechazar una oferta tentadora?
Un viaje por Europa: explorar el circuito alternativo
En su primer año, Los Sara Fontan realizaron nada menos que 49 conciertos, un tercio de los cuales fueron en el extranjero. Cocinaron en un local de Nottingham y se dejaron sorprender por el Sónar, un festival de música electroacústica en Cerdeña donde cada banda y organizador comparten la mesa, cenan juntos y celebran la música como una comunidad. Me pregunto, ¿cuántos músicos podrían decir que han hecho amistad a través de la cena y no solo a través de su música?
Estos conciertos han sido una combinación de sorpresas y conexiones humanas. Uno de los momentos más memorables fue tocar en un bosque de Huesca, donde los organizadores les ofrecieron fresas después de probar sonido. Sí, has leído bien, fresas. Es curioso cómo a veces los pequeños gestos son los que realmente cuentan, ¿no crees?
Recordando mis días de asistir a conciertos en espacios pequeños y llenos de encanto, esas experiencias a menudo se han convertido en los recuerdos más apreciados. El momento en que el artista se sale del escenario y se sienta a charlar con el público puede ser tan memorable como cualquier actuación.
Detectando el ‘azufre’ del espectáculo
Poco a poco, los dos artistas han ido afinando su capacidad para detectar aquellas propuestas que no les convienen. Es cierto que no todo lo que reluce es oro, y ellos lo saben. De hecho, denominan como “azufre” aquellas ofertas que parecen tentadoras pero no encajan con sus principios. Cuando uno ha trabajado en la industria de la música, puede parecer ridículo rechazar oportunidades que podrían ser “el éxito”, pero Sara y Edi logran tomar decisiones conscientes y manteniendo su esencia.
“Si estamos a favor de esta otra cosa, adelante. Si la música es una vía para canalizar dinero o para montar una gran farra, no”. Este es un mantra que muchos músicos deberían adoptar. ¿Quién quiere sacrificar su integridad por una breve notoriedad?
Festival o lo que lagrimas deberían ser
Aunque muchos grupos aspiran a tocar en grandes festivales, Los Sara Fontan se han convertido en expertos en rechazar los megas eventos que no resuenan con su visión. Este año rechazaron una invitación del Primavera Sound. La mayoría de las personas podría pensar que están locos, pero para ellos, eso es un triunfo.
Su experiencia en el Womad y el Fusion han sido excepcionales, pero lo que realmente aman es crear experiencias en lugares donde la música se vive de forma auténtica, donde se percibe el cariño hacia el arte. Como comenta Edi, “había un ambiente muy bonito de colaboración y respeto”. ¿Acaso no es eso lo que todos queremos al asistir a un festival? La música y las amistades.
Fluir en un contexto humano
Hablando con ellos, me doy cuenta de que el verdadero éxito en su caso radica en disfrutar del proceso. Ellos no se enfocan en cuántos discos vendieron o cuántos asistentes tuvieron; en cambio, valoran más las conexiones humanas que han forjado. ¿Cómo no querer ser parte de algo tan genuino?
Sara refleja en sus palabras que, “si estás a gusto, tocas bien”. Esto me recuerda a una entrevista con Orson Welles que mencionaron, en la que se enfatiza lo importante que es sentirte conectado con lo que haces. Como en cualquier profesión, si uno no se siente satisfecho con su trabajo, la pasión se pierde, y lo que queda es una rutina gris.
A pesar de los cansancios propios de haber superado la barrera de los 40, ellos no están quemados. Cuánto más mejor, se podría decir. Al final del día, se pasan el rato disfrutando de la música, la cultura y las conexiones personales, como debería ser.
La comunidad musical: el verdadero hogar
A medida que cierran su temporada en diciembre con un viaje a Berna, Los Sara Fontan reflexionan sobre su camino. Ellos creen firmemente que hay más música fuera de Los 40 Principales y que hay muchas maneras de construir una carrera musical. Como ellos dicen: “es otra forma de conocer el mundo que te permite reconectar con la humanidad de todo esto”.
Así que aquí estamos, rodeados de personas reales, muchas de las cuales están montando conciertos porque aman la música. Esta tribu musical es donde se sienten en casa, donde no son solo un nombre en un cartel, sino parte de una comunidad vibrante y auténtica. Y eso, mis amigos, es lo que realmente importa.
Reflexiones finales: el viaje continúa
La historia de Los Sara Fontan es una de valentía, autenticidad y profundo amor por la música. En un panorama musical que a menudo se siente abrumador y comercial, han abrazado un camino alternativo que les permite conectar profundamente con su arte y con el público.
Así que, ¿estás listo para explorar y apoyar a los artistas que eligen seguir el camino menos transitado? Tal vez la próxima vez que compres una entrada para ver a tu artista favorito, consideres también las actuaciones más pequeñas e íntimas que podrían ofrecerte una experiencia genuina y transformadora. Quizás nos lleve a comprender que la música, en su esencia, es mucho más valiosa que un gran nombre en un escenario.
Al final del día, quizás el verdadero éxito se mida no solo por el volumen del público, sino por la profundidad de las conexiones que se forman, en un pajar, en un bosque o incluso en una pequeña sala de estar. ¡Hasta la próxima!