Desde su inauguración en 2015, la momia guanche del Museo Arqueológico Nacional (MAN) en Madrid se había convertido en una de las estrellas de la exposición sobre la historia de las Islas Canarias. Sin embargo, a partir de mañana, este ejemplar histórico dejará de ser parte del recorrido expositivo. La razón detrás de esta decisión está relacionada con un informe técnico que gira en torno a la ética y el respeto hacia los restos humanos en los museos. ¿Qué nos dice esto sobre nuestra relación con el pasado y cómo interpretamos la historia a través de los objetos que conservamos?

¿Quién eran los guanches?

Antes de profundizar en la controversia que rodea a la momia guanche, hagamos un pequeño viaje en el tiempo. Los guanches fueron los habitantes originarios de las Islas Canarias antes de la llegada de los conquistadores europeos en el siglo XV. Este pueblo era conocido por sus tradiciones y prácticas, que incluían un elaborado proceso de momificación. Ah, quién no ha tenido un amigo que, en una conversación sobre antiguas civilizaciones, empieza a alardear sobre cómo «los guanches tenían el secreto de la vida eterna»… porque, seamos honestos, ¿quién no querría tener ese superpoder?

La momificación guanche era un proceso verdaderamente complejo. Se trataba de preservar el cuerpo de los fallecidos de una manera que les permitiera enfrentar la otra vida, según sus creencias. La momia en cuestión, encontrada en una cueva en la costa de Tenerife, pertenecía a un varón adulto que tuvo que ser algo así como un VIP en su comunidad, ya que su cuerpo muestra signos de un estatus social elevado. ¿Te imaginas ser el guanche del que todos hablaban a sus espaldas? «Mira, ahí va el hombre de las uñas largas», dirían.

La retirada de la momia del MAN

La decisión de retirar la momia del MAN obedece a un informe técnico que pregunta lo que muchos de nosotros hemos pensado en algún momento: ¿estamos mostrando estos restos con el debido respeto? Según el informe, la momia se exhibía con una cartela tan breve que no justificaba adecuadamente su presencia. No sería entonces como haber visto una película sin entender su argumento ni el porqué de las decisiones de los personajes, ¿verdad?

Desde el Ministerio de Cultura se está trabajando en establecer un marco más ético para el tratamiento de los restos humanos, y es que hay algo en el aire que nos invita a replantearnos nuestra forma de interactuar con la historia. La carta de compromiso que se ha publicado recientemente busca guiar a los 16 museos estatales en la forma en que abordan la exposición de restos humanos. Las palabras «respeto» y «dignidad» aparecen destacadas en esta carta, y es que, al fin y al cabo, eran personas en su momento.

La momia en contexto: comprensión y ética

El informe técnico menciona que para que los restos humanos se exhiban, debe existir un contexto adecuado que explique su importancia cultural. No se trata de exhibir un «trocito» del pasado como quien muestra un simple adorno en casa. La historia no es un adorno; es un legado que debemos cuidar y comprender.

Y aquí es donde muchos nos sentimos un poco confundidos. ¿Es correcto exhibir estos restos si no hay un narrador que nos cuente su historia? Imagina tener un álbum familiar y solo mostrar las fotos con las caras pixeladas. Perdemos la esencia, la historia detrás de cada uno de esos rostros. Para los guanches, su práctica de momificación era un rito lleno de significado que, para muchos de nosotros, se reduce a un simple objeto en una vitrina.

Un poco de historia sobre la momia guanche

La momia guanche que se encontraba en el MAN fue descubierta en la década de 1760, junto a un centenar de otras, en una cueva en Tenerife. En ese momento, el interés por los restos humanos estaba más relacionado con el morbo que con la investigación científica. La momia que llegó a Madrid era considerada de las mejor conservadas, lo que la hizo destacar incluso en su tiempo. El museo, a través de diferentes estudios, trató de comprender no solo la condición física de la momia, sino también su contexto social. ¡Menuda tarea!

Recuerdo haber visitado un museo en un viaje, quedándome perplejo ante la belleza y complejidad de las exposiciones. Sin embargo, al ver un esqueleto humano en una vitrina de cristal, me sentí incómodo. ¿Acaso este era un homenaje a la vida de esa persona o un simple fenómeno del «wow» para atraer visitantes? La historia debe ser contada con cuidado y respeto, no como un espectáculo que se consume y se olvida.

La ética en la museología

Uno de los problemas fundamentales que enfrenta el sector del patrimonio es la presentación de restos humanos. Con la creciente conciencia sobre el respeto y la dignidad que merecen, muchos museos están revaluando cómo presentar estos objetos. Como se mencionó en el informe, exhibir restos humanos puede ser justificado solo si es “imprescindible” para transmitir el conocimiento de manera efectiva. ¡Vaya embrollo!

Se trata de una cuestión compleja que involucra muchas voces. Existen grupos y comunidades que claman por el respeto a sus creencias y un compromiso ético por parte de las instituciones. La pregunta del millón es: ¿se puede realmente representar la historia sin ofender a quienes son parte de ella?

Aquí es donde entra la empatía. En un mundo donde la diversidad y los derechos humanos son cada vez más relevantes, debemos preguntarnos: ¿estamos listos para dar la voz a aquellos que ya no pueden hablar?

La carta de compromiso del Ministerio de Cultura

El Ministerio de Cultura ha lanzado una nueva carta de compromiso con el fin de garantizar que la exhibición de restos humanos se realice con el debido respeto y dignidad. Este documento se inspira en el Código de Deontología para Museos del Consejo Internacional de Museos (ICOM), que también se propone asegurar que todos los actos realizados en relación a estos restos deben tener en cuenta las creencias de las comunidades de origen.

Ahora, gracias a la tecnología moderna, es posible realizar estudios y experimentos que proporcionan información sobre estas personas, sin necesidad de exhibir sus restos materiales. Aquí, la ciencia se convierte en nuestra aliada: ¿realmente necesitamos tener ese objeto físico en una vitrina para entenderlo mejor? Tal vez no. Quizás disponemos de herramientas que pueden llevar la historia a un nuevo nivel, un nivel que no involucre un “trocito” del pasado en sí mismo.

Reflexiones finales: el legado de los guanches y los museos

Al reflexionar sobre el futuro de la momia guanche y el papel de los museos, es evidente que nuestro enfoque hacia la historia está cambiando. Ya no se trata solo de coleccionar objetos; se trata de narrar historias de forma responsable y significativa.

Los restos de los guanches son solo un escasísimo relato de un pasado que necesitamos honrar. Nos recordarán que, aunque el tiempo pase y la vida avance, siempre habrá un llamado a la reflexión sobre cómo vivimos en el presente, cómo hacemos nuestras elecciones éticas y cómo nos relacionamos con nuestro recuerdo colectivo.

Cuando te encuentres en un museo la próxima vez, recuerda que detrás de cada objeto, ya sea un trozo de cerámica o un esqueleto, hay una historia, una vida que merece ser recordada. Después de todo, si nosotros fuéramos esos restos, ¿querríamos que alguien mirara nuestras historias a través de una vitrina sin tener en cuenta su contexto y significado?

Así que, la próxima vez que te encuentres frente a una momia guanche, pregúntate: ¿estamos aprendiendo realmente de la historia o solo estamos admirando un artefacto? Y, sobre todo, reflexiona en el legado ético que dejaremos a futuras generaciones. ¿Qué historias contaremos sobre nosotros mismos?