Como una ola que crece en intensidad y en número, las movilizaciones en apoyo a Palestina han resonado por toda España y el mundo, especialmente en este año que marca un triste aniversario del conflicto. Miles de personas se han levantado para exigir a sus gobiernos que actúen y pongan fin a lo que muchos llaman «genocidio» en Gaza. El hashtag #FreePalestine ha vuelto a tomar vida en redes sociales mientras que las protestas se expanden como una mancha de aceite.
¿Por qué ahora? Si has estado prestando atención a las noticias, sabrás que la situación ha alcanzado un punto crítico. El 7 de octubre de 2022 fue un día trágico marcado por un ataque devastador de Hamas contra Israel, que dejó 1,200 muertos y 251 rehenes. Sin embargo, no se puede hablar de este conflicto sin mencionar la reacción proporcional de Israel, que ha resultado en la muerte de más de 41,000 palestinos en Gaza. La historia se repite, y con ella, las voces que claman por justicia.
La importancia de las movilizaciones
Madrid, Pamplona, Bilbao… varias ciudades españolas se han convertido en el epicentro de este clamor. Organizada por la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (RESCOP), la movilización en Madrid fue un grito de desesperación y solidaridad. Los manifestantes se dirigieron desde Atocha hasta la Puerta del Sol, donde las pancartas eran un reflejo de la rabia acumulada durante años. Necesitaban ser escuchados, necesitaban que su mensaje llegara a quienes tienen la capacidad de cambiar esta dramática situación.
Anécdotas personales: ¿qué nos lleva a salir a la calle?
Recuerdo mi primera manifestación. Era un día de primavera, y mientras el sol brillaba, las personas marchaban con una pasión que aún me sorprende. Sentí una mezcla de miedo y emoción; el rugido de la multitud era contagioso. Con cada paso, la adrenalina se mezclaba con la necesidad de hacer una declaración, de marcar una diferencia. Hoy, muchos están sintiendo lo mismo al manifestarse por la causa palestina. ¿Quién no ha sentido alguna vez el deseo profundo de ser parte de algo más grande? A veces, eso implica alzar la voz y hacer presencia.
Un grito común por la justicia
Las palabras de Lidón Soriano, activista y portavoz de una de las plataformas, resuenan en mi mente: «Los gobiernos están obligados no solo a cumplir, sino a hacer cumplir el Derecho internacional.” ¡Qué fuerte! Tendemos a olvidar que la responsabilidad no sólo recae sobre los ciudadanos, sino que también los gobiernos tienen un papel crucial. Deben actuar y defender lo que es legalmente y moralmente correcto.
La exigencia de sanciones a Israel por violar los derechos humanos, tal y como lo estipulan las resoluciones internacionales, es un mensaje que se ha repetido por miles de voces. La ironía de defender el derecho internacional mientras las lágrimas y el dolor inundan Gaza es difícil de ignorar. ¿No debería ser la paz un derecho universal?
Los gritos desde otras ciudades
Las amplia participación en ciudades como Bilbao y Pamplona demuestra que el sentimiento es generalizado. La marcha en Bilbao, encabezada por la Plataforma Palestinarekin Elkartasuna, fue un espectáculo conmovedor. Las banderas ondeaban al viento, mientras los asistentes, algunos con pañuelos palestinos, gritaban lemas como “no es una guerra, es un genocidio” y “Europa patrocina, Israel asesina”. Es como si esas consignas hubieran sido escritas en los corazones de todos los que estaban allí.
Las repercusiones globales
Y a nivel internacional, las protestas no se limitan a las fronteras españolas. Desde Roma hasta Nueva Zelanda, miles de personas se han sumado a la lucha. Sabías que en París, el líder de la izquierda radical Jean-Luc Mélenchon participó en una manifestación exigiendo el boicot a Israel? ¡Eso es lo que se llama visibilidad política! Cada país aporta su propia voz al coro y refuerza la idea de que la lucha por la justicia de Palestina es un movimiento global.
Y en medio de todo este clamor, resuena una pregunta inquietante: ¿por qué las decisiones políticas se ven tan a menudo influenciadas por intereses económicos y relaciones diplomáticas en lugar de la moralidad y la justicia? Un ejemplo claro es la resistencia del gobierno australiano contra las manifestaciones a favor de Palestina. La verdad es que, a veces, los intereses de unos pocos opacan las voces de muchos.
La presión que se siente en la piel
Las imágenes de la Policía en Roma, de un lado, y los manifestantes, del otro, ilustran la tensión creciente. Los enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los ciudadanos en busca de justicia no son ajenos a los ojos del mundo. Cuando los gritos exigen paz y se ven respondidos con porrazos, uno no puede evitar preguntarse: ¿Esta es la democracia que tanto defendemos? La historia enseña que la opresión genera resistencia, y estamos viendo su reflejo en cada rincón del planeta.
La reciente decisión de las autoridades en varias ciudades europeas de limitar las manifestaciones propalestinas plantea serias dudas sobre el compromiso con la libertad de expresión. La consigna es clara: sanciones a Israel, romper relaciones diplomáticas. Sin embargo, lo que parece un deseo de justicia a menudo se traduce en una lucha contra la indiferencia.
Reflexiones finales: el poder de la voz colectiva
Mientras escribo esto, me viene a la mente un pensamiento recurrente: la humana necesidad de pertenecer y de ser escuchados. Las convocatorias en diferentes ciudades reflejan el poder de la voz colectiva. La historia ha demostrado que cuando las circunstancias lo requieren, la sociedad puede unirse, desbordando toda forma de apatía.
Las manifestaciones en España y el resto del mundo, se suman a un caldo de cultivo que, aunque en muchos momentos puede sentirse impotente, tiene la capacidad de producir cambios. Ridículo, ¿verdad? La historia está llena de paradojas. Pero esta vez, quizás, nuestras voces puedan retumbar lo suficiente como para que quienes están en la cumbre de las decisiones escuchen .
Entonces, ¿qué te motiva a salir a la calle? Tal vez sea la memoria de aquellos que han sufrido, la esperanza de un futuro mejor o simplemente la necesidad de reconectar con la humanidad. Sea cual sea la razón, este clamor resuena en el aire, y uno nunca puede subestimar el poder de la protesta pacífica. La lucha por Palestina es, en esencia, una lucha por la justicia. Y ese, mi amigo, es un viejo amigo de la humanidad.
¿Y tú? ¿En qué lado de la historia quieres estar? La decisión es tuya.