La vida puede llevarnos por caminos inesperados. A veces, nuestros sueños parecen estar a un abismo de distancia y, sin embargo, hay aquellos que se niegan a rendirse. María, una joven cineasta iraní, es un claro ejemplo de ello. En su trayectoria, refleja las luchas de un pueblo, de una generación y, sobre todo, de las mujeres que, a pesar de ser oprimidas, encuentran formas de levantarse y resistir.
El comienzo de una travesía hacia la libertad
Imagina ser solo una niña de ocho años y que te obliguen a llevar un velo que pesaba más que tú. Esta es la imagen que describe la infancia de María, quien recuerda vívidamente cómo su vida empezó a cambiar con la imposición del hijab. Desde ese momento, comenzó a sustituir el juego y la inocencia por la opresión y el miedo. Con el tiempo, el deseo de libertad se convirtió en una necesidad urgente.
Como tantas otras, María creció en un ambiente donde el odio se enseñaba en las aulas y los miedos eran más que solo fantasmas de la infancia. «Aprendí a odiar a países que ni siquiera sabía ubicar en un mapa», reflexiona. Pero, ¿qué hace una niña cuando le dicen que su único camino es el olvido? Ellas luchan. Y así fue como María decidió que su vida no sería una simple suma de opresiones.
Emigrando hacia un nuevo horizonte
En un mundo tan pequeño y limitado, la decisión de salir de Irán no es fácil. María recuerda, entre risas, sus sueños de escapar a Nueva York. “No tenía idea de qué era Europa, pero ya podía imaginarme en Times Square. Después aprendí un poco y decidí que España era mi destino. Más asequible, ¿no crees?”, dice con una sonrisa irónica.
La complejidad de conseguir un visado no fue trivial. La primera vez fue rechazada. “Me preguntaba si tenía una estampilla de ‘wench’ en la frente”, cuenta con un tono autocrítico ¿Te imaginas a alguien con un brillo de esperanza buscando un futuro? Aquí, todo se sentía como una serie de obstáculos, pero nunca se rindió.
Del miedo a la libertad: un camino emocional
Al llegar a Asturias, la sensación de libertad que tanto había buscado no cayó del cielo. María narra: «Pensé que al llegar, me sentiría como un pájaro libre después de estar enjaulada, pero me encontré con algo extraño: un miedo que no sabía de dónde venía». Su cuerpo aún no había superado el trauma de años de represión.
¿Te has encontrado alguna vez en una situación que cambió drásticamente tu vida y luego no sabías cómo adaptarte? Esa sensación de ser un extraño en tu propia piel es una experiencia compartida por muchos migrantes. Al cruzarse con la policía, María sentía el impulso de colocarse el velo, incluso si estaba en un país donde ya no era obligatorio. “A veces, pienso que debería escribir un libro sobre mis tics”, bromea.
La ira y el luto: un capítulo decisivo
Una historia que da un giro inesperado es la del asesinato de Masha Amini, cuya muerte a manos de la policía moral en 2022 marcó un antes y un después en el activismo por los derechos de la mujer en Irán. María estaba de visita cuando ocurrió, y recuerda ese instante con escalofríos: “Estaba en el entierro cuando escuché gritar ‘Mujer, vida, libertad’. Fue como una chispa. En ese momento, supe que estaba en la línea de fuego”.
Esta consigna se convirtió en el grito unificador de millones de mujeres que, cansadas del silencio impuesto por el régimen, salieron a la calle a exigir sus derechos. Las corrientes de protesta no eran nuevas, pero este evento fue un catalizador. ¿Cómo se siente estar al borde de una revolución? La mezcla de miedo y esperanza es algo que pocas personas pueden comprender plenamente.
El papel del arte como resistencia
María sueña con contar historias; historias que descorchen la realidad de las mujeres iraníes, que desnudan su alma en la pantalla. El cine se ha convertido en su forma de resistencia. Al hablar sobre su primer cortometraje, que se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Xixón, se siente llena de orgullo. “Cuando pienso que una taza de café me podría costar más que mi producción”, suelta entre risas, “me doy cuenta de que esto vale cada segundo”.
Ella sabe que cada imagen, cada palabra, puede ser un grito de supervivencia y esperanza. Al ver su historia proyectada, ¿no sientes la necesidad de celebrar y llorar al mismo tiempo por todas las mujeres que no pueden hacerlo?
Un camino hacia el futuro: la lucha sigue
Mientras se esfuerza por cumplir su sueño de ser cineasta, también se convierte en voz y eco para aquellas que no pueden hablar. María ha llevado su historia a universidades, grupos de jóvenes y foros, siempre impulsando el mensaje de que el cambio es una construcción colectiva. «No es solo mi historia; es la historia de muchas mujeres que aún están en la oscuridad», dice con determinación.
Hoy, el régimen en Irán está lejos de mostrarse amable. La tramitación del Proyecto de Ley de apoyo a la castidad y el uso del hiyab solo intensifica la opresión. Pero, a pesar de esto, María es optimista: «El movimiento ’Mujer, vida, libertad’ ya no tiene marcha atrás. Hemos avanzado demasiado».
Nos hace pensar en todas las personas que no tienen el lujo de expresar su dolor, su lucha, su resistencia. ¿Qué podemos hacer nosotros, desde la distancia, para apoyar esta causa?
El clamor internacional y la solidaridad
Mientras María continúa sobreviviendo y creando desde la distancia, su historia se entrelaza con movimientos internacionales como Amnistía Internacional, quienes defienden la inclusión del apartheid de género como un crimen de derecho internacional. Esta lucha por establecer leyes que protejan a mujeres y niñas no es solo un grito perdido en el aire, sino un acto de amor hacia quienes han sacrificado todo por la libertad.
La voz de María resuena, no solo en su historia personal, sino en la lucha de cada mujer que ha alzado su voz. En sus palabras: «No tengo una bola de cristal, pero el miedo ya ha sido confrontado».
Reflexiones finales: la esperanza en la lucha
Así termina la historia de María, pero comenzamos a entender que, en el corazón de cada mujer que lucha por la libertad, hay una historia que merece ser contada. El camino a la libertad no es fácil; hay risas y lágrimas, entornos hostiles y esperanzas rotas, pero al tomar cada paso hacia adelante, recuerda: esta no es solo una lucha por mí; es una lucha por todas.
Y así, antes de cerrar, te lanzo una pregunta: ¿cómo eliges ser parte de esta historia? La lucha de María es la de todos; por lo tanto, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar. Ser escuchados, ser solidarios y, sobre todo, nunca callar.