Si alguna vez has pasado por un juzgado, quizás te hayas preguntado quién está detrás de los procesos que, a menudo, son largos y complicados. Hoy, te hablaré de un grupo de profesionales que se esfuerzan día tras día por mantener el funcionamiento de la justicia en España: los jueces sustitutos. A pesar de su labor fundamental, estos profesionales enfrentan enormes desafíos, y su situación es más precaria de lo que muchos podrían imaginar. Así que, acomódate, porque vamos a sumergirnos en un tema que, aunque serio, está lleno de historias personales, sueños no cumplidos, y un toque de humor que hace falta en momentos tan tensos.
¿Quiénes son los jueces sustitutos?
Lydia Polo es solo una de las muchas personas que se encuentran en esta situación. Lleva 15 años recorriendo los** juzgados de Murcia**, barriendo de un lado a otro no solo sus decisiones, sino también sus esperanzas. ¿Te imaginas tener el mismo trabajo durante casi dos décadas y sin seguridad laboral? Es como si estuvieras en una relación de larga distancia, donde todos los días te preguntaras si, al final, te van a elegir o quedarte solo en el limbo de la interinidad.
En realidad, hay alrededor de 1,000 jueces sustitutos en circunstancias similares en toda España. Son una pieza clave del engranaje judicial, pero hasta ahora, la Administración no ha tenido la cortesía de regularizar su situación. Como bien dice Lydia, “la única cosa que pedimos es que se reduzca la temporalidad y la precarización laboral”. Y no es para menos.
Una situación insostenible
El tema no es tan sencillo. Estos jueces se enfrentan a un sistema que parece renegar de la estabilidad laboral. Imagina esto: tú trabajas a tiempo parcial sin beneficios, te pagan solo por los días que “te llaman”, y eso puede convertirse en un serio dolor de cabeza cuando llega el fin de mes. Como Lydia menciona, “no tenemos la antigüedad que deberíamos ni el tiempo de cotización que nos corresponde”.
Pero eso no es todo. La realidad es que estos jueces están sometidos a un régimen de incompatibilidad que les impide dedicar tiempo a otras actividades profesionales. Básicamente, lo que ellos llaman “abuso” no es solo un ruido de fondo; es parte de su día a día.
¿Cómo se sentiría uno de nosotros al tener una carrera en la que, a pesar de estar firmando el 20% de las sentencias en el país, no se obtiene un lugar fijo en el sistema? Tiene que ser frustrante. Pero el problema no acaba aquí.
La presión de la Unión Europea
A esta montaña de problemas se une la presión externa. Según un proyecto aprobado recientemente en el Congreso de España, el Gobierno finalmente está comenzando a tomar medidas hacia la regularización de este colectivo, en parte debido a que la Unión Europea ha estado mirando con lupa. Después de recibir cartas de infracción y ver cómo los jueces honorarios italianos lograron regularizar su situación, se están dando pasos hacia una posible solución.
Sin embargo, no todas las asociaciones judiciales están de acuerdo en permitir que los jueces sustitutos se integren plenamente en la carrera judicial. Solo un grupo, conocido como Juezas y Jueces para la Democracia, apoya la regularización. Los demás parecen más bien como ese tío que siempre lleva la contraria en las cenas familiares. Pero, ¿no es una locura que se esté discutiendo la dignidad y los derechos laborales de profesionales que son fundamentales en nuestro sistema judicial?
Las voces de un colectivo silencioso
A menudo, en este tipo de discusiones, las voces se ahogan en el ruido de la burocracia y la política. La verdad es que muchos no conocen la historia de los jueces sustitutos; no se habla de esto en las redes sociales en el mismo tono en que se discuten otras injusticias sociales. A veces pienso que en una conversación sobre derechos laborales, todos hablarían de los problemas de otros sectores antes de mencionar esta realidad.
Algunas otras voces que deberíamos considerar son las del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que preside sobre estos jueces, aunque su sueldo proviene del Ministerio de Justicia. La paradoja es evidente: trabajan bajo condiciones precarias mientras que los presidentes de esas entidades se ven en sus cómodas sillas, ajenos a la lucha diaria por la estabilidad del colectivo.
Un cambio que se hace esperar
A pesar del panorama desolador, hay una chispa de esperanza. La intervención del partido Sumar, que propuso una enmienda para incluir medidas de regularización, ha comenzado a abrir caminos. Sin embargo, el proceso es lento y, en muchas ocasiones, parece que estamos enfrascados en una partida de ajedrez interminable, en la que la única estrategia del adversario es alargar el juego hasta que todos perdamos la paciencia.
Los jueces sustitutos han pasado años exigiendo el cumplimiento de sus derechos, pero por alguna extraña razón que desearía entender (sería genial si esto fuera una película y al final tuviéramos a un héroe político que hiciera justicia), sus demandas han caído en oídos sordos. Es como si estuvieran tratando de gritar en medio de un concierto de rock: ¡nadie les escucha!
La búsqueda de la dignidad
Al final del día, lo que realmente busca este colectivo es dignidad laboral. Su único deseo es poder tener un lugar fijo en el sistema, donde puedan ejercer su trabajo con la estabilidad que merecen. Como bien señala Lydia, no están pidiendo nada del otro mundo; simplemente quieren dejar de estar en esa «bolsa» de jueces que son convocados solo cuando se les necesita.
En un momento de reflexión personal, debo preguntarme: ¿qué haría yo si estuviera en su situación? Tal vez intentaría ser protagonista de mi propia historia, buscando formas creativas de resistencia. Pero el hecho es que, a pesar de la adversidad, su espíritu de lucha sigue siendo admirable.
La importancia de la justicia social
La historia de los jueces sustitutos es un recordatorio de que la justicia social en cualquier país debe ser una prioridad. Cuando un colectivo que hace un trabajo crucial no cuenta con los recursos o el reconocimiento que merece, no es solo un problema para ellos, sino un síntoma de un sistema que necesita urgentemente una revisión. ¿Queremos vivir en una sociedad que ignora las historias personales de sus trabajadores?
La reforma judicial no es solo un asunto de leyes, sino sobre las vidas que se ven impactadas por esas leyes. Mientras observamos a nuestros legisladores y esperamos que hagan lo correcto, también debemos elevar nuestras voces y contar las historias que realmente importan. Porque solo así, tal vez, podamos crear un cambio duradero.
Conclusión: el camino hacia la regularización
Para terminar, la demanda de los jueces sustitutos no es solo una cuestión de trabajo, es sobre algo más profundo: se trata de dignidad y derechos laborales en un sistema que a menudo parece olvidarlos. A medida que el mundo avanza hacia un futuro más justo y equitativo, es crucial que no dejemos atrás a aquellos que garantizan que la justicia se administre de manera justa.
Así que, la próxima vez que escuches sobre jueces, piensa en todos los que están soñando con una situación mejor. Porque, al final, todos buscamos el mismo sueño: un trabajo estable, reconocimiento por nuestro esfuerzo, y un lugar donde nuestras voces sean escuchadas. ¿No es lo mínimo que se puede pedir?