En un mundo donde la ciencia ha avanzado a pasos agigantados, conceptos básicos como la forma de la Tierra se han transformado en objeto de debates surrealistas. Ciertamente, hay quienes aún defienden la idea de que la Tierra es plana. Este fenómeno, que en ocasiones parece sacado de una obra de ciencia ficción, nos lleva a preguntarnos: ¿por qué ciertas personas prefieren creer en teorías de conspiración en lugar de los hechos científicos establecidos?

Para explorar este enigmático tema, recurriremos a recientes eventos que involucran a una expedición aleccionadora en la Antártida y a un conocido presentador español: Jesús Calleja.

La expedición que desafió las teorías de la Tierra plana

A finales de 2024, un grupo de terraplanistas se unió a científicos en la mítica Antártida para llevar a cabo un experimento titulado «Experimento Final». El objetivo era simple, pero de suma importancia: demostrar que la Tierra es, de hecho, esférica. Este es un tema que los terraplanistas han discutido por años, abrazando una concepción del mundo en la que nuestro planeta se asemeja más a un disco flotante que a una esfera.

Mientras preparaba este artículo, no pude evitar recordar mi propia experiencia en una expedición a un lugar recóndito. Allí, sentado junto a un fogón bajo un cielo estrellado, discutía con un amigo —quien sigue persiguiendo teorías conspiratorias— sobre la forma de nuestro planeta. «Mira», le dije, «si ves la sombra de la Tierra proyectada en la luna durante un eclipses, te darás cuenta de que es redonda». Él solo se rió y me retó a buscar argumentos más sólidos.

El Experimento Final, sin embargo, no solo ha servido para que los terraplanistas refuten sus creencias, sino que ha permitido a algunos aceptar la realidad. La expedición demostró algo fundamental: el fenómeno del día y la noche, que en el hemisferio sur en verano puede durar hasta 24 horas. Aparentemente, ver el sol brillar durante todo el día no fue suficiente para que algunos terraplanistas cambiasen su forma de pensar.

Los argumentos de los terraplanistas: aún más absurdos de lo que crees

El terraplanista Enrique, uno de los líderes del grupo, planteó que el ciclo de día y noche se debe a un «movimiento del sol dentro de una cúpula». No me pude resistir a una risa mezcla de incredulidad y asombro. Imaginar un sol girando por dentro de una cúpula definitivamente alimenta mi amor por la ciencia ficción. Enrique incluso afirmó que esto estaba ya predicho en la serie de los 80 «V», donde, según él, se reflejaban las constelaciones en la cúpula. ¿Alguien más siente un eco de las teorías más locas de Los X-Files?

Jesús Calleja, el notable aventurero español, no se quedó callado y compartió un análisis sorpresa de esta situación. En un tono jocoso que solo él sabe manejar, le hizo un llamado a Enrique: «¿Has leído algún libro alguna vez?», enfatizando la necesidad de consumir información veraz.

La interacción entre Calleja y las teorías terraplanistas

La popularidad de Calleja, un aventurero siempre dispuesto a afrontar lo inimaginable, le ha permitido conectar con un amplio público a través de sus redes sociales. En su sección «Dame paciencia para rebatir con ciencia», analizó, con humor e ironía, los argumentos de Enrique, proporcionando un enfrentamiento educativo que todos necesitamos ver. En internet, el mensaje se volvió viral, llevando a múltiples respuestas y reacciones.

Uno no tiene que ser un científico para notar la incredulidad que suscitan estos debates. Al ver comentarios en TikTok, muchos expresan su frustración: “Es más sensato cuestionar la idea de una Tierra esférica que una ciencia que aún no puede regresar a la luna.» ¡Qué momento para recordar que la luna, aunque no siempre visible, sigue ahí!

La ciencia vs. la conspiranoia: ¿dónde trazamos la línea?

Esta situación plantea un tema candente y relevante en nuestras vidas: ¿hasta dónde podemos o queremos llegar con el pensamiento crítico? Los terraplanistas pueden ser una minoría, pero representan una tendencia más amplia: la resistencia a aceptar evidencia científica a favor de opiniones basadas en creencias personales.

Haciendo un ejercicio de empatía, es fácil sentir que se han perdido en un mar de información miscelánea, pero cuando interacciones así se dan en las plataformas digitales, surge una pregunta más profunda: ¿somos como sociedad responsables de fomentar la desinformación?

Es fascinante pensar que muchos de nosotros hemos compartido memes o artículos llamativos en redes sociales, sin comprobar la veracidad de lo que estábamos difundiendo. Es como compartir la receta de un nuevo plato, pero olvidando que el ingrediente principal es la ciencia.

Reflexionando sobre la ignorancia y la falta de conocimiento

La falta de lectura y el desconocimiento general son problemas que se arrastran con el tiempo. Un estudio reciente del Institute for the Future señala que, en un mundo saturado de información, la alfabetización científica se ha convertido en un activo esencial. Sin embargo, a menudo nos encontramos apáticos, despreciando la ciencia a favor de teorías de conspiración que prometen dar sentido a un mundo caótico.

Calleja, al analizar las afirmaciones de Enrique en un tono de comedia, nos recuerda que la ignorancia puede ser un terreno fértil para el humor. Con su estilo natural, hace que el público reaccione ante lo absurdo, facilitando la conversación sobre un tema serio en un ambiente más ligero. Es un pequeño recordatorio de que a veces, reírnos de lo ilógico es un paso hacia la verdad.

Enterrando mitos: la educación como clave

Finalmente, todo este submundo dilema requiere un enfoque a largo plazo. La educación científica y un pensamiento crítico deben ser prioridad. De hecho, no debe ser un trabajo exclusivo de científicos o educadores. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar.

Recordemos, por ejemplo, cuando me encontraba en una conversación en la universidad sobre teorías físicas, un compañero afirmó que los hormones de las mujeres cambiaban la inclinación de la Tierra. Quizás de manera muy optimista, decidí abordarlo con el humor que lo caracteriza: «Bueno, si eso fuese cierto, tal vez necesitaríamos menos entrenamiento espacial y más charlas de café».

Conclusión: el camino hacia la razón

La expedición a la Antártida ha puesto de manifiesto que, aunque la ciencia puede mostrar datos irrefutables, el desafío de la ignorancia es un reto mayor. Mientras que algunos pueden abrirse a nuevas conexiones y aceptar la información, otros persisten en su defensa de teorías disparatadas. ¿Cómo logramos entonces romper esa barrera?

Debemos recordar que la conversación es clave. La lucha contra la ignorancia se da día a día, conversación a conversación. Tal vez, lo más importante sea que, incluso si no logramos convencer a todos, el simple hecho de mantener la conversación viva nos acerque un poco más a la verdad.

¿Y tú, querido lector? ¿Cómo respondes ante teorías conspirativas que desafían la lógica? La educación, el humor y la empatía son nuestras mejores herramientas. Y quizás, en un futuro cercano, podamos ver un mundo donde el conocimiento triunfe sobre la superstición, y donde todos podamos mirar al cielo y aceptar que la Tierra, efectivamente, es redonda.