La verdad se ha convertido en una mercancía escasa en la era digital. La rapidez con la que un bulo se difunde puede ser abrumadora y a menudo nos deja preguntándonos: ¿Cómo hemos llegado a este punto? Rubén Sánchez, secretario general de Facua y destacado defensor de los consumidores, ha tomado la iniciativa para combatir esta marea de desinformación a través de su libro “Bulos: Manual de combate”. No solo nos ofrece un repaso sobre el daño que generan los bulos, sino también estrategias para enfrentarlos. Así que acompáñame en este viaje en el que exploraremos cómo los bulos han creado un nuevo y complejo ecosistema en el que todos, sin excepción, estamos involucrados.
¿Quién se beneficia de los bulos?
Iniciemos con una reflexión: ¿quién se beneficia realmente de la proliferación de información falsa? Rubén señala que la ultraderecha ha encontrado en los bulos un medio efectivo para alcanzar y consolidar su poder. En España, la formación Vox ha utilizado estrategias cargadas de desinformación para escalar posiciones políticas. Esta realidad puede parecer extrema, pero es un fenómeno que se reproduce en todo el mundo, creando un clima propicio para el miedo y la desconfianza.
Puede que te haya tocado ver cómo en algún almuerzo familiar se saca a colación algún tema «candente» en el que, casualmente, todos parecen tener una opinión formada y basada en un bulo. ¿Te suena familiar? La verdad es que hemos sido testigos de cómo ciertos personajes y grupos han utilizado estas historias para abrir brechas entre amigos, familiares e incluso comunidades enteras.
Desmontar un bulo: la tarea de héroe moderno
Afrontémoslo: desmentir un bulo no es tarea fácil. Rubén lo resume con la famosa frase de Mark Twain: «La mentira ha dado la vuelta al mundo cuando la verdad no ha empezado a ponerse las botas». La viralidad de los bulos es impresionante; son rápidos, escandalosos y fácilmente consumibles. A menudo, son más atractivos que la laboriosa labor de verificar hechos y presentar la verdad.
Esto nos lleva a reflexionar sobre nuestras propias acciones en las redes sociales. ¿Cuántas veces has compartido información sin verificar su origen? Me confieso culpable de ello. En una ocasión, compartí un artículo que parecía muy convincente sobre un restaurante que mantenía condiciones higiénicas deplorables. Después de varias “revisiones”, descubrí que, aunque la comida era maravillosa, el artículo en cuestión tenía más agujeros que una red de pesca. El proceso de desmentir es lento, y a veces, es como tratar de apagar un fuego forestal con una botella de agua.
¿Se puede luchar contra un bulo?
La clave parece estar en la selección. A veces, es un desafío tan grande que Rubén sugiere centrarse en los bulos más dañinos. En su experiencia, enfrentarse a personajes de renombre que propagan falsedades -como el caso de Luis Pineda, el antiguo presidente de Ausbanc- puede resultar no solo en condenas, sino en una mayor concienciación sobre el tema. Sin embargo, batallar contra los bulos requiere paciencia y recursos económicos, lo que no está al alcance de todos.
En una de mis anécdotas, recuerdo una conversación con un amigo sobre la generación “Millennial” que, en su mayoría, se pasaba el día difamando sin evidencias. Ahí le solté: “A veces me pregunto si ser un influencer hoy en día es lo mismo que ser un charlatán en la plaza del pueblo hace unos siglos.” Y, sinceramente, creo que no estaba tan lejos de la realidad.
Herramientas de justicia: ¿son suficientes?
Rubén insiste en que las herramientas legales existen para combatir la difamación y los bulos, pero el problema radica en su accesibilidad. La justicia puede ser costosa, y defenderse en los tribunales no es una opción viable para todos. Este es un punto del que muchos de nosotros no estamos conscientes hasta que nos toca -¿a quién no le gustaría estar al otro lado del pasillo en un tribunal para llevar una defensa al menos igual de bien preparada que la acusación?
La situación se complica aún más cuando los jurados tienden a subestimar la gravedad de los bulos y su impacto, lo que lleva a que las indemnizaciones sean escasas. En su experiencia, Rubén ha visto cómo los jueces a menudo otorgan montos ridículos, lo que plantea la cuestión: ¿Qué valor le damos a la verdad y al daño que puede causar un bulo?
La política como terreno de juego de la desinformación
En el ámbito político, los bulos se han convertido en una herramienta estratégica brillante y bochornosa. Un ejemplo que Rubén menciona es el reciente debate electoral entre Feijóo y Sánchez. En esa ocasión, Feijóo lanzó una mezcla de afirmaciones explosivas, mientras que Sánchez no logró desmentirlas de inmediato. Este tipo de intercambio nos da una idea de cómo la narrativa de los bulos puede tomar protagonismo en la política, alterando la percepción pública de manera alarmante.
Por cierto, ¿alguna vez te has sentido como un espectador en un partido de tenis de verdad? El vaivén de acusaciones y defensas puede ser más emocionante que una serie de Netflix. Pero, lamentablemente, la serie no tiene un final feliz si no encontramos cómo enfrentar el contenido engañoso de una manera que atraiga y capte la atención del público.
La responsabilidad de los medios de comunicación
La pregunta que a muchos de nosotros nos preocupa es: ¿Qué han hecho los medios para frenar esta ola de desinformación? La respuesta no siempre es alentadora. Rubén argumenta que, en sus intentos de ser «neutros», muchos medios han terminado por dar visibilidad a bulos que no merecen ser amplificados. En su libro, señala que el deber de los periodistas es proporcionar información verídica e investigar, no solo repetir lo que se dice en las redes sin un análisis crítico.
A veces, el clic es más valioso que la verdad. Es una lección que todos deberíamos interiorizar: no queda más remedio que darle la espalda a la viralidad sin sustento para volver a priorizar la integridad informativa.
Recapitulando: ¿Quién va ganando en la batalla contra los bulos?
Rubén no pintará un cuadro optimista, y es probable que tú tampoco estés esperando uno. Después de todo, la lucha contra la desinformación es una batalla que se entrelaza entre pequeñas victorias constantes. Sin embargo, también hay un rayo de esperanza en la forma de batallas ganadas. Cada vez que se logra desmantelar un bulo, cada vez que se condena a alguien por difamación, estamos brindando otro argumento a favor de la veracidad.
Por lo tanto, podemos afirmar que la guerra nunca se ganará del todo, pero cada mini-batalla nos regala un motivo más para continuar. Cada acción cuenta. Y, como Rubén nos recuerda, la historia de la verdad no se escribirá sola, debemos tomar parte activa en ella.
En resumen, los bulos son un fenómeno complejo que requieren de nuestra atención, crítica y acción. La verdad importa más que nunca; tu voz, tu responsabilidad, y tu compromiso serán las claves para enfrentar un mundo donde la desinformación se ha apoderado de la conversación cotidiana. Y tal vez, solo tal vez, con un poco de humor y empatía, podemos encontrar el camino hacia un mañana más informado.