La corrupción es un fenómeno que, a pesar de los esfuerzos realizados por las instituciones, parece no tener fin. En la reciente comparecencia de la fiscal superior vasca Carmen Adán en el Parlamento Vasco para presentar su memoria anual, sus palabras resonaron con un eco familiar que podría describirse como un «bucle». Y es que, año tras año, las mismas preocupaciones y las mismas demandas vuelven a salir a la luz. ¿Realmente estamos atrapados en este ciclo? Si hemos llegado a este punto, puede que haya temas que abordar con urgencia.

La figura del delegado anticorrupción: demanda de especialización

Carmen Adán ha vuelto a plantear la creación de un delegado Anticorrupción en Euskadi. Según sus palabras, «la especialización siempre es buena». Y aquí es donde quizás se cruza la línea entre lo deseable y lo realizable. ¿No les suena eso a un clásico de la política? “Vamos a crear algo que todos quieren, pero nadie sabe exactamente cómo implementarlo”. La idea es atractiva, indudablemente, pero ¿es realmente viable sin los medios necesarios para llevarla a cabo?

Adán se lamenta de que la actual plaza de delegado contra delitos económicos está sobrecargada, abarcando muchas más materias que simplemente la corrupción política. En este contexto, se hace evidente que el tejido que sostiene la infraestructura legal contra la corrupción es frágil y necesita ser reforzado. Aunque varios casos están abiertos contra cargos públicos por delitos ambientales, son escasos los recursos y la especialización para abordar esta lacra.

Es curioso que, en un mundo donde el antivirus está a la orden del día, la corrupción siga campando a sus anchas. Y mientras tanto, nos solemos quejar en las reuniones familiares, pero pocas veces nos vemos envueltos en la acción. ¿Acaso estamos esperando a que alguien más resuelva el problema por nosotros?

Causas ambientales: ¿dónde están los culpables?

La fiscal no ha dejado de señalar que no podemos cargar únicamente con la responsabilidad a las empresas o particulares. A menudo, los cargos institucionales también están involucrados. ¡Sorpresa! No es que los políticos se porten mal solamente en las telenovelas, sino que en la vida real también están enredados en este tipo de problemas.

El hecho de que se haya incorporado la prevaricación ambiental al Código Penal demuestra que hay una necesidad palpable de atención a estos temas. Las criaturas de la burocracia suelen moverse lentamente, y aquí necesitamos una intervención más rápida en la lucha contra estos delitos. Si no, seguiremos nadando en un mar de promesas vacías y acciones ineficaces.

Y claro, es fácil señalar con el dedo cuando el tiempo apremia, pero el apoyo de la Guardia Civil en estas investigaciones ha sido reconocido por Adán. Ella bromea, incluso, sobre si eso le gustará a ciertos grupos políticos. Quizás debería dedicarse a la comedia, si esto no funciona. La colaboración entre cuerpos de seguridad es fundamental, pero a veces parece que estamos más dispuestos a enfrentarnos que a colaborar.

La carga de trabajo y los casos de menores

Ahora, pasemos a uno de los puntos más preocupantes que mencionó Adán: la especialización en delitos que involucran a menores. Con el creciente número de casos de acoso o violencia sexual, la falta de un grupo especializado es desconcertante. Es como si dijéramos que vamos a repartir las cartas en un juego de póker, pero sin las cartas adecuadas. ¿Con qué se va a jugar? No podemos ignorar que la realidad está compuesta por hechos y no por opiniones, y los datos sobre abuso y violencia entre menores son alarmantes.

Una de las declaraciones que más me impactó fue cuando mencionó que hay casos «ininvestigables» porque los implicados no han alcanzado la edad mínima legal para ser procesados, es decir, los 14 años. Es casi como si tuviéramos una jaula con los peores criminales, pero la llave estuviera perdida bajo el sofá. ¿Quién está realmente protegiendo a los niños en situaciones vulnerables?

Reflexiones finales en un bucle interminable

Cada año, cuando escucho las comparecencias de autoridades como Carmen Adán, no puedo evitar pensar: ¿qué ha cambiado realmente? Es como el célebre “ya veremos” que todos hemos oído en conversaciones casuales y que, al final, no resulta en nada. La creación de la figura del delegado anticorrupción es un deseo legítimo, pero sin recursos, parece más un sueño que una realidad.

El reloj avanza y el tiempo se nos escapa entre los dedos. Mientras tanto, los problemas siguen repitiéndose, año tras año. Desde un enfoque más amplio, necesitamos un compromiso tanto desde el Gobierno como de la sociedad en general. La lucha contra la corrupción y los delitos ambientales no es solo responsabilidad de las autoridades, también es nuestra.

Es posible que muchos de nosotros estemos sintiendo ya cierta fatiga al discutir estos temas. Pero aún así, creo que merece la pena continuar hablando, informando y participando en el cambio. Necesitamos elevar nuestras voces, no solo para que sean escuchadas en el Parlamento Vasco, sino también en nuestras comunidades. Quizás al final el eco de nuestras demandas llame la atención de quien tenga el poder de hacer cambios.

Así que la próxima vez que nos sentemos a tomar café y nos quejemos de la corrupción, recordemos que detrás de cada historia de impunidad hay una serie de elecciones que podemos y debemos hacer, tanto como ciudadanos como individuos. ¿Te unirás a esta batalla?