La vida es una serie de elecciones. Algunas son fáciles, otras requieren más tiempo, meditación y, a veces, un poco de valor. Sin embargo, hay decisiones que parecen más bien fuera de lugar, especialmente cuando un evento devastador sacude a una comunidad. Recentemente, la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) provocó estragos en varias partes de la Comunidad Valenciana, cobrándose más de 200 vidas y dejando a muchos en una situación crítica. Mientras tanto, La Liga decidió seguir con su curso normal, y ese ha sido un tema de intenso debate. Pero, ¿realmente el fútbol puede servir como un escape en momentos de crisis, o es simplemente un espectáculo que revela una insensibilidad inherente?
La Liga, entre la diversión y la tragedia
Si alguna vez has tenido un mal día en el trabajo, seguro recordarás esa serie de excusas que te haces a ti mismo para justificar un poco de diversión. Después de todo, a nadie le gusta sentirse culpable por disfrutar de su tiempo libre, pero ¿qué pasa cuando esa diversión se siente casi como un insulto a quienes están sufriendo?
El pasado fin de semana, a pesar de la conmoción por la tragedia de la DANA, La Liga decidió que era el momento de jugar. Los partidos continuaron, salvo algunos que se reprogramaron en la Comunidad Valenciana. De hecho, el Elche, uno de los equipos directamente afectados, se alistó para enfrentar al Eibar, llevándose una victoria por 0-2. Mientras la afición vibraba, Eder Sarabia, el entrenador del Elche, emitió una declaración que conmocionó a más de uno. ¿Escuchaste esa frase? «Nos dedicamos a una profesión que ayuda en muchas situaciones a abstraer a la gente de su realidad y de sus problemas, pero nosotros también somos personas». La verdad detrás de esta declaración es digna de reflexión.
Eder Sarabia: un grito de conciencia desde el banquillo
Eder Sarabia no es solo un entrenador; es una voz que, en un momento de desafortunada ironía, se ha alzado en representación de una comunidad que siente la pérdida profundamente. En su rueda de prensa posterior al partido, Sarabia no solo habló sobre el fútbol, sino sobre la falta de empatía en el mundo del deporte y la política al mismo tiempo. «Los dirigentes no están para nada a la altura de lo que está demostrando esta sociedad», afirmó. ¡Vaya declaración! Nos lleva a preguntarnos: ¿realmente están nuestros líderes a la altura de las circunstancias?
Es curioso cómo un simple partido puede actuar como un espejo que refleja el estado de nuestro mundo. Cuando somos testigos de la tragedia, podemos optar por desviar la vista o, como ha hecho Sarabia, por abrir los ojos y ver la realidad. ¿Cuántas veces te has sentido incapaz de desconectarte de las malas noticias cuando, a tu alrededor, la vida parece continuar como si nada?
La reacción de la afición: ¿aprecian el espectáculo a pesar del dolor?
Es un hecho conocido que el deporte es un punto de unión. Las tribunas llenas de aficionados que se animan entre ellos, las cervezas frías durante el partido, las risas sobre los errores de los árbitros… Pero, ¿qué sucede cuando ese ambiente festivo choca con un luto abrumador? En la jornada de La Liga, ¿fue el estadio un refugio o una irreverente celebración? La respuesta probablemente depende de a quién se le pregunte.
Personalmente, recuerdo un partido en el que mi equipo local, lleno de expectativas, desató una celebración masiva aunque en el aire pendiera la sombra de una tragedia. La sensación de culpa me recorrió, como si disfrutar de ese momento fuera un ataque a la memoria de quienes habían sufrido. De repente, la euforia se sentía incorrecta, fuera de lugar. Pero, ¿es el fútbol realmente incapaz de aportar algo positivo en tiempos difíciles?
La polémica sobre la suspensión de partidos por la tragedia
Resulta curioso que, en un país donde el fútbol es casi una religión, se dé tanto peso a la emoción del juego frente a la sensibilidad humana. Eder Sarabia y muchos otros críticos han argumentado que no se deberían haber jugado esos partidos. ¿No se sienten culpables los dirigentes al seguir adelante cuando hay un luto profundo en el aire?
Podrías decir que el fútbol es, de hecho, un entretenimiento y forma parte de nuestra cultura. Tal vez es nuestro momento para desconectar, para olvidarnos del mundo exterior y centrarnos en algo que nos une. Sin embargo, entiende también que ese argumento puede sonar vacío frente a una pantalla que muestra la devastación que causa un desastre natural.
Aunque los líderes de La Liga optaron por seguir adelante, existe un amplio consenso de que los partidos que involucran a comunidades directamente afectadas deberían haberse suspendido. Muchos aficionados a la fecha reclamaron que, por respeto a las víctimas y sus familias, el deporte profesional debería haber hecho una pausa.
La responsabilidad social del fútbol
Es razonable preguntarse acerca de la responsabilidad social que tienen las organizaciones deportivas como La Liga. Este tipo de eventos nos lleva a la reflexión: ¿Hasta qué punto nuestras instituciones y figuras públicas son responsables de mostrar empatía en tiempos de crisis? La pregunta es válida, y la respuesta debe ser igualmente valiente.
¿Es el fútbol simplemente un negocio lucrativo, o las instituciones deportivas deberían ser capaces de utilizar su influencia para hacer el bien y apoyar a las comunidades afectadas? Algunos dirían que es un juego, otros insistirían en que es una plataforma para el cambio social. ¿Acaso el deporte no tiene el poder de salvar vidas, inspirar esperanza y fomentar la solidaridad?
A raíz de la DANA, no solo se han desencadenado conversaciones sobre la conveniencia de jugar, sino también sobre cómo el fútbol puede movilizarse para ayudar. Ojalá los directores del fútbol se detuvieran a meditar y respondieran: «¿Qué podemos hacer realmente para ayudar?»
Reflexión final: El fútbol como un reflejo de nuestra sociedad
«Los políticos no están a la altura», decía Sarabia. ¿Y qué pasa con nosotros, como sociedad? Si reflexionamos un poco, podemos notar que el fútbol es solo un reflejo de nuestras propias actitudes. Ya sea en las gradas de un estadio, en una reunión familiar o en la conversación con amigos, a menudo elegimos el sacrificio del momento en lugar de la responsabilidad a largo plazo.
Y así, mientras los aficionados se levantan de sus sillones para animar a su equipo, quizás deberíamos recordar a quienes ya no están, y a aquellos que aún luchan por salir adelante. La risa y la alegría están bien, pero también debería haber un lugar para la tristeza y la reflexión. Porque al final del día, el fútbol es más que solamente un juego; es una parte de nuestra historia cultural y de quiénes somos como sociedad. Así que, mientras seguimos disfrutando del espectáculo, no olvidemos nunca ser humanos.
¿Puede el fútbol, de una vez por todas, ser el cambio que queremos ver? Eso es lo que deberíamos preguntar cada vez que el silbato suena y el balón rueda. ¿Estás listo para hacer de tu afición algo más significativo?