La música ha sido, desde tiempos inmemoriales, un vehículo de revolución y expresión. Desde la balas de Billie Holiday en «Strange Fruit» hasta las letras provocativas de los Sex Pistols, los artistas han utilizado su voz para desafiar normas y expresar descontento. Y en este espectro cultural, encontramos a Def Con Dos, una banda icónica del rap y el rock español, que ha navegado las aguas turbulentas de la censura y la libertad de expresión durante casi cuatro décadas. Pero, ¿qué sucede cuando el arte se convierte en un blanco de la moralidad pública? Hoy, reflexionamos sobre el viaje de esta banda, sus batallas por la libertad de expresión y el impacto de la cultura de la cancelación en la música.
Tras las huellas de la controversial carrera de Def Con Dos
Def Con Dos ha sido un grupo que no solo musicalizó la resistencia, sino que también ha dado voz a aquellos que luchan contra la dictadura de la moralidad vigente. Su reciente lanzamiento, «Cuarto asalto», me recuerda a las eternas secuelas de Rocky. ¿Alguna vez has considerado cómo se siente un artista al volver al ring tras tantos años? Es un reto mayúsculo, y no solo por la necesidad de acercarse a la calidad de su material antiguo, sino por enfrentar a un público que se aferra emocionalmente a esos recuerdos pasados. Cuando escucho «Delito de odio» o «España te folla», me doy cuenta de que no son solo canciones; son testimonios de tiempos pasados y un reflejo de las pulsiones contemporáneas.
Y aquí es donde surge el dilema: ¿qué tan libre es un artista de crear sin el lastre del pasado?
La difícil balanza de la creación artística
Los artistas veteranos, como bien sabe el vocalista de Def Con Dos, sufren de lo que llamo «la dictadura del éxito anterior». Es esa sensación de que, a medida que pasan los años, los fans se apegan más a los éxitos del pasado, ignorando el nuevo material que se esfuerzan por producir. Recuerdo un verano en el que escuchaba en bucle la misma canción de mi adolescencia; no es solo música, sino una cápsula de tiempo que encapsula emociones, momentos y hasta ciertas decisiones erróneas (como la vez que intenté bailar como Michael Jackson en un festival… no, no fue bonito).
Para muchos, la música se vive con una carga emocional que va más allá de la calidad de la letra o la producción. ¿No te parece que nuestras experiencias moldean nuestras preferencias musicales? Así, el desafío de Def Con Dos es significativo: ¿cómo se presenta el nuevo trabajo y se desafía la percepción del público?
La voluntad de ser incómodos
Uno de los apuntes más interesantes que nos ofrece el vocalista es la importancia de ser provocadores. En un mundo donde la sensibilidad se multiplica, la incómoda realidad de la libertad de expresión plantea preguntas que nos invitan a la reflexión. La libertad de expresión es, sin duda, el corazón palpitante de una democracia sana. Pero, ¿qué ocurre cuando esta libertad se ve amenazada por las demandas de un público cada vez más susceptible?
“Quien encumbra el derecho a ser ofendido son siempre las dictaduras.” Con esta cita tan contundente, se crea un eco de alarmas en nuestras cabezas. Y no es para menos, especialmente cuando el discurso de odio se viste de anhelos morales. En su opinión, esta sensibilidad excesiva que hoy día reina en la cultura lleva a una autocensura que es, sinceramente, preocupante. Me atrevería a decir que todos hemos sentido alguna vez esa presión de no expresar lo que verdaderamente pensamos.
La judicialización del arte: una opresión disfrazada
Quizás, uno de los momentos más angustiantes del viaje de Def Con Dos fue aquel trago amargo en el que el vocalista se vio al borde de ir a la cárcel por un simple tuit. Una pincelada de la persecución ideológica que podría hacernos sentir como personajes de una novela distópica. En ocasiones, la vida se siente como una combinación de «1984» de Orwell y «El proceso» de Kafka. ¿Alguna vez te has sentido tan solo en un mar de opiniones que no comprenden tu posición?
La posterior solidaridad del pueblo a través del crowdfunding para costear su defensa nos recuerda que, en medio de las adversidades, siempre habrá almas generosas dispuestas a respaldar lo que consideran un acto de injusticia. Esto es justo el brillo humano en medio de la tormenta: la capacidad de unirse por causas que trascienden el egoísmo personal. ¡Y qué alivio saber que, en el fondo, el apoyo puede surgir de donde menos lo esperamos!
La doble moral de la cultura de la cancelación
Como artista, el vocalista de Def Con Dos no se libró del tema candente de la cultura de la cancelación. Aquí es donde la ironía se vuelve fascinante: aquellos que critican a los artistas suelen estar armados con una moralidad selectiva. En sus palabras, se reconoce la necesidad de criticar todo lo que se considere injusto, pero con una pizca de sarcasmo, porque, después de todo, ¿dónde queda la capacidad de reirnos sin que eso nos lleve a las barras?
El concierto en Valladolid, donde se vio envuelto en una manifestación ultraderechista, trae a la mente que la música no solo es una forma de expresión, sino también un campo de batalla. Y si miramos a nuestro alrededor, no podemos ignorar cuánto ruido se produce alrededor de artistas que, con un simple chiste, pueden volverse objetivo de una campaña de odio. ¿Estamos dispuestos a renunciar al humor en favor de esta pseudo protección?
El papel de Def Con Dos en la sociedad actual
Volviendo a la relevancia, Def Con Dos continúa siendo un símbolo de resistencia y un recordatorio de que cada generación tiene el deber de cuestionar, desafiar y, sí, ofender. Las canciones que compusieron no son meros relatos de la época. Aunque hoy se encuentren bajo la lupa de una hipersensibilidad excesiva, sus letras siguen resonando porque, en fondo, son un grito ante la estupidez humana.
Def Con Dos se originó como una parodia en la escena del rap, buscando luchar contra la estupidez humana. Su mensaje es claro y sarcástico, y apenas disimula la repulsa hacia la complacencia intelectual. Esto resuena en cada crítica a la sociedad, cada mención a la tara cultural que nos arrastra. En un momento en que la ironía ha sido desterrada por el temor a ofender, el grupo invita a reflexionar sobre la condición humana de ser, en ocasiones, tan tontos.
Un futuro incierto
¿Qué será del futuro de este tipo de música en un mundo cada vez más dividido y acelerado? La eterna pregunta sobre si la audacia de crear arte provocativo tendrá cabida en una sociedad que parece querer encerrar las voces disidentes. ¿Seremos capaces de aceptar que un mundo democrático necesita las voces que desafían lo establecido, y que a veces la verdad puede ser incómoda?
Def Con Dos se encuentra en una encrucijada entre su legado y su futuro, entre la nostalgia y la innovación. Recientemente, celebraron la gira de su disco «Armas pal pueblo», un regreso a las raíces punteras que encendieron su carrera. A pesar de las lunas que han pasado, siguen levantando la bandera de la libertad de expresión y nos recuerdan constantemente que, a pesar de todo, hay que seguir cuestionando el mundo.
Recuerdo cómo, en mis días de universidad, organizamos un pequeño concierto subterráneo con grupos de música independiente que litta pidiéndonos a todos que “fuéramos críticos”: esa mezcla de impulso y nerviosismo en el aire, donde cada acorde trajo consigo la esperanza de un cambio.
La conclusión: una llamada a la acción
En un momento donde la libertad de expresión parece estar amenazada por una cultura del «no ofendas», el legado de Def Con Dos nos recuerda a todos que debemos mantenernos firmes. A todos nos resulta más fácil cerrar los ojos, mirar hacia otro lado y esperar que otro hable por nosotros. Pero, como hemos visto, la historia nos proporciona lecciones valiosas sobre el poder de la voz.
Armar a la sociedad con valor y disposición para desafiar lo normativo es fundamental. La música, en todos sus géneros, debe seguir siendo un refugio de libertad, un espacio donde las emociones y pensamientos más profundos pueden salir a la luz sin temor al juicio. Así que, en honor a Def Con Dos y a todos los artistas que han luchado por sus derechos, levantemos nuestras voces y continuemos empujando las fronteras, recordando que la estupidez puede ganar, pero la creatividad y la libertad siempre serán nuestras mejores armas.