El 8 de marzo es una fecha icónica que toca el corazón y moviliza a millones de personas alrededor del mundo. No obstante, este año, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer se vio marcada por el mal tiempo y un ambiente político tenso en España. Sin embargo, nada puede detener la energía y la determinación del movimiento feminista. Estoy seguro de que varios de ustedes se han preguntado, ¿qué nos ocurrió en este 8-M y qué impacto tendrá en el futuro del feminismo? ¡Vamos a desglosarlo!
Un ambiente festivo a pesar de la lluvia
Este año, las calles de ciudades españolas como Madrid, Valencia, Toledo, Bilbao y Gijón se inundaron de paraguas morados, como si se tratara de una danza entre la lluvia y el compromiso social. Mientras algunos ponían sus mejores galas para conmemorar la fecha, yo me encontraba en casa, tomando un café caliente y recordando mis propias experiencias en manifestaciones previas. Algunas de las más memorables fueron bajo el sol brillante y otras, como este año, bajo un buen chaparrón que me hacía preguntarme si mi paraguas era lo suficientemente resistente.
Mientras tantos valientes luchadores se arriesgaron a mojarse, en Málaga, las intensas lluvias obligaron a cancelar la marcha. ¿Es posible que el clima tenga una agendas feminista propia? ¿Invitará a reflexionar en voz alta sobre la resistencia social? Lo que es innegable es que esta lluvia del 8 de marzo se convierte en un símbolo: un recordatorio de que, incluso en las condiciones más adversas, el movimiento femenino sigue en pie, imperturbable.
Lo que pasó en Madrid, donde dos manifestaciones distintas recorrieron las calles, me recordó a una serie de películas navideñas donde los personajes intentan encontrar el verdadero significado de la unión. Pero bueno, ¿por qué no aprovechar la división para mostrar que la lucha por los derechos de las mujeres trasciende partidos y posturas ideológicas? Con consignas como «vivas nos queremos» y «abajo el patriarcado que va a caer», las voces resonaban sin miedo, un eco de fuerza femenina que ni los truenos podían opacar.
Los desafíos del feminismo en tiempos de escándalos
Hablemos de lo que realmente se cocía en el ambiente: un clima adverso para la izquierda española. Si bien el movimiento feminista ha sido fundamental para las políticas del PSOE, Sumar y Podemos, este año se encontraron en medio de varios escándalos relacionados con acusaciones de acoso sexual que habían puesto en jaque la credibilidad de estas organizaciones.
Cuando escuché las palabras de Yolanda Díaz, la vicepresidenta del Gobierno, sobre que «el mundo será feminista o no será,» no pude evitar sentirme reconfortado. Pero luego pensé: ¿qué sucede cuando quienes están en el poder son señalados por conductas que contradicen esos mismos ideales? La autocrítica parece ser una tarea pendiente, ¿no creen?
Irene Montero, exministra de Igualdad y líder de Podemos, lanzó un llamado resonante para actuar éticamente frente a los agresores sexuales. En este punto, uno no puede evitar preguntarse, ¿cuántas oportunidades más necesitamos para buscar justicia? Las palabras son poderosas, pero sin acción, son solo eso: palabras. Se presentó una imagen del feminismo abogando por el cambio. Pero, ¿realmente todo el mundo está escuchando?
Nunca una fecha había sido tan complicada para un movimiento que ha impactado tanto. La tensión palpable entre el feminismo y los escándalos personales de figuras públicas es bastante irónica. Parece que aquí no hay marcha atrás, y los feminismos deben alzar sus voces en solidaridad. Es momento de revisar desde dentro los espacios de poder que aún protegen a quienes perjudican, porque, seamos honestos, no hay lugar para la impunidad en esta lucha.
La interacción entre feminismo y política: un juego delicado
En un momento donde la política y el feminismo parecen entrelazarse más que nunca, podemos ver cómo hay un hilo conductor que va desde las consignas de protesta hasta los discursos de figuras políticas. Ana Redondo, ministra de Igualdad, insistió en la necesidad de un feminismo unido. ¿Y quién podría estar en desacuerdo con eso? Mientras tanto, mi mente viajaba a las cenas familiares donde todos tenemos opiniones sobre cada tema, desde la política hasta el último reality show. ¿No sería genial encontrar ese mismo espíritu de unidad que todos anhelamos en las manifestaciones?
Las quejas del PP y su reciente ataque a la hipocresía del PSOE y Sumar son dignas de un gran guion político. Su uso de un video generado por inteligencia artificial que mostraba a figuras de la izquierda rodeadas de imágenes cargadas de intervenciones violentas tocó un tema delicado. Como parte de esta reflexión, me pregunto: ¿es ese el camino que debemos tomar, o más bien estamos presenciando lo absurdo de la política de hoy en día?
En este juego de poder y retórica, es fácil perderse entre las críticas y acusaciones solo para volver al punto de partida. Mientras las figuras políticas intentan posicionarse en el debate sobre la violencia de género, la pregunta que resuena es: ¿realmente están los partidos políticos a la altura de lo que merece el movimiento feminista?
La lucha por los derechos de las mujeres es imparable
Sin lugar a dudas, el movimiento feminista ha mostrado ser resistente. Aquellos que marcharon el 8-M este año en Madrid y en otras ciudades demostraron que su lucha sigue intacta. La frase «el feminismo es imparable» en boca de Mónica García, ministra de Sanidad, es casi un mantra hoy en día, y debemos repetirlo a voz en cuello hasta que todos lo escuchen.
Esta frase resuena como un eco que se refleja entre generaciones. Recuerdo haber estado en una discusión acalorada con unos amigos sobre lo que significa realmente ser feminista en 2023. Resulta curioso cómo la definición ha evolucionado, pero lo que no ha cambiado es la determinación del movimiento de apuntar alto. Cada una de las voces que se alzan, cada consigna que se grita con furia y amor a la vez, es parte de una historia compartida que, aunque complicada, sigue avanzando.
Es como si cada año, cada marcha, se convirtiera en una reunión familiar donde todos traen tanto su última anécdota como las experiencias que han vivido, construyendo así un relato colectivo que desafía el tiempo. ¿Y quién no quiere ser parte de algo tan monumental?
Conclusión: un futuro esperanzador
Así que, mientras reflexionamos sobre lo que ha pasado en este 8-M de 2023, es claro que a pesar de las tormentas, el compromiso del movimiento feminista sigue siendo fuerte. La lucha por la igualdad de género y contra la violencia machista no solo ha sobrevivido a la lluvia de este año, sino que se ha fortalecido.
Es cierto que los momentos de crisis y escándalo pueden hacer tambalear nuestras certezas, pero al final del día, seguiré preguntándome: ¿si no seguimos luchando por nuestros derechos, entonces, quién lo hará? El feminismo es un viaje colosal, y todos, en estos distintos caminos de la vida, tenemos el deber de ser parte de él.
Al final, como decía una amiga ante la adversidad: “Dj, pon la canción del orgullo que ya estamos listas para bailar hasta que salga el sol”. Y es que así, con risas y determinación, aunque el camino sea difícil, la lucha continúa.
¡Hasta el próximo 8M! 🌧️🚺✊💕