Cuando uno piensa en el tenis, normalmente imagina a jugadores que se entregan por completo a la competencia, con la presión constante de ser los mejores. Pero, en medio de este feroz panorama, hay un hombre que ha logrado destacar no solo por su destreza en la cancha, sino por su actitud hedonística hacia la vida y el deporte: Gael Monfils. A los 38 años, lo vemos saltar, brincar y jugar con una energía que nos recuerda a los hermanitos que aún no han aprendido lo que significa «responsabilidad», mientras que él sigue disfrutando cada partido como si fuera el último. ¿Pero qué tiene de especial esta filosofía de vida y cómo puede enseñarnos sobre ser felices en medio de la competencia?
El renacer de un mago del tenis
Recientemente, en un resplandeciente día en Melbourne, Monfils dejó a todos boquiabiertos al derrotar al cuarto del mundo, Taylor Fritz, en un partido que duró más de tres horas. Una hazaña que lo coloca como el segundo jugador más veterano en alcanzar las finales de un torneo. ¿¡Quién dice que el deporte es solo para jóvenes!? Puede que Monfils no tenga la misma presión que un chiquillo en su primera semifinal, pero su actuación en la cancha habla de un talento que nunca se apaga.
Lo que más resuena de sus palabras es la noción de que «la edad es solo un número». Pero, en un mundo donde cada uno de nosotros parece estar contando los días hasta que se cumplan los plazos, ¿no deberíamos todos tomar una lección de Monfils? Su enfoque en el disfrute y la salud golpea como un buen servicio directo a la cara de la presión y las expectativas. Es como decirte: «Sí, la vida puede ser un partido difícil, pero no tienes que llevar la maldad de perder hasta el último punto».
La búsqueda de la felicidad como meta principal
A pesar de todo el ruido que rodea al mundo del tenis, Monfils mantiene su sencillo mantra. Al preguntarle sobre sus sueños relacionados con el tenis, respondió: «No, para ser honesto, ni siquiera es un sueño. Mi sueño es hacerme mayor, tener muchos hijos y estar sano». En un mundo donde muchos se ven envueltos en el ciclo interminable de alcanzar más títulos y más dinero, es refrescante encontrar a alguien que simplemente desea una buena vida.
Estuve reflexionando sobre esto últimamente. ¿Cuántas veces hemos estado atrapados en el «debería» y el «necesito»? Personalmente, he sentido esa presión en mi trabajo y en mis relaciones. Sin embargo, el enfoque de Monfils me invita a replantear mi propia vida y a meditar sobre lo que realmente significa el éxito. Quizás, como él dice, esa felicidad genuina es más importante que cualquier trofeo brillante.
Un mundo de tenistas jóvenes y talentosos
Al mirar a su alrededor, Monfils ve a una nueva generación de tenistas, como Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, que han comenzado a definir lo que se espera en esta próxima era del tenis. En contraste, algunos grandes nombres se están alejando de la esfera de competencia; nombres como Medvedev y Zverev ya sienten el peso del tiempo. Pero ¿qué hace que alguien como Monfils todavía esté en la mezcla, mientras otros continúan luchando por encontrar su lugar?
La respuesta podría estar en esa filosofía de vida más relajada y en cómo el tenis para Monfils es simplemente un vehículo de expresión y no un objetivo en sí mismo. ¡Es casi como el viejo amigo que llega a casa y te recuerda los días en que no te preocupabas por lo más mínimo!
La presión que acompaña a los tenistas más jóvenes es increíble y, a menudo, se sienten como si tuvieran que demostrar su valor cada vez que entran a la cancha. Por lo tanto, ver a Monfils en acción suele ser como ver a un niño disfrutando de un helado por primera vez; su alegría es contagiosa.
La importancia de la salud mental en la competencia
En el entorno del deporte de élite, las crisis de salud mental son más comunes de lo que pensamos. Considerando las palabras de Monfils, queda claro que su enfoque en la salud, tanto física como mental, es un elemento integral de su éxito duradero. «Lo más importante es la salud. El tenis me ha dado todo lo que había imaginado. Es una bendición», enfatiza.
Es un recordatorio poderoso de que, aunque tomamos el deporte muy en serio, no debería convertirse en un sistema de opresión. Esto es particularmente relevante en el tenis, donde la presión por tener éxito y mantener el rendimiento de alto nivel puede ser abrumadora. La historia de muchos tenistas revela que la lucha contra la ansiedad y la depresión no está desencadenada solo por perder, sino por la presión psicológica constante de tener éxito.
Alfinal del día, los atletas son humanos. La forma en que Monfils abraza esta verdad es un mensaje esperanzador para todos nosotros; en un mundo donde marcar diferencias y triunfar parece ser el único camino a seguir, tal vez también deberíamos aprender a disfrutar de la vida y las pequeñas cosas que realmente importan.
Un camino no tan tradicional
Monfils no es el típico jugador de tenis que sigue las reglas establecidas. Su estilo en la cancha es a menudo reflexivo y creativo, como un pintor que decide, en lugar de seguir el lienzo predefinido, improvisar un arte nuevo. Es como ese amigo excéntrico que siempre tiene una idea inusual para salir. Su juego es hedonismo puro, y eso resuena profundamente.
Su capacidad de destrozar las expectativas y hacer que la audiencia se ría y se entretenga es un talento raro. Habla de pasión e inocencia, como un niño que juega con una raqueta por primera vez. En una era donde los jugadores a menudo son insultiados por su enfoque extremadamente técnico, Monfils nos recuerda que no es necesario tomar todo tan en serio.
La vida es una serie de experiencias en donde deberíamos experimentar alegría y diversión. Si tan solo los jóvenes atletas pudieran liberarse de la presión de alcanzar la perfección, tal vez veríamos más actos de genialidad, como los que nos da el «mago» Monfils.
El futuro de Monfils y el tenis
Así que, ¿qué hay para el futuro de este talentoso jugador que desafía la temporalidad? Si se pudiera responder a esta pregunta, ciertamente sería un golpe de suerte. A pesar de la incertidumbre sobre su longevidad en la carrera, lo que podemos aprender de él es invaluable y no se puede medir en títulos.
En un momento de inflexión en nuestra cultura, donde el éxito se define a menudo por el número de trofeos ganados, la presencia de un atleta como Monfils debería darnos una pausa para reflexionar. Al igual que él, todos podemos añadir a la alegría de nuestras vidas, más allá de lo que se pueda contar.
Finalmente, permitámonos a veces apreciar las travesuras de la vida, saborear la esencia del momento y recordar que, al final del día, lo que realmente importa son las conexiones que formamos y la alegría que encontramos en lo que hacemos.
¿Nos estamos permitiendo ser felices, incluso en la lucha? Quizás este sea el verdadero legado de Gael Monfils: inspirarnos a vivir, amar y jugar como si cada día fuera una fiesta. Porque, de verdad, ¿qué pasaría si el juego fuera más que ganar? ¿Y si el sueño, al final del camino, fuera simplemente ser felices? ¿Acaso no es eso lo que realmente buscamos todos?