¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que no tenías ni idea de lo que estabas haciendo, pero tuviste que improvisar? Si eres humano (y me atrevería a decir que lo eres), la respuesta es un rotundo «sí». La vida está llena de momentos inesperados que nos hacen ver que, en el fondo, estamos todos navegando en un mar de incertidumbre. Desde las gloriosas meteduras de pata de figuras públicas hasta las experiencias cotidianas de las que nos reímos con amigos, la improvisación es una parte inevitable de nuestro viaje. Hoy, vamos a explorar por qué esta habilidad no solo es relevante en nuestra vida diaria, sino también en el liderazgo, la política y el ámbito empresarial.

La accidentalidad de la vida: un círculo vicioso

Hablando de improvisar, recuerdo una anécdota de una cena con amigos en la que, en un intento por impresionar, decidí preparar una cena gourmet. Todo iba bien hasta que, en un momento de distracción, el arroz terminó convertido en un pegajoso desastre. Imagínate la cara de mis amigos cuando se sirvió algo que se asemejaba más a un experimento químico que a un plato comestible. Sí, fue un momento divertido (y también humillante) que terminó en risas y una visita a la pizzería de la esquina.

Ese tipo de situaciones nos recuerda que, a menudo, esas experiencias inesperadas nos ofrecen lecciones valiosas. Y en un entorno como el de la política o los negocios, esas lecciones se pueden volver críticas. La ex primera dama estadounidense Michelle Obama ha mencionado en varias ocasiones que a veces las personas que creemos más fuertes no son tan competentes como se supone. Sus palabras resuenan ante la oposición entre la imagen pública y la realidad.

La cara pública de la incompetencia

Imaginemos que los líderes políticos y empresariales son como esos chefs que intentan crear recetas complejas sin haber leído las instrucciones. Todos hemos sido testigos de situaciones en las que incluso las figuras más poderosas tropezaron. Desde Mariano Rajoy y sus incisivas frases que se convirtieron en memes, hasta la saga del «chuletón al punto» de Pedro Sánchez, estos momentos pueden hacer que la confianza en un líder se tambalee.

La crisis de confianza en la DANA

Hablemos de la reciente gestión de la DANA en Valencia y el revuelo generado por las explicaciones poco claras del presidente Carlos Mazón. Tras una tragedia en la que lamentablemente hubo más de 200 muertes, la falta de claridad y los constantes cruces de culpabilidades no solo dejaron a la población confundida, sino que desencadenaron una crisis reputacional.

No es solo la tragedia lo que importa, sino cómo se maneja el relato. Miguel Túñez, catedrático de Comunicación Organizacional, destaca la importancia de narrar una historia que construya confianza y credibilidad. Cuando los ciudadanos se dan cuenta de que sus líderes no tienen un control claro de la situación, la pérdida de confianza se siente como un bajón emocional y una consecuencia tangible en votos y en la aceptación pública.

La improvisación como estrategia de vida

Quiero que tomemos un momento para reflexionar sobre la idea de que todos improvisamos, incluso aquellos que parecen tenerlo todo bajo control. ¿No es eso algo reconfortante de escuchar? Sabrina Carpenter, una de las cantantes más exitosas de nuestro tiempo, declaró hace poco: «La mayor parte del tiempo, no tengo ni la más remota idea de lo que estoy haciendo.» ¿Te imaginas? La sensación de que incluso aquellos que admiramos enfrentan la incertidumbre puede hacer nuestro propio caos un poco más manejable.

La psicóloga Carmen Plezguezuelos analiza este fenómeno afirmando que la improvisación es una respuesta humana normal a las circunstancias. Cuando nos encontramos en situaciones críticas, lo que a menudo parece un acto de autocontrol es, en realidad, un intento de navegar en un mar de dudas. A veces, simplemente hacemos lo mejor que podemos con los recursos que tenemos.

Adaptación ante la adversidad

La capacidad humana para adaptarse es asombrosa. Piensa en todas las veces que enfrentaste desafíos en tu vida personal y professional. Recuerdo una vez en la que, durante una presentación crucial en el trabajo, mi computadora decidió no cooperar. La pantalla se bloqueó y ¡zas! En lugar de entrar en pánico, improvisé y comencé a narrar la presentación mientras intentaba reiniciar la computadora. ¡Sorpresa! La audiencia se comprometió más con mi historia que con las imágenes que debía mostrar. A veces, la improvisación puede abrir oportunidades, incluso cuando el plan original falla.

La importancia del control emocional

La improvisación puede traer consigo inseguridad, pero también una gran posibilidad de empoderamiento. Al aceptar que no tenemos que tener todas las respuestas, nos liberamos de una carga emocional. El hecho de que todos, incluso los líderes más competentes, improvisen, crea un sentido de comunidad entre nosotros. No somos los únicos que enfrentamos la fría y dura realidad de no saberlo todo.

Plezguezuelos nos recuerda que el contexto es clave. Las instituciones como empresas, gobiernos e incluso grupos familiares deben mostrar una fachada de control y competencia. Pero, ¿no sería más humano ser honestos acerca de la improvisación y de nuestros errores?

¿La fachada infalible?

¿Por qué, como sociedad, nos aferramos a la idea de la perfección? La respuesta a eso se remonta a nuestra necesidad de confianza en los líderes. Cuando se nos presenta alguien con una imagen de éxito constante, la tendencia es a idealizarlos, a verlos como pertenecientes a una raza especial de personas que no se equivocan. Pero… sorpresa: ¡no existen tales seres!

La improvisación también puede traspasar a los individuos. Cuando un líder reconoce sus errores, puede hacer mucho más por su credibilidad que si mantiene una fachada de invulnerabilidad. Sin embargo, el temor a perder apoyo a menudo lleva a los líderes a quedarse callados, cuando lo que realmente queremos es autenticidad.

Aceptando la imperfección como un valor

La llamada «imagen perfecta» es un espejismo en el que todos caemos, ya sea en nuestras expectativas hacia las empresas o las figuras públicas. Todos esos estándares nos afectan y, en muchos sentidos, nos hacen sentir inadecuados. Pero, como señala la organización Action for Happiness, al comparar nuestro propio «trabajo interno» con la fachada de otros, solo nos sumamos a la ansiedad colectiva.

Seamos claros: el mundo actual nos empuja a la competencia. Vivimos en una era de redes sociales donde el éxito es analizado y comparado. Pero, ¿qué tal si comenzamos a ver la vulnerabilidad como una especie de superpoder? Esa es una postura que quita peso tanto de nuestras espaldas como de las de nuestros líderes.

Un nuevo enfoque hacia la sinceridad

Entonces, al final del día, ¿cómo podemos abordar esta realidad? Aquí hay algunas lecciones que hemos aprendido de la improvisación en la vida pública y privada:

  1. Acepta la incertidumbre: La vida es caótica por naturaleza. Aceptar que no tienes todas las respuestas necesariamente te coloca en una mejor posición a la hora de tomar decisiones.

  2. Vulnerabilidad es fortaleza: Aquellos que son auténticos y reconocen sus limitaciones inspiran una mayor confianza. En lugar de ocultar las imperfecciones, celebremos la humanidad compartida.

  3. La empatía construye puentes: Al compartir experiencias de improvisación, conectamos con los demás. Esa red de comprensión puede ser el primer paso para restaurar la confianza.

  4. Improvise with intention: La buena improvisación no es solo acerca de actuar sin pensar. Es acerca de estar preparado, de mantener la calma y de encontrar soluciones creativas en cada situación.

Reflexionando sobre la cultura del liderazgo

Si bien es fácil criticar a aquellos en el centro de atención cuando hacen un «patinazo», es importante recordar que todos estamos en este mismo viaje. La próxima vez que veas a un político tropezar o a una empresa fallar en su esfuerzo de comunicación, quizás una vez más podrás recordar que, al igual que tú, están en un viaje de aprendizaje en el que la improvisación es una parte inevitable.

Por lo tanto, celebremos la humanidad, la vulnerabilidad y la capacidad de adaptarnos constantemente. Al final del día, la vida no es más que una serie de improvisaciones en las que todos estamos compitiendo… y, a veces, riéndonos.

Así que la próxima vez que te enfrentes al caos, recuerda: a veces, solo tienes que abrazar la incertidumbre y sacar lo mejor de cada momento. ¿Quién puede saber qué magia puede surgir de la improvisación?