Cuando la vida nos presenta desafíos, algunas personas deciden entrar en acción y cambiar la narrativa. Este es el caso de Ana Arroyo, la fundadora de la Fundación Oxiria, una institución dedicada a proporcionar formación y oportunidades laborales a jóvenes con discapacidad intelectual. La historia de Ana y su hija Cristina, que desde el nacimiento tuvo un diagnóstico difícil, es un testimonio impactante de amor, perseverancia y la capacidad de superar las expectativas.

Hoy, te llevaré a través de la inspiradora trayectoria de la Fundación Oxiria, cómo surgió de una necesidad personal, y cómo está cambiando el futuro de muchos jóvenes. Te prometo que habrá anécdotas, algo de humor y, sobre todo, una profunda empatía por esas historias de vida que, aunque a veces nos rompen el corazón, también nos llenan de esperanza.

La chispa que encendió la creación de Oxiria

Ana, madre de tres hijos, vivió una de esas experiencias que marcan la vida: su hija, Cristina, al nacer, recibió un diagnóstico desalentador. La trisomía en el par 7 trajo consigo un mar de dudas y temores sobre el futuro de Cristina. ¡Imagina ser diagnosticada con un posible «no» a tantas cosas como andar, hablar o tener una formación adecuada! Pero, en lugar de rendirse, Ana se levantó y decidió luchar por un futuro diferente para su hija.

Imagínate a esta madre enfrentándose a un sistema educativo que sólo ofrecía un camino hacia un centro ocupacional. No estaba dispuesta a aceptar algo así para su hija. Después de mucho esfuerzo y con un corazón convencido, en 2015 nació la Fundación Oxiria, con un claro objetivo: brindar oportunidades formativas y laborales a personas con discapacidad intelectual. ¡Y vaya que lo han logrado!

De la floristería a la formación: el significado detrás del nombre

Pero, ¿por qué el nombre «Oxiria»? Aquí es donde la historia se torna entrañable. Ana, en homenaje a su difunto padre, un maestro florista, decidió llamar a la fundación con el mismo nombre que su tienda. Oxiria es, de hecho, una planta. Un nombre que une el mundo de las flores con el de la discapacidad intelectual, algo que ella considera un hermoso tributo. ¡Qué mejor manera de recordar a un ser querido manteniendo la esperanza viva!

La educación como motor de inclusión

La Fundación Oxiria ofrece un modelo educativo centrado en la formación inclusiva. Imagina un aula donde 55 alumnos, entre 18 y 30 años, conviven y aprenden en un entorno que celebra las diferencias. Aquí, los alumnos no sólo aprenden sobre comercio, arte floral y servicios, sino que también adquieren habilidades que les permitirán enfrentar la vida con autonomía. En lugar de centrarse en lo que no pueden hacer, se les enseña a reconocer y potenciar sus capacidades.

¿Sabías que autopercibirte como valioso influye directamente en tu capacidad para desempeñarte en la sociedad? Ana y su equipo lo saben muy bien. Por eso, el enfoque de la fundación es no sólo educar, sino también construir un sentido de pertenencia y autoestima en sus estudiantes.

Compartiendo espacios, construyendo puentes

Uno de los puntos más destacados del programa de Oxiria es que los alumnos comparten el espacio con estudiantes de universidades cercanas. Convivir y aprender juntos no solo fomenta un ambiente inclusivo, sino que también ayuda a desmitificar la idea de que las personas con discapacidad son diferentes.

¡Imagina una cafetería llena de risas y conversaciones animadas entre estudiantes de distintas trayectorias! Después de todo, ¿quién no tiene algo que aprender unos de otros? Ana lo describe como su «catecismo de la vida», donde las relaciones humanas se convierten en el núcleo de la educación. Cuando los futuros directivos y profesionales de la sociedad se sientan con los estudiantes de Oxiria, eso rompe barreras. ¿Te imaginas?

Un perfil diverso pero enfocado

En la Fundación Oxiria, el número de alumnos está limitado a catorce por clase, lo que permite una atención personalizada. Este es otro de los factores que hacen que Oxiria sea especial. Preguntas como: «¿Cómo se siente este alumno en el aula?» o «¿Está preparado para este desafío?» son el pan de cada día. Ana y su equipo son conscientes de que no todos los alumnos llegan con los mismos recursos, y, en consecuencia, brindan un enfoque ajustado a las necesidades de cada estudiante.

Pero, ¿cuántos alumnos forman parte de este innovador programa? Actualmente, hay alrededor de 55 alumnos en formación, de los cuales 23 ya han conseguido empleo, gracias a un convenio con una organización que promueve la inclusión laboral. ¡Eso sí que es un gran avance!

La lucha continúa: No todo es color de rosa

Si bien Ana ha logrado un impacto significativo en la vida de muchos jóvenes, es honesta al decir que la situación es complicada. Tras finalizar la etapa educativa obligatoria, muchos padres no saben qué hacer con sus hijos con discapacidad. ¿Te suena familiar? Esa es una razón crucial por la que Ana creó Oxiria. Ella misma vivió esa incertidumbre y quiere ser la voz que guíe a otros en situaciones similares.

El camino ha sido largo, pero los tiempos han cambiado. Ana nos cuenta que, aunque hay más opciones ahora que hace una década, la búsqueda de programas como el de Oxiria sigue siendo apremiante. Lo que le da aliento es la esperanza de que, con más conciencia, se abrirán más puertas en el futuro.

Más que formación: educación en valores

La fundación no solo se enfoca en las competencias técnicas. ¿Sabías que la formación en valores es parte esencial de su legado? Mientras los estudiantes aprenden habilidades prácticas, también se les inculcan valores como el respeto, la convivencia y la madurez. Ana se asegura de que no sólo salgan como «auxiliares de» algún trabajo, sino como ciudadanos integrados y empoderados.

Durante su aprendizaje, los alumnos participan en actividades culturales, proyectos de voluntariado y hacen amigos. Uno de los objetivos más hermosos de Oxiria es que sus graduados se sientan capaces y valiosos. La autoestima y el sentido de pertenencia son claves para que estos jóvenes puedan enfrentar el mundo laboral con éxito.

Un futuro incierto: la mirada hacia adelante

La vida puede ser impredecible y el futuro de Ana es, en cierto sentido, el de todos nosotros. Al mirar hacia adelante, el patronato de la fundación se plantea una siguiente etapa. Ana reconoce que muchos de sus alumnos enfrentarán una realidad muy dura: inevitablemente, algunos perderán a sus padres. Esta es una preocupación que la mueve profundamente. Asegurarse de que el legado de inclusión y formación continúe, incluso en esos momentos difíciles, es su objetivo final.

A veces, cuando Ana se siente abrumada, recuerda la historia de su hija y cómo las expectativas fueron rotas gracias al amor y el esfuerzo. ¿Te imaginas ser ese rayo de sol en la vida de alguien? Ana es, sin duda, esa luz brillante que no solo se preocupa por su hija, sino también por los 55 «hijos postizos» de su fundación. Lo ha entregado todo, y es honesta al decir que a veces se siente agotada, pero cada día se levanta con gratitud.

El verdadero impacto de la Fundación Oxiria

La historia de la Fundación Oxiria es un relato que habla del impacto real en vidas reales. Gracias a esta organización, jóvenes como Cristina no solo tienen un futuro; tienen un propósito. ¡Y eso es algo que no se puede subestimar!

Si alguna vez te has preguntado cómo puedes hacer una diferencia en el mundo, toma un ejemplo de Ana y su Fundación Oxiria. Con pequeños pasos, incluso un grupo de personas puede llevar a cabo un cambio monumental.

Reflexiones finales

La vida está llena de historias de lucha y superación, pero el relato de la Fundación Oxiria es sobre la luz que se encuentra en la oscuridad. El amor de una madre, el deseo de cambiar el futuro y la certeza de que todos tenemos capacidades únicas. Así que, cuando pienses en esas «limitaciones», recuerda que a veces están ahí para desafiarte a hacer algo más grande.

Ana’s journey nos recuerda que hay oportunidades donde creemos que no las hay. La inclusión comienza desde nuestro interior, es cuestión de abrir corazones y mentes. Así que, ¿estás listo para ser parte de esta transformación?

Un aplauso a todos aquellos que, como Ana, luchan no solo por sus sueños, sino por los de muchos. Y si te interesa el impacto que la Fundación Oxiria está teniendo en la vida de jóvenes con discapacidad, recuerda apoyar y seguir su misión porque, después de todo, todos merecemos la oportunidad de crecer y brillar.