En un mundo donde cada vez más jóvenes están tomando la batuta en la lucha contra la violencia de género, surge un documental que, más que un mero relato, se convierte en un faro de esperanza y un motor de cambio. «No estás sola: la lucha contra la manada», no es solo un título impactante. Es una llamada a la acción, una herramienta educativa y una puerta abierta para el diálogo en las aulas de todos los rincones de España.
Un coloquio lleno de preguntas difíciles
Recientemente se llevó a cabo un coloquio masivo que atrajo a más de 1,000 adolescentes de diversos centros educativos en Badajoz, Sevilla, Madrid, Alicante y Barcelona. Los jóvenes se conectaron, ¿estás preparado para imaginar esto? —40 pantallas, 40 salones de clases, 1,000 mentes curiosas— para dialogar sobre un tema que debería preocuparnos a todos. Las preguntas arrojadas al aire eran tan punzantes como relevantes: “¿Por qué siguió con él?”, “¿Qué les diríais a las mujeres que tienen miedo a denunciar?” o “¿Cómo se puede ayudar a alguien que sufre violencia de género?”.
Esta última pregunta me lleva a reflexionar sobre mis años de juventud. Yo recuerdo con claridad cómo eran las conversaciones sobre el amor y las relaciones; era un mar de confusiones donde se mezclaban mitos, tabúes y, sí, un poco de desinformación. Entonces, al ver a estos jóvenes involucrarse activamente en el debate, me pregunto: ¿nos quedaremos en la teoría o comenzaremos a actuar?
Detrás de la cámara: el empoderamiento a través del cine
Los directores Almudena Carracedo y Robert Bahar han hecho un trabajo excepcional al iluminar un tema que, en algunos círculos, aún sigue siendo un tema tabú. El documental llegó a Netflix y logró un impacto considerable, brindando a los educadores un recurso que, como escuché decir a una profesora de Biología, es “muy interesante para trabajar este tema”. A pesar de sus inquietudes iniciales, su valentía al afrontar los reactores y las perspectivas varias de sus alumnos es digna de admiración.
No sé ustedes, pero me parece sumamente valiente que maestros como ella suban al barco y comprendan la importancia de este tipo de documentales en un contexto de polarización. Podemos ver un futuro donde la educación y la discusión abierta prevalezcan, ¿no es emocionante?
Conquista generacional: ¿Estamos haciendo la diferencia?
El hecho de que estos jóvenes no vivieran el caso de «La Manada» de cerca —sí, apenas tenían seis o siete años cuando ocurrió— es solo un testamento del milagro de la educación moderna. Películas como esta no solo cuentan una historia, sino que la reconstruyen en la mente de los adolescentes, ayudándoles a identificar comportamientos en situaciones cotidianas que antes podían parecer insignificantes o «normales».
Una alumna preguntó durante el coloquio si «en la perpetuación de la violencia sexual influye la pornografía». ¿Cuántas veces hemos escuchado eso en tabernas, cafés o encuentros casuales con amigos? En su respuesta, Bahar menciona que ese tipo de contenido «no es una representación real», lo cual es un grito por la responsabilidad; no solo en la producción de contenido, sino en la educación que recibimos sobre lo que es aceptable y lo que no.
Este tipo de análisis es fundamental para desmontar la cultura de la violación que, aunque parece un término drástico, es algo que se forja a diario en nuestras interacciones sociales. ¿Podemos ignorar que el entorno familiar, educativo y virtual alimenta y perpetúa creencias erróneas sobre el consentimiento y la violencia?
El rol espejo: el cambio también empieza por nosotros
Una de las iniciativas clave que se han discutido dentro del contexto del documental es la importancia de que los hombres también se involucren en esta lucha. Carracedo y Bahar han puesto especial empeño en mostrar que no se trata de señalar a los hombres como “los culpables”, sino de educar sobre la corresponsabilidad que todos compartimos.
En una de las proyecciones, un profesor reflexiona: “los adultos no nos damos cuenta, pero estos niños solo tenían siete años cuando esto ocurrió”. Imagina eso. Para ellos, «La Manada» es simplemente un rumor, algo que se mencionó en clase, pero no vivieron en carne propia. Es un recordatorio de que el cambio generacional no es solo necesario, es inevitable gracias a la educación.
Desmontando mitos y abriendo diálogos
A medida que los jóvenes comienzan a desglosar conceptos complejos como el consentimiento y la violencia sexual, es inevitable que se enfrenten a mitos arraigados en nuestra cultura. La idea de que “ella estaba en la fiesta” o “él no entendió que era un ‘no’” son narrativas que deben ser desmanteladas. Estas reflexiones en el aula son un paso crucial hacia el entendimiento y la aceptación de la verdad: una negación de la realidad no cambiará lo que realmente ocurrió.
Como profesor, ¿no te gustaría que tus alumnos pudieran salir de una proyección y empezar una conversación abierta? ¿Podemos repensar la educación sobre la sexualidad y el consentimiento en nuestras aulas?
Reflexiones finales: un camino hacia la inclusión y la equidad
«¿Crees que en siete o diez años va a cambiar esto?» preguntó un chico, a lo que Almudena, con una sonrisa comprensiva, respondió: «¿Tú qué crees?» La vergüenza en su rostro se convertía en una extraordinaria cercanía, porque esa es la clave: abrir el diálogo, invitar a la reflexión y permitir que, aunque incómodo, se desate un torrente de pensamientos.
Los jóvenes que participaron en esta actividad no solo aprendieron sobre violencia de género, sino que también obtuvieron herramientas que podrían servirles para ayudar a otros, para reconocer comportamientos tóxicos y, en última instancia, para convertirse en verdaderos agentes de cambio.
Al final del día, «No estás sola» es más que un documental. Es un llamado a la acción, una invitación a la empatía, y posiblemente, el impulso necesario para que cada uno de nosotros reflexione sobre su papel en esta lucha. En un mundo donde el silencio a menudo reina, ¿podríamos ser la voz que inicia el cambio?
La historia sigue desarrollándose, y, con iniciativas como esta, podemos estar seguros de que no estamos solos en esta lucha. Así que la próxima vez que veas una proyección, recuerda: la lucha contra la violencia de género empieza contigo. Porque, como dicen los jóvenes: «No estás sola».