En un mundo donde la vida parece transcurrir a la velocidad de un café exprés, surgen historias de espíritu emprendedor que nos devuelven la fe en la humanidad y en el sabor auténtico. Hoy quiero hablarte de Casto, un pequeño obrador en el corazón de Madrid que ha redefinido la experiencia del brunch y nos ha enseñado que el éxito a menudo se cocina a fuego lento—o, en su caso, con mucho amor y un par de cruasanes.
De las redes sociales a la repostería
Aquí es donde la historia se torna personal. ¿Quién no ha sentido la presión de vivir en un mundo donde todo se mide en likes y seguidores? Sara Giménez y Sofía Bustin, la pareja detrás de Casto, tomaron la valiente decisión de salir del mundo digital y embarcarse en un proyecto que les permitiera conectar con sus raíces: la repostería. Y aunque era una locura trasladar su vida de influencers a un pequeño local de Madrid, lo hicieron con la determinación de quienes saben que la vida sin pasión es un poco insípida, como un café descafeinado.
Sara, con sus 650.000 seguidores, y Sofía, con 115.000, lucharon no solo por abrir su negocio, sino por demostrar que no son solo rostros bonitos frente a una cámara—son trabajadoras incansables, que han pasado meses «metidas haciendo cruasanes».
Cuando Sara dice: «No querría estar en otro sitio», refleja el amor y la dedicación que han puesto en Casto. ¡Y yo lo puedo entender! Recuerdo el día que decidí hornear pan por primera vez; era un desastre total, pero el olor a pan recién horneado y la satisfacción de compartirlo con amigos me hicieron sentir como la reina de la cocina (aunque mi cocina sigue siendo un campo de batalla, por cierto).
De la decisión a la acción: el viaje emprendedor
La idea de Casto surgió de una necesidad de tener un plan B. Hoy en día, contar con diversificación es esencial. En un mundo donde los algoritmos cambian tan rápido como la modas, Sara y Sofía querían algo más concreto, algo que, como dicen, “no dependiera de la tecnología”. Esta decisión les llevó a transformar tiempo de ocio en un proyecto empresarial.
¿Te has preguntado alguna vez cómo sería tu vida si tomases una decisión radical? Ellas lo hicieron, dejando atrás Barcelona y mudándose a Madrid. Eso sí que es tener agallas. Como dice el dicho: “los que no arriesgan, no ganan”, y ellas están en el camino hacia la victoria, o al menos hacia los cruasanes perfectos.
Un menú que habla de honestidad
Casto se caracteriza por un menú que, aunque abarque unos pocos productos, es honesto e inclusivo. En un mundo donde la ostentación a menudo parece reinar, aquí se trata de calidad, no de cantidad. Desde el cruasán de pistacho, que se ha convertido en un superventas, hasta bocadillos con panes de calidad, la filosofía es simple: “creemos productos que nos gusten de verdad”.
Y, hablando de honestidad, ¿quién no ha caído en la tentación de probar un cruasán recién hecho? A menudo, nos prometemos «solo uno», pero ese primer bocado… ah, ya sabes, se convierte en dos y luego en toda una caja. ¡Te entiendo, y no hay nada de qué avergonzarse!
Conexión con la comunidad
La decisión de abrir Casto no solo fue por la pasión por la repostería, sino también por el deseo de conectar con la comunidad. La idea original era abrir un brunch, pero conscientes de la saturación del mercado, optaron por un modelo diferente: un take away donde todo está a la vista. ¿No es genial? Así, el cliente puede ver exactamente lo que está recibiendo, lo que genera una conexión más profunda y honesta.
El lema de Casto, “Mucho bollo, poco drama”, refleja esta búsqueda de simplicidad y alegría. En mi propia experiencia, he visto que, al igual que en la vida, la comida es mejor cuando es sencilla y auténtica. ¿Por qué complicar las cosas?
La lucha contra los estereotipos
Es innegable que Sara y Sofía enfrentan un conjunto único de desafíos porque, además de ser mujeres jóvenes, tienen la etiqueta de “influencers” a sus espaldas. La percepción del mundo de los negocios como un espacio atractivo para las mujeres jóvenes todavía está en evolución, y esto ha sido un reto para ellas. Desde contratar constructores que las tomaron por «dos tontas» hasta enfrentarse a proveedores que intentaron engañarlas, su camino ha estado lleno de obstáculos.
Pero aquí va una realidad: la determinación y la ética de trabajo a menudo superan las expectativas basadas en estereotipos. Ellas no son solo “influencers”; son emprendedoras que están haciendo su camino en un sector altamente competitivo. Con sus propias manos, están construyendo su futuro y hacen que parezca un paseo por el parque… aunque estoy seguro de que es más similar a una montaña rusa.
La oferta comestible: una sinfonía de sabores
Hablemos un poco de la oferta gastronómica de Casto. Entre los clásicos destacan el cruasán normal (1,90 euros) y su delicioso pain au chocolat (2,50 euros). Pero este no es solo otro lugar de repostería. Aquí te encontrarás con la creatividad en forma de cinnamon rolls, que incluso tienen un nombre especial—en honor a una clienta. ¿Te imaginas que tu nombre esté en un postre? ¡Eso es lo que llamo dejar huella!
Todo lo que ofrecen es preparado con esmero. La base es crear un producto que puedan disfrutar en su propia mesa. Al igual que tú y yo, ellas son amantes de la comida saludable, y quisieron compartirlo con el mundo. Así que, si quieres un bocadillo, no esperes una bomba de calorías; aquí la calidad y el buen gusto son prioritarios.
La experiencia del cliente
Sara y Sofía están conscientes de que los clientes tienen expectativas altas y de que cada visita debe ser una experiencia agradable. Con cada pedido, hay un pequeño momento de atención que puede marcar la diferencia. Este es un recordatorio que podría aplicarse a cualquier negocio: el detalle cuenta. ¿No preferirías pagar un poco más por una experiencia que te haga sentir especial?
Recuerdo una vez que visité una pequeña cafetería en un pueblo y el dueño no solo me sirvió un café perfecto, sino que también compartió una historia sobre cómo había elegido cada grano. Esa conexión es invaluable y es esa misma filosofía la que Sara y Sofía han incorporado en Casto.
La filosofía detrás de Casto
La filosofía de Casto es simple: honestidad e inclusión. La idea de crear un espacio donde todos se sientan confortables y bienvenidos es el núcleo de su propuesta. Al hablar de precios accesibles para un producto de calidad, demuestran que se puede ofrecer algo especial sin arruinar a los clientes. ¡Bravo por eso!
A veces, en el mundo de la gastronomía, vemos precios absurdos que nos hacen dudar de qué estamos pagando realmente. Con Casto, puedes disfrutar de un espresso por tan solo dos euros. A veces, hay que recordar que una buena taza de café no tiene que costar más de lo que gastas en un cumpleaños para un gato.
Conclusión
En conclusión, la historia de Sara Giménez y Sofía Bustin y su aventura con Casto es un ejemplo brillante de cómo la pasión, el amor y la honestidad pueden cambiar la vida de las personas. En un mundo lleno de incertidumbres, han encontrado su camino en la repostería, desafiando estereotipos y haciendo comunidad en el proceso.
Si alguna vez visitas Madrid, no puedes perder la oportunidad de conocer este pequeño obrador que ha dejado una huella en el corazón de muchos. Ah, y llévate un cruasán de pistacho; no te arrepentirás. Como siempre, al final del día, lo que realmente importa son las conexiones que creamos… y, si puedes, también los sabores que disfrutamos.
Así que, libro en mano y un buen café en la otra, celebremos el viaje emprendedor, que, a veces, es más dulce que el mejor pastel. Porque, al final del día, la vida es demasiado corta para no disfrutar de un buen bollo y un poco de drama.