En la arena política actual, pocos temas son tan candentes y divisivos como el feminismo. Un asunto que debería ser de consenso se convierte en un verdadero campo de batalla, donde las luchas internas e hipocresías salen a la luz. A lo largo de este artículo, desglosaremos la reciente controversia en torno a integrantes de Podemos y la crítica manifestada por feministas, analizando la compleja intersección entre política, feminismo y la muy mencionada hipocresía.

Feminismo y política: ¿una combinación peligrosa?

El feminismo, en su esencia, busca la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Sin embargo, lo que debería ser un objetivo común ha sido utilizado como un arma política. ¿No te parece irónico que aquellos que se posicionan como defensores de los derechos de las mujeres sean los mismos que caen en comportamientos retrógrados? La reciente nueva condena de los miembros de La Manada bajo la ley del “solo sí es sí” ha reabierto viejas heridas y reavivado debates sobre la eficacia y moralidad del enfoque actual hacia el feminismo en la política.

La ley del ‘solo sí es sí’: avances y retrocesos

La ley “solo sí es sí” fue aclamada como un avance necesario en la lucha por los derechos de las mujeres, pero la reciente reducción de penas a miembros de La Manada ha dejado a muchos cuestionándose su efectividad. La Audiencia de Navarra ha cambiado la condena de 15 a 14 años para algunos de los involucrados, lo que ha causado indignación y confusión. ¿Cómo puede ser que la justicia, que debería ser equitativa, permita este tipo de situaciones?

En la misma ocasión, también se ha visto la destitución de Juanjo Martínez, coordinador de Esquerra Unida en Baleares, por acusaciones de abusos sexuales. Estos eventos han arrojado luz sobre un patrón en el que muchos de los que vociferan a favor del feminismo son también los mismos que se encuentran en situaciones comprometedoras.

¿Realmente podemos confiar en una ideología que promueve un cambio social, cuando quienes la lideran parecen actuar en contraposición a sus principios?

La mirada crítica hacia Podemos: un aliado cuestionable

La llegada de Podemos al panorama político español prometía un aire fresco, una renovación. Sin embargo, la percepción que ha ido tomando forma es la de una hipocresía abrumadora entre sus figuras más destacadas. Desde su formación, la ausencia de menciones a la igualdad de género en sus programas hasta la inclusión tardía del feminismo, han dejado mucho que desear.

Imaginemos por un momento a Pablo Iglesias, rodeado de apellidos conocidos, en la dirección de un partido que debería ser sinónimo de cambio. A medida que escuchamos sus discursos sobre la igualdad de género, las acusaciones de falta de conducta se vuelven cada vez más evidentes. Recuerdas esa famosa frase de Iglesias: “Yo a esa mujer la azotaría hasta que sangrase”, ¿no? No parece encajar en la narrativa del hombre que se presenta como defensor del feminismo.

Las palabras de Paula Fraga

La feminista Paula Fraga, jurista especializada en Derecho Penal, ha sido clara: “esto no es un caso, ni dos, ni tres”. Por el contrario, se trata de un reflejo de una izquierda cínica que ha empeñado el feminismo mientras perpetran comportamientos moralmente cuestionables. ¿Es posible seguir confiando en quienes han construido su carrera política sobre la bandera del feminismo, pero sus actos nos dicen lo contrario?

Aquí es donde el doble rasero se vuelve un problema crítico. Reflexionando sobre esto, me viene a la mente la famosa escena de una película, donde el villano de la historia intenta justificarse tras un acto deleznable. ¿Acaso no es lo que estamos viendo aquí?

Una mirada más profunda: ¿es un fenómeno exclusivo de la izquierda?

Si bien es fácil señalar a Podemos, la cuestión se convierte en un asunto más amplio. Las críticas no son solo hacia la izquierda. ¿Por qué aceptaríamos comportamientos igualmente detestables de la derecha y no de la izquierda? La hipocresía encuentra su hogar en todos los extremos del espectro político.

La periodista Yaiza Santos ha señalado que lo que estamos presenciando es una actitud machista que también puede encontrarse en otros partidos. Mientras se continúa señalando y criticando a los demás, aquellos que levantan la voz en defensa de la igualdad deben mirar en su propia casa. Estoy seguro de que eso suena familiar, ¿verdad? En la era digital, los escándalos se viralizan instantáneamente y podemos encontrar a ese “líder” público en las redes sociales, completamente incapaz de sostener su moral pública ante las acusaciones que enfrenta.

El impacto del efecto ‘#MeToo’

El movimiento #MeToo ha sido crucial en la visibilización de abusos y ha permitido que muchas voces sean escuchadas. Pero también ha quedado claro que el activismo por las redes sociales ha llevado a prácticas peligrosas y sentimientos de venganza más que de verdadera justicia. Cuando personas como Íñigo Errejón son acusadas, nos encontramos con respuestas que parecen ser más sobre proteger su reputación que sobre defender los derechos de las víctimas.

El fenómeno desatado por el #MeToo ha sido polarizante: por un lado, ha empoderado a las mujeres para hablar, pero por otro, ha creado un ambiente en el que los acusados pueden ser (y a menudo son) juzgados públicamente antes de que se esclarezcan los hechos. Siendo así, ¿dónde queda la presunción de inocencia?

La presunción de inocencia y la ética en el activismo

En este contexto, es vital recordar que la ética en el activismo no debe ser una simple narrativa, sino que necesita una aplicación real. Santos ha enfatizado la importancia de mantener la presunción de inocencia para todos, una postura que es más que lógica. ¿Cómo podemos avanzar en la búsqueda de justicia si no damos a todos la oportunidad de defenderse?

Tal como se menciona en uno de los artículos analizados, el doble rasero es particularmente hiriente. “…no podemos aplicar con ellos la misma regla que ellos aplicaban con los demás”. Es un recordatorio de que, tal cual una hoja de papel arrugada, las palabras pesan, pero las acciones son lo que realmente definen nuestra integridad.

¿Y ahora qué? La búsqueda de un feminismo auténtico

Claramente, la lucha feminista ha sido y continúa siendo esencial. Pero debemos cuestionar quiénes son nuestros aliados. Un feminismo verdadero llamaría a erradicar no solo las conductas machistas, sino también toda forma de hipocresía y cinismo.

La escritora Berta G. De Vega menciona que el feminismo que realmente ha promovido avances ha sido aquel que se enfrenta a las actitudes retrógradas, no el feminismo que se presenta como adalid mientras tolera lo intolerable. Aquí radica la verdadera lucha.

La única manera de llevar el feminismo hacia adelante es armarse de sinceridad, tanto a nivel personal como político. Las voces que exigen cambios verdaderos deben estar respaldadas por un comportamiento sincero y responsable.

Conclusión: la mujer como protagonista

A medida que se desvelan estos escándalos y críticas, la figura femenina no debe convertirse en el trofeo de una contienda política. La mujer, con su fuerza y determinación, debe ser la verdadera protagonista de esta historia.

Así que, amigos, ¿qué tipo de feminismo queremos fomentar? ¿Uno que celebra la hipocresía o uno que se basa en la transparencia y la lucha genuina por la igualdad?

La respuesta no siempre es sencilla, pero creo que la clave está en cuestionar constantemente y no conformarnos. Después de todo, como decía mi abuela, “quien no se atreve a preguntar, nunca obtendrá respuestas”. Y tú, ¿estás dispuesto a preguntar?