En 2007, en un rincón elegante del Hotel Bayerischer Hof de Múnich, un hombre con un aura de poder e intenciones inconfundibles cruzó el salón con paso firme. Era Vladímir Putin, y estaba a punto de balconear su visión de un mundo en el que Rusia tenía voz —casi grito— en el concierto geopolítico dominado por Estados Unidos. La Conferencia de Seguridad de Múnich de ese año se convirtió en un punto de inflexión que, para muchos, se ha vuelto a repetir con el reciente conflicto en Ucrania y las conversaciones entre Putin y Donald Trump que han reavivado los temores y sospechas entre las naciones occidentales. Pero, ¿merece la pena reflexionar sobre lo que acontece en Múnich en la actualidad? ¿Estamos ante una repetición de la historia o simplemente ante el eco de aquél discurso?

La historia se repite: ¿un déjà vu geopolítico?

Siempre he tenido la creencia de que la historia no se repite, pero a menudo rima. Si miramos la situación actual, parece que estamos escuchando un eco distante de los *****tambores de guerra***** del pasado. Durante los 18 años transcurridos desde el famoso discurso de Putin, la relación entre Rusia y Occidente ha ido de mal en peor. Después de todo, este fin de semana, el mismo hotel que vio nacer aquellos tumultuosos reclamos se convertirá nuevamente en el escenario de una crisis global, marcada por la tensión de la invasión rusa a Ucrania. A menudo pienso en lo absurdo que puede ser el juego del poder, como si los líderes cumplieran con un guion de teatro que los obliga a repetir sus líneas una y otra vez.

Hablando de teatro, permítanme contarles una anécdota personal. En una ocasión, intenté ver una obra de Shakespeare, pero en medio de todo el drama, sentí que la historia me resultaba familiar. “¿Es que nadie aprende de sus errores?”, me pregunté. Y aquí estamos, lidiando con actuaciones que podrían haber sido escritas en un libro de historia. Las conversaciones entre Trump y Putin sobre Ucrania no han dejado de llamar mi atención, y recordando la dinámica de la Conferencia de Múnich, me pregunté: ¿cuántas veces más tendremos que ver a los líderes tomados de la mano, como si fueran buenos amigos, mientras sus pueblos se desgarran?

La nueva y escalofriante realidad en Europa

En esta ocasión, el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, ha traído su propio conjunto de ideas sobre cómo debería ser la paz en Ucrania. Adiós a la OTAN y hola a una nueva realidad donde Kiev podría quedar en la cuerda floja. Mientras el secretario discute su visión, el corazón de Europa late más rápido que nunca, y no precisamente por el amor. Muchos alemanes sienten que su paraguas de seguridad pudiera cerrarse, convirtiéndose en un bunker hermético. La necesidad de protegerse no es simplemente una cuestión de seguridad, sino también de un sentido de comunidad y pertenencia en tiempos inciertos.

Búnkeres: el nuevo hogar dulce hogar

En una época donde la incertidumbre se siente como un compañero constante, algunos ciudadanos alemanes se sienten más cómodos con la idea de construir búnkeres en sus sótanos. A unos 600 kilómetros de Múnich, en Berlín, la empresa Bunker Schutzraum Systeme Deutschland está viendo un auge en la demanda. Imagínense la escena: jóvenes con palas y planos, mientras sus padres les advierten que el bunker es más que un lugar para esconderse. Es un símbolo de confianza y seguridad, en vez de un simple refugio. ¡Quién lo diría! En lugar de una casa con jardín, ahora tenemos un refugio que podría rivalizar una fortaleza medieval.

Jean-Paul Piejde, su director, dice que hay un aumento de la demanda desde que comenzó la guerra en Ucrania. «Las noticias tienen un impacto real», me dice, mientras me imagino los titulares saliendo del televisor, «¿Estamos seguros? Es hora de un búnker». Es un dilema, ¿no? Por un lado, tenemos la necesidad de supervivencia y, por el otro, la sensación de que esto quizás podría ser simplemente «estúpido», como argumentan algunos.

La percepción del peligro: ¿una ola de paranoia?

La percepción del peligro parece ser crónica en estos días. Según un informe del ministerio de Defensa alemán, el Kremlin podría estar mirando hacia los países bálticos, lo cual provoca un cosquilleo en la barriga de muchos europeos. Por supuesto, siempre hay quienes dicen que todo esto es miedo infundado y que la historia nos ha enseñado que la calma regresa. Pero, permítanme preguntarle: ¿quién no ha sentido una punzada de ansiedad al mirar la televisión en algunos de estos últimos años?

El consenso es que la mentalidad de la defensa civil en Alemania está evolucionando lentamente; algunos ven una relación directa entre el aumento de los búnkeres y la creciente percepción del riesgo. La idea de que uno podría necesitar un refugio se ha filtrado en la psique colectiva de la nación. Así que ahora, en lugar de jardines bien cuidados, es probable que veamos un florecimiento de terraplenes y trajes de camuflaje en los parques.

La Conferencia de Seguridad de Múnich: un reflejo de nuestros tiempos

Regresando a Múnich, la conferencia de este año ha atraído la atención, no solo por la tensión palpable, sino también porque vuelve a ser un punto focal de discusión global. La posibilidad de nuevas conversaciones sobre el futuro de Ucrania y su posición a continuación, junto con una mezcla de viejas y nuevas ideas sobre la seguridad, hacen de este evento una especie de misterio internacional.

Los líderes europeos estarán en una especie de carrera contra el tiempo para entender los planes de la administración de Trump sobre el futuro de las relaciones transatlánticas. ¿Acaso habrá un nuevo tratado, o simplemente se sentarán en una mesa y se ofrecerán té y galletas mientras intercambian quejas sobre “La Europa fría y solterona” que ha mencionado Dmitri Medvedev? Por favor, evitemos las comparaciones con citas de telenovelas.

Mientras tanto, en el este de Europa, la mentalidad es diferente. Países como Estonia tienen un enfoque mucho más consciente del peligro y están tomando medidas de precaución que a los alemanes aún les cuesta imaginar. Martin Herem, el jefe de las Fuerzas de Defensa de Estonia, asegura que “no se trata de si este ataque ocurrirá, sino de cuándo”. Ese “cuándo” es referente a un ataque que puede cambiar vidas y alterar el equilibrio de poder en la región.

Reflexiones finales: el futuro en juego

Mientras la historia se despliega una vez más en el escenario de Múnich, y las palabras de Putin resuenan como un eco aterrador para muchos, lo que estamos viendo es más que la repetición de un discurso geopolítico. Significa que, a pesar de nuestra mejor voluntad, es posible que nunca aprendamos del pasado. Pero, al observar las secuelas del prefijo “pos-guerra”, cabría preguntar: ¿dónde trazamos la línea entre la paranoia y la realidad?

El futuro es incierto, y la construcción de búnkeres puede que no sea la solución, pero me pagarían por un euro cada vez que alguien dice que «estamos preparados para cualquier cosa», y podría establecer mi propio refugio. El problema, como hemos visto, no es únicamente de estructura física, sino también del estado de ánimo colectivo que nos acompaña en esta complicada danza de diplomacia internacional.

Así que, amigos, mientras el eco de Múnich resuena nuevamente, no olviden mantener un ojo en las noticias y asegurar que no se queden cortos en la compra de galletas para las reuniones. Después de todo, incluso en los tiempos más oscuros, no hay nada que un buen búnker y una buena charla entre amigos no puedan resolver.