En los tiempos en los que las noticias negativas parecen dominar la conversación, la reciente intervención humanitaria de Marruecos en las inundaciones de Valencia nos recuerda que, aun en medio del caos, hay espacio para la cooperación, la humanidad y, por supuesto, un gran espíritu de parte del pueblo. La historia de cómo Marruecos enviaron 36 camiones y un equipo de operarios para ayudar a limpiar garajes y desatascar drenajes en la región es no solo impresionante, sino también un testimonio de la conexión entre naciones que comparten tanto historia como bondad.

Un rayo de sol entre la tormenta

Imaginemos a Mohammed Taha, un joven marroquí de Kenitra, que al llegar a un país que no es el suyo, encuentra una bandera de Valencia y decide ponerla en su camión de trabajo. Pienso en la emoción que debe haber sentido al levantarla y compartir ese momento con sus compañeros, como si estuvieran diciendo: «Aquí estamos, listos para ayudar». ¡Qué bonito es ver como una simple bandera puede unir a la gente en tiempos difíciles! La esencia de la humanidad se siente en esos momentos, ¿no crees?

El impacto de la DANA en Valencia

Todo comenzó, como suele suceder en estas historias, con un aviso: el DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó la región en octubre. Este fenómeno meteorológico trajo consigo lluvias torrenciales que devastaron varios municipios en Valencia, causando estragos en varios hogares y negocios. Según Gonzalo Sanz Ruiz, coordinador del grupo de Protección Civil, los operarios marroquíes extrajeron suficiente lodo como para llenar 50 piscinas olímpicas. Eso, mis amigos, es un trabajo monumental.

Arriba las manos: operativos en acción

Imaginen por un momento el camión de desatasco en acción. Los operarios, armados con mangueras de alta presión y una gran cantidad de entusiasmo, trabajan codo con codo, no solo con la gente de la región, sino también entre ellos. Aquí no hay espacio para la competencia; solo hay lugar para el trabajo en equipo. ¿Te imaginas estar en una situación así, rodeado de personas de un país diferente, pero que, sin embargo, se están esforzando por el mismo objetivo?

Mohammed Alouch, otro de los operarios provenientes de Rabat, lo describe de manera simple: “Hemos venido a trabajar y a ayudar a España, no a descansar”. Tal compromiso es admirable y, sinceramente, refrescante.

Entre la obligación y el orgullo

Lo que da aún más profundidad a esta historia es el sentido de honor y orgullo que sienten estos operarios por ayudar a España, como un gesto de gratitud que responde a la asistencia española durante las crisis en Marruecos. Estos intercambios son un recordatorio de que, en el fondo, todos formamos parte de la misma comunidad global. ¿Acaso no hemos aprendido algunas lecciones sobre reciprocidad y solidaridad en los últimos años?

Una logística sorprendente

Cómo lograron coordinar a este contingente de rescate también es una historia en sí misma. Un Excel en el que los operativos organizan su día a día, asignan tareas y determinan qué sectores requieren atención. En este punto, me pregunto: ¿dónde está el libro de “Cómo salvar el mundo con una hoja de Excel”? Porque, amigos, esto es puro ingenio.

Con instrucciones dictadas cada tarde desde el Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi), estos hombres y mujeres se lanzan a un nuevo día de labores con energía renovada y un fuerte propósito. Entre el lodo y los obstáculos, la humanidad brilla más que nunca.

El almuerzo: un festín en medio del caos

Hablando de humanidad, no podemos pasar por alto cómo, a medio día, estos operarios se reúnen para comer. La comida es un elemento vital en cualquier cultura, y para estos trabajadores no es diferente. En medio del barro y los esfuerzos, sacan de las furgonetas tápers de pollo especiado y otro auténtico manjar marroquí. En ese momento, las dificultades desaparecen y solamente se siente el auténtico espíritu de camaradería. Podría ser un día terrible, pero la comida puede convertir esos momentos en algo memorable. “¡Qué hambre!”, exclamó uno, y evidentemente, yo me lo estoy imaginando con una sonrisa en el rostro.

Relaciones internacionales: un convenio que vale oro

Si bien la respuesta humanitaria fue sorprendente, no debe pasar desapercibido que había un marco constitucional para esta cooperación. Desde 1987, Marruecos y España disfrutaban de un convenio firmado en Rabat, que sirve de base para la colaboración en emergencias y protección civil. Desde el manejo de desastres naturales hasta la lucha contra incendios, este acuerdo se ha mostrado como un pilar fundamental en la mutua cooperación.

Pero no solo han sido Marruecos y España. Portugal y Francia también aportaron ayuda a través del Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea. En un mundo en el que parece que todos luchan contra todos, estos ejemplos de solidaridad internacional son un soplo de aire fresco.

Un futuro más brillante: esperanza de cooperación

La relación entre Marruecos y España no solo debe limitarse a momentos de crisis. Este evento debería ser un punto de partida para una colaboración aún más profunda que abarque áreas como la educación, el medio ambiente o el turismo. ¿Te imaginas un futuro donde países con diferentes culturas puedan unirse para aprender y beneficiarse mutuamente?

Ya tenemos ejemplos como este para inspirar a otras naciones. Después de todo, la verdadera riqueza de un país se mide no solo por su economía, sino por su capacidad para ayudar y conectarse con el prójimo. «¿Por qué no hacer más de esto?», me pregunto cada vez que pienso en estas historias.

La conexión humana en tiempos difíciles

Este relato sobre Mohammed Taha, Mohammed Alouch y sus compañeros no es solo una historia sobre respuestas a desastres, sino sobre cómo los momentos de crisis pueden sacar lo mejor de nosotros. En un mundo donde tantas veces se nos muestra lo peor de la humanidad, es refrescante ver a hombres y mujeres, a jóvenes y mayores de diferentes culturas, unirse en un esfuerzo común.

Permitámonos reflexionar sobre el mensaje final: cuando una nación se ve afectada, hay otras listas para extender su mano. Y así, en medio del barro y las dificultades, surgen sonrisas, se hacen conexiones y, sobre todo, se forjan amistades. ¿Qué más podría pedir una comunidad internacional?

Así que, la próxima vez que veas una noticia como esta, recuerda la inmensa capacidad del ser humano para ayudar, de un país a otro, y cómo esta colaboración puede despertar la esperanza en un panorama global muchas veces sombrío. ¡Larga vida a la solidaridad y a la cooperación internacional!