El 29 de octubre de 2023, València vivió una jornada que quedará grabada en la memoria colectiva de sus habitantes. No sólo por la magnitud de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó la región, sino por la alarmante ineficacia en la gestión de la emergencia. La situación se tornó caótica, y el papel de responsables como el president de la Generalitat, Carlos Mazón, y la consellera de Justicia, Salomé Pradas, se ha convertido en materia de debate. ¿Qué llevó a que la alerta de emergencia se lanzara con más de dos horas de retraso?

En este artículo, exploraremos los detalles de lo sucedido, compartiremos anécdotas y reflexionaremos sobre la responsabilidad y la preparación ante desastres naturales. Así que agárrense, que este recorrido por la ineficacia administrativa promete ser revelador y, quizás, un poco irónico.

La crónica de una alerta ignorada

Imaginen por un momento la escena:
Paso a paso, el agua comienza a desbordar ríos y barrancos como si la naturaleza estuviera lanzando un grito de auxilio mientras, en una sala de reuniones, los responsables políticos están más preocupados por redactar el mensaje que por salvar vidas. Tal parece sacado de una película de comedia negra, ¿no creen?

La reunión del Centro de Coordinación Operativa Integrada (Cecopi) comenzó a las 5 de la tarde, cuando las primeras tormentas ya asediaban València. Según informes, a las 18:10, el sistema 112 ya tenía conocimiento del inminente lanzamiento de una alerta masiva. Pero fue la confusión, la falta de liderazgo y una buena dosis de indecisión lo que dejó a cientos de ciudadanos atrapados en situaciones de riesgo durante horas.

¿A dónde fue el presidente?

Carlos Mazón, el presidente de la Generalitat, llegó tarde al escenario de la crisis. En el momento en que la DANA comenzó a cobrar vidas y devastar propiedades en València, Mazón estaba en una comida con una periodista, discutiendo sobre asuntos que, en perspectiva, parecen tan triviales. Uno podría preguntarse, ¿realmente era tan importante la reunión para dejar a su equipo lidiar con la tormenta sola? La impresora de la verdad parece funcionar a todo ritmo en el mundo político: siempre hay una forma de retorcer la realidad.

Y aquí está el dilema: ¿debería un líder hacer un sacrificio personal en momentos de crisis? En este caso, él y el equipo no tomaron la decisión correcta y las consecuencias fueron devastadoras.

La consellera y su dilema

Mientras tanto, Salomé Pradas, consellera de Justicia y responsable de la coordinación de Emergencias, se convirtió en la protagonista de un drama político que podría rivalizar con los clásicos de Shakespear. Con la presión del mundo en sus hombros, informaba sobre una situación que se agravaba minuto a minuto, pero, en vez de actuar, parecía más interesada en consultar al equipo sobre cómo redactar un mensaje que, al final del día, resultó ser «poco alarmista».

Al parecer, en una sala llena de expertos, se discutió durante más de horade qué manera transmitir la gravedad del mensaje a los ciudadanos. Y, quizás, en un intento por no alarmar a la población de manera excesiva —porque, ya saben, no queremos causar pánico— se perdió un tiempo invaluable, mientras la lluvia arremetía más fuerte cada segundo.

La espera interminable y el colapso del 112

“No hay que hacer un texto para catedráticos”, gritó, según fuentes presentes en la reunión. ¿Acaso el sentido común fue ahogado por los tecnicismos? Las horas se alargaban y las llamadas al 112 empezaban a colapsar el sistema. Fueron más de 2,000 en una sola hora, lo que provocó que los operativos de emergencia tuviesen que recurrir a personal extra para poder gestionar la avalancha. Pero, ¿qué pasa cuando la ayuda tarda en llegar y las personas están en peligro inminente?

El paisaje de València poco a poco se transformó en un río desbordante, que arrastraba todo a su paso. Mientras tanto, la consellera se dedicaba a preguntar «¿qué hacemos?» en lugar de dar instrucciones claras que pudieran salvar vidas.

¿Podía haberse evitado esta tragedia?

La respuesta es un rotundo . Los sistemas de alerta pueden fallar, pero la comunicación y el trabajo en equipo son imprescindibles en situaciones de emergencia. En ese contexto, la falta de una respuesta rápida es simplemente inexcusable. La sociedad promedia espera de sus líderes un sentido de urgencia, una priorización de la vida humana sobre los protocolos burocráticos.

Algunas comunidades ya habían tomado la iniciativa de alertar a sus ciudadanos horas antes de que la consellera finalmente decidiera enviar el mensaje. Y sin embargo, no fue hasta pasadas las 8:00 de la tarde que la alerta llegó a los móviles de la población. La pièce de résistance de la ineficiencia administrativa se veía reflejada en el caos de la situación.

Las consecuencias y la responsabilidad política

Muchos todavía se preguntan, ¿qué se puede aprender de todo esto? La respuesta es clara: la preparación ante desastres es esencial. Las autoridades deben tener planes de acción claros, sistemas de alerta que funcionen sin contratiempos y, fundamentalmente, deben estar dispuestas a dejar de lado la política para enfocarse en salvar vidas.

Los expertos advierten que este tipo de fenómenos climáticos se volverán más frecuentes y destructivos. Por lo tanto, contar con recursos eficaces y directrices claras podría hacer la diferencia entre una catástrofe y una gestión efectiva.

A través de esta tragedia, debemos abogar por una responsabilidad más significativa de nuestros líderes y la implementación de protocolos que prioricen el bienestar de la ciudadanía.

Reflexiones finales: la hora de rendir cuentas

Volver atrás no es una opción y seguir engañando a la población tampoco. La rendición de cuentas es parte de la solución. Los ciudadanos merecen transparencia, especialmente en situaciones de emergencia, y los responsables deben asumir la carga de sus decisiones.

Finalmente, podríamos decir que esta historia, aunque está llena de ironía y desilusión, también nos brinda una lección invaluable sobre la importancia de la gestión de emergencias. ¿Estamos dispuestos a aprender de los errores del pasado o continuaremos en el ciclo de la ineficiencia? Solo el tiempo lo dirá, pero hoy, más que nunca, es el momento de exigir un cambio. Así que, si hay algo que podemos hacer como ciudadanos, es pedir que la próxima vez los alertas lleguen a tiempo y que nuestras autoridades estén donde se les necesita: al frente de la batalla.