La historia se repite, ¿verdad? En muchas ocasiones, el destino de los monumentos históricos parece estar más vinculado a negociaciones políticas y burocráticas que a su valor cultural y social. El Castillo Nuevo de los Mendoza, un emblema de Manzanares El Real, ha cobrado protagonismo recientemente debido a la devolución de su gestión a sus propietarios, la Casa Ducal del Infantado. Pero, ¿qué significa realmente esto para los habitantes de esta encantadora localidad y para aquellos que anhelan explorar su rica historia? Acompáñame en este recorrido donde exploraremos el pasado, el presente y, con algo de suerte, ¡también su futuro!
Un vistazo a la historia del castillo
Imagina un día soleado en 1475, donde Diego Hurtado de Mendoza y Figueroa, el primer duque del Infantado, decide erigir un castillo que se convertiría en uno de las joyas arquitectónicas de Madrid. ¡Hablamos de un momento en que los caballeros y las damas eran protagonistas de cuentos épicos! El castillo fue terminado 15 años después por su hijo, Don Íñigo, con la colaboración del arquitecto de los Reyes Católicos, Juan Guas. La increíble mezcla de gótico tardío y la sofisticación del Renacimiento se puede observar en cada rincón de este edificio, que no solo sirvió como una fortaleza defensiva, sino como un palacio dignamente decorado.
A lo largo de los siglos, el castillo ha vivido infinidad de eventos, desde defenderse de invasores hasta ser testigo de la firma del Estatuto de Autonomía en 1983. Pero, los tiempos modernos han traído consigo desafíos inesperados.
un desafío patrimonial
Este 5 de enero, un giro inesperado: la gestión del castillo ha regresado a la Casa Ducal del Infantado, después de un contrato de arrendamiento de casi 60 años con la Comunidad de Madrid. La noticia provocó un debate no solo entre los artilugios de la política local, sino también en el colectivo de amantes de la historia. Y es que, aunque el castillo ha estado abierto al público, en estos momentos se ve obligado a cerrar sus puertas al no contar con una licencia para operar.
¿No es paradójico? Un monumento histórico, valorado y apreciado por miles de visitantes, podría convertirse en una fortaleza cerrada nuevamente. Así de caprichoso es el destino a veces.
La figura de la duquesa
Entrando en el escenario, aparece la duquesa Almudena de Arteaga y Alcázar, una joven de 57 años licenciada en Derecho y escritora, que ha mostrado su deseo de mantener el castillo abierto al público y mejorar la oferta cultural de la zona. Sin embargo, a medida que vamos desentrañando la complejidad de la situación, nos encontramos con detalles cada vez más oscuros y enrevesados.
La duquesa no solo quiere preservar la historia de su familia, sino también dar a los visitantes la oportunidad de experimentar la riqueza cultural del castillo. Pero, ¿será suficiente su voluntad y la de su familia frente a la burocracia?
Un lío legal que afecta a la cultura
Las autoridades locales han asegurado que, aunque la familia es la propietaria del castillo, la calificación urbanística del terreno impide la concesión de permisos para reabrirlo al público. En el mundo real, esto significa que, aunque sientas la emoción de cruzar sus puertas y sentirte como un valiente caballero medieval, la burocracia puede ser un dragón formidable que necesita ser derrotado.
Con más de un millón de euros anuales invertidos en mantenimiento y conservación por parte del Gobierno regional, la verdad es que el castillo se había transformado de una ruina en un atractivo turístico. La historia de un proyecto de recuperación en colaboración con el Ayuntamiento es un ejemplo palpable de cómo la conservación del patrimonio puede ser un esfuerzo colectivo. Pero ahora, con el cierre, el futuro del castillo se vuelve incierto.
Las diferencias políticas que complican la historia
La escena se complica aún más cuando entran en juego los juegos políticos. Durante los últimos meses, se intentó que la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento lograran mantener el castillo abierto, pero la coalición de PP y Vox, junto con la abstención de los socialistas, evitó que se aumentara la protección del castillo. Una situación que nos lleva a reflexionar: ¿cuánto pesa la política en nuestra apreciación colectiva de la historia?
Pair farr: Si todos los implicados quisieran realmente salvaguardar este misterio arquitectónico, tal vez el castillo no estuviera en su actual limbo legal. Pero parece que la prioridad aquí no es cerrar acuerdos, sino más bien abrir la puerta de la confrontación.
La voz de la comunidad
Lo que muchos parecen olvidar en esta batalla de titanes es la voz de la comunidad. Los 407.000 visitantes que acudieron al castillo en los últimos años no son números vacíos; son historias, recuerdos, momentos que se entrelazan en la rica tapezaría cultural que el castillo representa. La comunidad tiene derechos, y en el corazón de Manzanares late un deseo ferviente por volver a disfrutar de su historia.
El abogado de la duquesa, Miguel Temboury, sugiere que existen «vías legales que permiten una rápida reapertura del castillo». Sin embargo, este tipo de afirmaciones suenan vacías, al menos en un momento donde las administraciones parecen estar en “modo espera”. ¿Acaso deben ser los hambrientos de historia quienes salgan a pelear por lo que debería ser un derecho de acceso?
El camino hacia el futuro: ¿Hay esperanza?
Pese a las circunstancias, aún hay luces en el túnel. Tanto la Comunidad de Madrid como el Ayuntamiento han expresado su intención de encontrar una solución para reabrir el castillo. En su última reunión del 16 de diciembre, se destacó la necesidad de agilizar la tramitación para que este bien patrimonial recupere su actividad “cuanto antes”. Una promesa que, en el mejor de los casos, se convierte en un faro de esperanza. Pero claro, las palabras deben traducirse en acción.
¿Es posible que esta unión de fuerzas entre las administraciones y la familia ducal logre un final feliz? Sería un regalo para los habitantes que han tejido tanto amor alrededor de su historia local. Sería un recordatorio de que el patrimonio cultural no solo pertenece a una familia o un grupo político, sino a todos nosotros.
Reflexiones finales
El Castillo Nuevo de los Mendoza ha sido testigo de la historia durante siglos, y sigue siendo un símbolo de la cultura no solo de Manzanares El Real, sino de toda España. La situación actual nos hace reflexionar sobre la importancia del patrimonio cultural y la necesidad de colaboraciones entre las instituciones para preservar nuestra historia.
Mientras nos aventuramos en este laberinto legal y político, es imperativo que recordemos que el castillo no es solo una estructura de piedra: es un testigo mudo de las vidas que han transitado por sus muros. Y, aunque las circunstancias actuales pueden desalentarnos, la esperanza siempre tiene la oportunidad de renacer. Al final del día, ¿no es este la esencia misma de la historia? La búsqueda de un futuro mejor, la protección de nuestro legado, y la esperanza de que las puertas del castillo se abran nuevamente para que todos podamos disfrutar de su belleza y riqueza cultural.
¡Así que aquí estamos, observando cómo se desenvuelve el drama del Castillo Nuevo de los Mendoza! ¿Quizás un día podamos contar historias de cómo su abrigo se reabrió al público? Que el futuro nos encuentre con la valentía de nuestros antepasados y el deseo de preservar nuestra historia compartida.