La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), aquel fenómeno que nos sorprendió a muchos en octubre de 2023, ha puesto en el centro del debate no solo las lluvias torrenciales y la evacuación de ciudadanos, sino también el tema de la gestión de emergencias y las responsabilidades políticas. Como valenciano y observador de la política local, me siento compelido a hablar sobre este tema tan crucial para nuestra comunidad. Si tienes un café a la mano, acomódate, y exploremos juntos qué ocurrió realmente.

El día de la DANA: ¿quién estaba al volante?

Imagínate esto: era el 29 de octubre, un día cualquiera (bueno, más bien inusual), y de repente la Comunidad Valenciana se encontraba en medio de una emergencia climática. Las imágenes de calles inundadas, coches flotantes y ciudadanos vulnerables no tardaron en invadir las redes sociales. ¿Te suena la sensación de caos y confusión?

El vicepresidente del Gobierno valenciano, José Gan Pampols, fue uno de los primeros en arrojar algo de luz en las declaraciones posteriores. A pesar de que la situación se volvió un verdadero juego de “quien tiene la culpa”, los detalles acerca de quién realmente tomó las decisiones durante esta crisis se volvieron tan confusos como un rompecabezas de mil piezas.

La portavoz del ejecutivo, Susana Camarero, mencionó el órgano que tomó la decisión de enviar alertas a los ciudadanos: el Centro de Coordinación de Operativo Integrado (Cecopi). Y ahí se armó el debate. Camarero, en una clara pero a veces contradictoria narración, alegó que las decisiones eran “colegiales”. Pero aquí es donde la historia se complica, porque lo que parece claro para ella, no era necesariamente claro para los ciudadanos que requerían respuestas concretas. ¿Acaso todos los órganos colegiados llevan a una decisión efectiva en una crisis de este calibre?

La confusión que lleva a la realidad

Cuando la situación es tan compleja como un pastel de tres pisos, es fácil perderse en los detalles. Juan Carlos Valderrama, conseller de Emergencias, echó balones fuera (ese dicho debería estar en todas las clases de comunicación política) al insistir repetidamente que el Cecopi no es un órgano colegiado. Es un ejemplo clásico de diplomacia política, donde se busca salir de una situación complicada sin hacer demasiado ruido.

Sin embargo, y hablando desde el corazón, ¿no es frustrante escuchar declaraciones que, en vez de aclarar, parecen añadir más confusión? Los ciudadanos desean respuestas claras y, sobre todo, quieren entender quién es responsable de que se enviara una alerta masiva en un momento crítico, uno que, por cierto, podría haber salvado vidas.

La ley y sus matices

Para colmo de nuestras cuitas, viene la ley: Ley Autonómica de Protección Civil y Gestión de Emergencias. Según este documento, el Consell es el “órgano superior de dirección y coordinación” de la respuesta ante emergencias. Salomé Pradas, la entonces consellera de Justicia e Interior, estaba en la cúspide de esa cadena de mando durante la DANA. Sin embargo, como descubrieron algunos, hay una ventana legal que permite al president asumir el “mando único” en términos de gestión de emergencias. ¿Debemos entonces culpar a las leyes por la falta de claridad? Quizás, pero eso sería demasiado fácil.

El juego del «pasar la pelota»

El Gobierno de Mazón ha sido criticado por la falta de transparencia en cómo se manejó la situación. Se ha llegado a afirmar que están ocultando, ante el juzgado, quién realmente dio la orden de enviar alertas a la población. Y, en última instancia, esto abre un campo fértil para la especulación. En un mundo donde el acceso a la información es tan fácil como repasar las historias de Instagram, ¿te parece razonable que los ciudadanos deban suplicar por información sobre su propia seguridad? No solo es una cuestión de responsabilidad; es una cuestión de confianza.

Dando un paso atrás, podemos ver un patrón. Cuando las cosas se complican, a menudo vemos el juego del “pasar la pelota”, donde cada uno intenta dejar la responsabilidad en el tejado del otro. Si algo hemos aprendido de la política es que la transparencia no sólo es un buen principio, sino que también puede ser un salvavidas político.

Reflexiones finales: ¿qué podemos esperar?

Llegados a este punto de nuestra conversación, la pregunta en la mente de muchos es: ¿qué podemos hacer para que estas situaciones no se repitan? Desde mi perspectiva, la comunicación y la transparencia son clave. Las administraciones deben establecer protocolos claros que garanticen que, en caso de emergencias, los responsables siempre estén al frente y rindan cuentas.

No solo se trata de evitar crisis, sino también de asegurarnos de que la ciudadanía se sienta respaldada y protegida. Durante el caos, lo último que queremos es sentir que las decisiones son tomadas a puerta cerrada, como si fueran decisiones de un club privado.

La política y el valor de la vida

Es natural sentir frustración ante la falta de claridad en la gestión de emergencias. Sin embargo, debe haber un balance entre crítica y entendimiento. La situación de la DANA fue complicada y las decisiones tomadas en momentos de crisis a menudo no son sencillas. Quiero recordar que al final del día, lo que está en juego son vidas humanas y la seguridad de todos y cada uno de nosotros.

Así que, mientras navegamos por los procesos políticos, recordemos siempre que detrás de los números y las decisiones hay personas reales que están afectadas de alguna manera. Y eso, querido lector, es lo que necesita ser resaltado en cada conversación que tengamos sobre la gestión de situaciones de emergencia.

Conclusión: un llamado a la acción

Apreciado lector, ¿qué opinas sobre la gestión de emergencias en la Comunidad Valenciana? ¿Consideras que estamos suficientemente preparados para afrontar fenómenos climáticos como la DANA? La discusión es vital y, como ciudadanos, es nuestro deber involucrarnos. No solo así unida la comunidad, sino que podemos exigir más transparencia, más responsabilidad, y, sobre todo, más empatía de nuestros líderes.

La próxima vez que escuches hablar de un Cecopi, un DANA o responsabilidad política, recuerda que, en última instancia, estamos hablando de garantizar nuestra seguridad y las vidas del resto. Y eso, más que una cuestión política, es una cuestión de principios humanos básicos.

Así que, mientras reflexionamos sobre estas cuestiones, cuidémonos entre nosotros y mantengamos viva la llama del debate. Después de todo, como dice el refrán: «La unión hace la fuerza». ¿No es así?