En un mundo donde las mujeres representan aproximadamente el 70% de la fuerza laboral en el ámbito de la salud y la asistencia social, es casi irónico que la mayoría de estas valientes profesionales no lleguen a los puestos de liderazgo. ¿Verdad? Nos encontramos ante un fenómeno que trasciende fronteras y que se manifiesta con particular fuerza en países como España, donde a pesar de las estadísticas que muestran avances, la realidad parece seguir una narrativa distinta.
En este artículo, exploraremos la situación actual de las mujeres en el sector sanitario, los desafíos que enfrentan y las historias inspiradoras que demuestran que el liderazgo femenino no solo es posible, sino que es urgentemente necesario.
La innegable realidad: mujeres en la base, hombres en la cima
Siempre que leo sobre cifras de género en el campo de la medicina, me acuerdo de una conversación con una colega durante mis días de universidad. Ella decía, con un toque de ironía, que debía llevar una “bata para ellas y un despacho para ellos”. Era una broma, claro, pero lo cierto es que sus palabras resonaron en muchos de nosotros; una realidad que, lamentablemente, parece persistir.
De acuerdo con el Observatorio Mujeres en Medicina en España (WOMEDS), más del 50% de los socios de sociedades científicas son mujeres (58%, para ser exactos), pero solo el 33% ocupa el cargo de presidenta. Estos números se convierten en un reflejo de algo más profundo: la brecha de género que, a pesar de los progresos, sigue muy presente en la sanidad española.
Es curioso cómo, en aspectos de liderazgo, la historia parece repetirse. En 2021, solo un 10% de las presidencias en colegios de médicos eran ocupadas por mujeres. Afortunadamente, este número ha subido al 20% en la actualidad, lo que podría catalogarse como un «progreso»… aunque con un guiño de desagrado. ¡Estamos hablando de apenas 10 presidentas sobre un total de 52 colegios! Es como celebrar que, tras una larga espera, alguien finalmente decidió abrir una ventana en un día de verano. Pero, ¿es suficiente?
La voz de las protagonistas: desafíos y superaciones
Mónica García, la actual titular de Sanidad en España, es un claro ejemplo de cómo las mujeres están rompiendo los techos de cristal, aunque el camino no ha sido fácil. «Cualquier mujer que ha llegado a un puesto de responsabilidad ha tenido que superar obstáculos, aunque algunos sean más evidentes que otros», dice con una mezcla de sinceridad y orgullo.
Entonces, ¿qué tipo de obstáculos enfrentan estas mujeres en su camino hacia la cima? Desde una perspectiva personal, he tenido que navegar entre los «¿estás segura de que puedes hacer esto?» hasta los «bueno, pero no eres como los demás». A menudo, la sociedad espera que las mujeres encajen en moldes predefinidos y, cuando no lo hacen, el juicio y la duda aparecen al instante. Son pequeñas piedras invisibles que se encuentran en el camino, que quizás no vemos, pero que, sin embargo, hacen que el viaje sea mucho más arduo.
Por ejemplo, Concepción Saavedra, consejera de Sanidad de Asturias, menciona que muchas mujeres se ven frenadas por la inseguridad. Es un fenómeno interesante, ¿no? Lo que a menudo consideramos una barrera interna puede ser, en realidad, una construcción social. Muchas veces, las mujeres se preguntan si están a la altura, mientras que muchos hombres asumen que sí lo están sin cuestionarlo.
El papel de la conciliación en el liderazgo femenino
Uno de los aspectos cruciales que emerge de estas conversaciones es la conciliación. Ah, sí, ese viejo dilema de “¿quién se queda en casa con los niños?” que parece ser el cuento clásico en casa de muchas profesionales. La ministra de Sanidad ha resaltado cómo la “escalera de cristal” les permite a las mujeres ascender más rápido a posiciones de liderazgo en profesiones donde predominan. Esto, en teoría, suena fabuloso, pero ¿se traduce en una mejora real? ¿Las mujeres realmente ocupan espacios de liderazgo solo para ver sus capacidades desvalorizadas cuando regresan a la casa?
Sonia García de San José, directora-gerente del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, nos recuerda que, aunque la capacitación es crucial, también lo es compartir responsabilidades en el hogar. De hecho, sugiere que hay que saber cuándo decir que «no» si la preparación no es la adecuada. Creo que todas hemos sentido esa presión de tener que estar listas para todo, incluso cuando solo somos humanas.
Los estereotipos infecciosos y el cambio necesario
Los estereotipos son como esos virus que nunca desaparecen del todo. Soledad Gallardo, directora gerente del Hospital Universitario Son Llàtzer, también menciona que el liderazgo sigue asociado a los hombres. ¿Qué pasaría si cambiáramos esta narrativa? ¿Y si empezáramos a ver el liderazgo femenino no como una excepción, sino como una norma?
Las barreras invisibles son las que más frustración generan. Se asume que cuando una mujer ocupa un cargo de liderazgo, debe demostrar su autoridad constantemente, mientras que a un hombre le basta con presentarse. ¡Qué injusto! Como dice Sonia, algunas mujeres prefieren hablar de esfuerzo, en lugar de superar obstáculos. Y con toda la razón.
La visibilidad como clave para el cambio
Una de las estrategias que estas profesionales están adoptando es la de hacerse visibles. Es decir, no solo trabajar duro, sino también comenzar a ocupar espacios y demostrar que el liderazgo femenino en la sanidad no solo es posible, sino absolutamente necesario. Probablemente recordemos a figuras como Malala Yousafzai, quien con su voz ha cambiado la narrativa de la educación para las mujeres en muchas partes del mundo. La visibilidad es una herramienta poderosa.
Como dice Concepción Saavedra, «ahora hay un camino abierto y debemos seguir luchando para no dar pasos atrás». El futuro parece quedar en nuestras manos, y debemos estar listas para apoderarnos de los espacios que nos corresponden.
Tejiendo redes de apoyo: un paso vital
Así que, ¿cómo logramos avanzar en este camino? La respuesta radica en tejer redes de apoyo. Estas mujeres líderes no solo abogan por su propia lucha, sino que alientan a las futuras generaciones a también buscar sus espacios y romper barreras. En un mundo donde el 80% de la fuerza laboral sanitaria son mujeres, es sorprendente que la representación en los cargos directivos sea tan desproporcionada.
El mensaje es claro: no hay que conformarse. Hay que buscar referentes, construir esas redes y no dudar en ocupar el espacio que nos corresponde. Como diría mi abuela, «si el mundo no te da la oportunidad, ¡tómala tú!».
Conclusión: hacia un futuro más equitativo
Con la participación activa y guiada de mujeres como Mónica García, Concepción Saavedra y Sonia García de San José, parece que estamos avanzando, aunque a un ritmo de tortuga. Somos testigos de un cambio, pero ese cambio necesita ser nutrido y apoyado, no solo por las mujeres que están en el campo, sino también por todos nosotros.
La realidad es que la feminización del sector sanitario no debería ser un tema de conversación; debería ser una normalidad. Abrir caminos para la próxima generación de líderes femeninas no es solo una cuestión de justicia, sino también de inteligencia social y efektivismo.
Así que la próxima vez que te crucen esos pensamientos de inseguridad o de “no soy suficiente”, recuerda que muchas de las líderes actuales han estado en tu lugar. Y que tú también puedes ser una de ellas. Simplemente sigue adelante, buscando, aprendiendo y rompiendo esos techos de cristal que todavía nos quedan por superar. ¡Vamos, que ya es hora!