¿Alguna vez te has preguntado qué historias se esconden detrás de esos números y letras que identifican a cada coche que ves en la carretera? Si eres de los que disfrutan de un buen trivial de datos curiosos, ¡estás en el lugar adecuado! Hoy vamos a sumergirnos en el intrigante mundo de las matrículas de vehículos en Euskadi. Pero no te preocupes, no será una clase aburrida; prometo aderezarlo con anécdotas personales, humor sutil y, por supuesto, un poco de empatía hacia aquellos aficionados a este peculiar hobby.

¿Qué es lo que hay detrás de una matrícula?

Cuando miro mi coche estacionado, tiendo a pensar en lo aburrido que es ver solo números y letras, ¿verdad? Pero, lo creas o no, cada matrícula tiene su propia historia que contar. Desde el primer Renault D que recorrió las carreteras de Gipuzkoa hasta los lujosos Alfa Romeo matriculados en Vitoria por los hombres de Mussolini, estos signos parecen estar cargados de pasado y nostalgia.

Miguel Martín Zurimendi, un apasionado de la automoción y médico de profesión, ha hecho de esta búsqueda una especie de misión personal. ¿Te imaginas detenerte en cada rincón de Euskadi, con documentos en mano, explorando el pasado de cada coche que encuentra? A mí me suena a una aventura digna de una película (solo que sin los efectos especiales, claro).

La aventura comienza: el primer coche y su matrícula

El primer coche matriculado en Gipuzkoa fue un elegante Renault D que llevó la matrícula 1-SS. Este registro fue otorgado a un marqués, quien sin duda causó revuelo en las calles. Siempre he pensado que tener un automóvil en aquellos días era como tener un celular de última generación hoy; un símbolo de estatus.

Zuri­mendi recuerda cómo, de niño, jugaba con otros chicos a avistar matrículas y, al igual que muchos de nosotros en los viajes familiares, intentaban contar cuántas matrículas de distintas provincias podían ver. ¿Quién no ha jugado a esto?

El variopinto grupo de aficionados a las matrículas

A medida que nos adentramos en la historia de las matrículas, podemos ver que la afición no discrimina: hay un grupo en Euskadi con hasta dos centenares de entusiastas que se reúnen con el objetivo de rastrear y documentar vehículos antiguos. Desde amantes del coleccionismo hasta fotógrafos, cada uno con sus intereses particulares. ¡Es como el club del café de mi barrio, pero con matrículas!

Zuri­mendi nos cuenta que, aunque comparten una misma pasión, cada uno tiene su propio enfoque. Algunos centran su atención en documentos históricos mientras que otros simplemente disfrutan de la fotografía. Hay quienes buscan hasta el último detalle técnico del vehículo. En este punto, me viene a la mente lo absurdo que parece que hay personas dispuestas a perder horas recorriendo papeles, mientras que yo tardo 5 minutos en decidir qué ver en Netflix.

Matrículas emblemáticas y el papel de la historia

Hablando de historias, no podemos olvidar la época de la Guerra Civil Española, cuando los hombres de Mussolini matricularon nueve lujosos Alfa Romeo en Vitoria, uno de ellos destinado al cuñado de Franco. Imagina la escena: coches de lujo en un momento crítico, intentando establecer un símbolo de poder. A veces siento que los coches son como los teléfonos móviles, siempre se trata de quién lleva la mejor marca.

A medida que la historia avanza, las matrículas han experimentado cambios notables. Lo que comenzó de manera desorganizada se convirtió en un sistema estandarizado a lo largo de los años, con las provincias ajustándose y cambiando sus códigos. ¿Alguna vez has sentido que el sistema en tu oficina es un caos absoluto? La historia de las matrículas es un recordatorio de que, con el tiempo, podemos encontrar orden en el caos.

Un viaje al pasado: vehículos únicos

Mientras el mundo avanza hacia la modernidad, algunas historias se quedan ancladas en su tiempo. Por ejemplo, en Durango, un industrial llamado José Estancona Acha construyó su propio coche en 1948. Aunque su vehículo no tenía una matrícula oficial, lo condujo por la localidad con una genial matrícula que decía simplemente “Durango”. ¡Vaya forma de hacer alarde de tu creatividad!

En mi propia infancia, solía preguntar a mis abuelos sobre los antiguos vehículos que habían manejado. A menudo, me contaban sobre sus viajes y aventuras en coches que eran más que meros medios de transporte; eran compañeros de viaje. ¡Quién no ha tenido un coche que parece tener su propia personalidad!

Dando un vistazo a los datos

Las matrículas, históricamente, son más que simples combinaciones de letras y números; están acompañadas de datitos técnicos fascinantes. Todos los vehículos registrados tienen detalles importantes como el tipo de motor, el número de bastidor y la identidad del primer dueño, recogidos en archivos provinciales. ¿Sabías que algunas matrículas estaban destinadas a las colonias africanas? Un ejemplo es la matrícula SH, que representaba al Sáhara. Eventualmente, estos coches también pasaron al sistema nacional, con un “M” de Madrid.

Sin duda, andar entre documentos que contienen estas historias es una de las experiencias más emocionantes para los amantes de las matrículas. Aunque Zuri­mendi confiesa que hay que tener «horarios de jubilado» para hacerlo, esto no le impide usar cada momento libre que tiene para dedicarlo a su pasión.

La conexión entre pasado y presente

Además de las historias destacadas, es fascinante pensar cómo el sistema de matrículas ha evolucionado desde el inicio del siglo XX. En 1900, se instauró el sistema provincial, que incluía un código de provincia y números. A medida que se introdujeron cambios en la sociedad y en la automoción, ese sistema se transformó inevitablemente.

El nuevo sistema nacional que se implementó en el cambio de milenio fue un hito importante. ¿Quién diría que el coche que abrió este nuevo capítulo, con la matrícula 0000-BBB, fue rematriculado en Vitoria? ¡Toda una conexión histórica!

Matrículas modernas: ¿qué nos depara el futuro?

Al mirar hacia el futuro, nos encontramos ante la posibilidad de que el sistema de matrículas pueda ser revisado una vez más. La letra N está a punto de ser incorporada en un sistema que ha estado en funcionamiento por más de veinticuatro años. Esto pone de relieve que, aunque la tecnología avanza, siempre habrá un espacio para las piezas de historia que antes conformaron nuestro mundo automovilístico.

Y ahí me pregunto: ¿en qué momento estará mi matrícula en la historia? ¡Quizás en un futuro concurso de trivial, donde las matrículas vintage sean el tema estrella!

Reflexión final

Así que, la próxima vez que veas un coche estacionado, no te limites a mirar su diseño o color. Tómate un momento y piensa en todas las aventuras que han vivido aquellos vehículos. Desde los primeros días del automovilismo hasta la moderna era digital, nuestras matrículas son un verdadero testimonio de la historia que se despliega ante nuestros ojos.

Las matrículas podrían parecer un detalle insignificante, pero para muchos, representan una conexión con el pasado o un hobby enriquecedor. Si eres un amante del automovilismo o simplemente un curioso viajero, no dudes en investigar un poco sobre la historia que se oculta detrás de esas letras y números. ¡Tal vez te animes a ingresar al club de los cazadores de matrículas! Pero asegúrate de tener más horas que un jubilado; las historias que descubrirás lo valdrán.

Al final del día, la vida es un viaje, y cada matrícula es un kilómetro de nuestra propia historia.