Desde que el ser humano miró hacia las estrellas, ha habido un firme deseo de conquistar el espacio. Así que, cuando escuché sobre el lanzamiento de la misión Crew-9 de SpaceX a finales de septiembre de 2024, no pude evitar recordar los ciclos sobre cómo nuestras decisiones pueden tener consecuencias imprevisibles y a veces hilarantes. Pero, ¿qué habría pasado si la historia se hubiera escrito de otro modo? ¿Qué hubiera ocurrido si la NASA hubiera firmado un contrato exclusivo con Boeing en lugar de considerar a SpaceX? Vamos a sumergirnos en esa intrincada trama que lo cambió todo hace una década.
Un viaje al pasado: 2014 y la encrucijada de la NASA
Era el año 2014, un año que, lo admito, me pareció un poco aburrido. ¿Quién iba a decirme que en medio de ese sopor, la NASA estaba enfrascada en una decisión que definiría el rumbo de la exploración espacial? Si nos retrocedemos a esos días, la agencia espacial estadounidense estaba en una encrucijada crítica, elaborando un contrato para su Programa de Tripulación Comercial. Para los que no son fanáticos del espacio, este programa es fundamental porque busca desarrollar naves que puedan llevar astronautas y suministros hacia y desde la Estación Espacial Internacional (ISS).
En aquel momento, Boeing era vista como la elección obvia. Tras décadas de experiencia, era la opción «premium», la marca del coche de lujo que todos querían tener. Pero, en el fondo, SpaceX emergía como el “nuevo chico en el barrio”, llevando consigo una propuesta innovadora que costaba significativamente menos. ¿Cuántas veces hemos estado en una situación similar? Elegir entre lo conocido y lo nuevo siempre genera ese nudo en el estómago, como cuando decides entre el sushi o la hamburguesa en tu restaurante favorito.
La propuesta de Boeing
Boeing presentó una oferta de 4.2 mil millones de dólares y recibió calificaciones de “excelente” en idoneidad para la misión y “muy alta” en desempeño anterior. Con el peso del prestigio a favor de Boeing, la NASA estaba tentada a inclinarse hacia ellos. Pero, ¿era esta decisión realmente la mejor opción? En las reuniones, los funcionarios de la NASA creían firmemente que otorgar el contrato a una sola empresa era la única manera de optimizar recursos en un contexto de presupuesto limitado. ¡Quién lo diría! A veces, solo una decisión puede apestar a mal negocio después de que todos los dados han sido lanzados.
El golpe inesperado
Sin embargo, el destino tenía otros planes. Una decisión crítica que Boeing no tomó fue realizar una prueba en vuelo de su sistema de aborto de la Starliner. No, no se trataba de un sistema de escape para empleados en una fiesta aburrida, sino de un componente esencial que permitiría a la nave separarse del cohete en caso de una emergencia durante el lanzamiento. Este escarceo con la falta de pruebas hizo que el jefe de seguridad de la NASA alzara la ceñiña, poniendo en tela de juicio la seguridad de la propuesta.
Este pequeño tropiezo sería su talón de Aquiles. Si la vida tiene algo seguro es que no importa cuánto planeemos, siempre hay un as bajo la manga, o en este caso, un rayo de esperanza en SpaceX. Cuando se puso sobre la mesa la oferta más económica de 2.6 mil millones de dólares por parte de SpaceX, la balanza comenzó a inclinarse.
SpaceX entra en la contienda
El cambio fue abrupto. A finales de 2014, la NASA finalmente decidió que sería mejor tener dos compañías en lugar de una. Porque, seamos sinceros, en retrospectiva, si hubieran optado por Boeing, probablemente hoy estaríamos hablando de un contrato cataclísmico que hubiera dejado a muchos en el paro. Hablando de contratos catastróficos, ¿alguno de ustedes ha estado en la situación de un acuerdo que parecía perfecto hasta que todo se desmoronó? Ah, esos momentos incómodos cuando uno se entera que la “ventaja” era más un espejismo.
La elección al final
La decisión final de la NASA, que involucró a ambas compañías, fue histórico. SpaceX y Boeing fueron finalmente seleccionadas para desarrollar naves espaciales que llevarían a nuestros astronautas al espacio. La ironía aquí es palpable: lo que inicialmente parecía un fracaso para SpaceX se fue transformando en un éxito resonante. A medida que escribo esto, siento una punzada de admiración, no solo por el ingenio de Elon Musk sino también por aquellos que se atrevieron a hacer preguntas incómodas sobre la incertidumbre. Sin embargo, el camino no estuvo exento de desafíos finales.
Aventura y desventuras con Starliner
Todos han oído hablar de esas películas en las que las cosas empiezan a salir mal de forma hilarante, ¿verdad? Pues bien, la historia de la Starliner de Boeing fue un poco como eso. La nave despegó en junio de 2023 con los astronautas Butch Wilmore y Sunni Williams a bordo, pero terminó navegando como el pez de Finding Nemo en su viaje a la ISS. En lugar de regresar rápidamente, permaneció acoplada durante tres meses, lo que resultó en un espectáculo de errores de principios bastante decepcionante.
¿Cuántas veces hemos estado en una situación en la que tuvimos que aguantar situaciones que se prolongan más de lo deseado? Me acuerdo de una vez que esperé a que se reparara el aire acondicionado en pleno verano… ¡Podría haber sido el nuevo DeLorean, pero no lo fue!
La montaña rusa de la evaluación
Hablemos de las calificaciones otorgadas durante el proceso. Es necesario resaltar que aunque Boeing tenía la reputación, SpaceX estaba comenzando a establecer su propia historia de éxitos. Curiosamente, las empresas fueron evaluadas bajo tres criterios: precio, idoneidad para la misión y desempeño anterior. Las cosas no siempre son lo que parecen, y aquí se hace evidente que el precio más bajo de SpaceX y su ímpetu innovador jugaron un papel crucial en la decisión.
Mirando hacia el futuro
Hoy, una década después, estamos presenciando el renacimiento de la carrera espacial, y estoy seguro de que cada vez más jóvenes soñadores están mirando hacia el cielo, imaginando un futuro donde viajar al espacio es tan común como dar una vuelta por el barrio. Pero, ¿cuál es la lección que podemos extraer de esta historia?
Reflexiones y aprendizajes
En un mundo donde todos anhelamos certezas, a veces es justo ahí donde debemos mirar hacia el futuro con cierta incertidumbre. La NASA, con su decisión de distribuir los contratos, sentó un precedente de colaboración en lugar de exclusión. Al final del día, hasta los gigantes necesitan un poco de competencia para mantenerse en su camino.
Lo que aprendemos de esta historia es que cada decisión, cada signo del destino, cada «no» puede llevarnos a donde menos lo esperamos. Tal vez, cuando la vida parezca abrumadora y confusa, deberíamos recordar que la historia no se escribe en piedra. Algunas de las decisiones que parecen más pequeñas pueden tener efectos de largo alcance. Así que la próxima vez que asistas a una reunión de trabajo o hagas una elección importante, piensa en lo que la NASA podría haber hecho.
Conclusiones: la lección del espacio
Cuando miras hacia el cielo, también es un buen recordatorio de que hay un vasto universo lleno de oportunidades esperando que lo exploremos. Ahora que SpaceX y Boeing continúan su carrera hacia el cielo, ¿qué nos espera en el futuro? Las tecnologías emergentes pronto cambiarán nuestra perspectiva de la movilidad por el cosmos.
Y mientras proyectamos nuestras esperanzas hacia el espacio, una cosa permanece clara: el camino hacia la exploración puede ser largo y a menudo tortuoso, pero al final, lo que realmente cuenta en esta travesía interestelar son las historias que cosechamos en el camino. ¿Quién sabe? Tal vez algún día, tú también puedas contar cómo la NASA tomó la decisión correcta en un momento crucial que cambió nuestras vidas para siempre.
Así que, amigos, la próxima vez que miren al cielo, piensen en lo que hay allá arriba y en todas las decisiones que nos han llevado hasta aquí. ¡Porque en el espacio, como en la vida, siempre se necesita un poco de aventura!