¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que realmente significa vivir en la era digital? No hablo solo de nuestras vidas adultas llenas de correos electrónicos, redes sociales y memes. Hoy me refiero a esos pequeños seres que, sin haberlo pedido, se convierten en estrellas virales mientras todavía están aprendiendo a atarse los zapatos. Hoy, contamos con el fenómeno del sharenting, o como me gusta llamarlo, el «exhibicionismo parental».
¿Qué es el sharenting?
Sharenting es un término que combina «share» (compartir) y «parenting» (crianza), y se refiere a la práctica de compartir contenido sobre los hijos en las redes sociales. Ya sea un video de su primer diente que se cae o fotos de sus travesuras, muchos padres sienten la necesidad de inmortalizar la vida de sus pequeños para compartir con el mundo. Y no les culpo; como padre/madre, la emoción y la risa que provocan esos primeros momentos son difíciles de contener. Pero, ¿es este impulso por compartir realmente inofensivo?
La viralidad: Una espada de doble filo
Tomemos como ejemplo a Chloe Clem, una niña que, a los dos años, se convirtió en un meme viral gracias a un video titulado «Lily’s Disneyland Surprise… AGAIN!» que su madre publicó en YouTube. La pequeña, con su icónica expresión de “mirada de reojo”, rápidamente se transformó en un símbolo en Internet. Ahora, imagínate cómo es crecer a la sombra de un meme. Chloe, quien ahora tiene 14 años, ha recorrido un camino nada fácil.
Su madre, Katie Clem, ha compartido que aunque la viralidad trajo fama y oportunidades, también trajo una presión considerable. Las gentes se acercaban a Chloe en la calle, e incluso le tomaban fotos. «Siento una culpa terrible«, dijo Katie en una entrevista con People. ¿Quieres saber lo irónico? Esa misma viralidad que les permitió salir adelante económicamente también sometió a Chloe a una exposición que nunca pidió.
¿La vida privada de nuestros hijos no tiene precio?
Este dilema moral nos lleva a cuestionar: ¿es la privacidad de los niños un precio justo a pagar por la popularidad y el legado digital de sus padres? Molly Gun, una influencer británica aunque con un nombre común que suena a «tu amiga del colegio», lo entendió de la manera más dura. Tras reflexionar sobre el impacto de su propia visibilidad —incluso siendo «madre influencer»—, admitió que había cometido un error y decidió eliminar más de 2000 fotos de su perfil de Instagram.
Entonces, ¿qué sucede cuando nos encontramos en esta encrucijada? Los padres quieren compartir, pero las implicaciones son profundas y a veces desgarradoras. Pero, antes de mirar hacia adentro y sentirnos mal por las imágenes de nuestros hijos que podrían estar surcando el vasto océano de Internet, pensemos un segundo:
La agenda de la comunidad digital
Según un estudio reciente de la Universidad Camilo José Cela sobre sharenting, muchas de las razones que llevan a los padres a compartir las imágenes de sus hijos están basadas en la necesidad de recibir aprobación social y mantener a la familia y amigos informados. Y aquí es donde entra un concepto intrigante: la validación. Bueno, quizás muchos de nosotros hemos sentido esa pequeña chispa de felicidad cuando recibimos «likes» o comentarios positivos en nuestras publicaciones. Pero, ¿estamos poniendo a nuestros hijos en la línea de fuego para lograrlo?
Educación digital: ¿Estamos preparados?
Icíar Casado Fernández, una psicóloga con especialización en neuropsicología, señala que muchos padres carecen de la información necesaria sobre los peligros y las implicaciones del uso de tecnologías modernas. Se da la paradoja de que los adultos que no entienden completamente estos riesgos son quienes, a menudo, exponen la vida de sus hijos sin tener en cuenta las repercusiones.
La preocupación principal radica en la creación de un ambiente donde los niños pueden sentirse presionados por las expectativas de la exposición constante. Esto puede dejar una marca que afecta su autoestima y su búsqueda de identidad. Entonces, me pregunto: ¿acaso el deseo de ser «cool» en redes sociales a expensas de la privacidad de nuestros hijos realmente vale la pena?
¿Un cambio de perspectiva?
Katie Clem, al igual que Molly Gun, ha pasado por un proceso de reflexión y cambio de mentalidad. Su elección de limitar el contenido compartido en las redes y de otorgar a Chloe mayor control es un paso hacia adelante. ¿Quién no desea ser un padre más consciente y responsable? Después de todo, ser padre es un viaje lleno de tentaciones y distracciones digitales.
Katie recuerda que, al principio, la familia se sintió «atrapada en todas las cosas». Pero con el tiempo, se dio cuenta de que la diversión no valía el precio de la exposición. “Me di cuenta de que estaba cansada y mis hijas también”, comenta ella. Y, seamos sinceros, ¿cómo puede un niño disfrutar de su infancia si siempre está bajo los focos?
Chloe y su vida actual
Ahora Chloe tiene su propio perfil en Instagram con más de 626,000 seguidores, donde comparte fragmentos de su vida, pero todo bajo la mirada atenta de su madre. «Puede ser extraño, pero veo mis viejos videos como un álbum de fotos familiar», dice ella. Es un enfoque muy válido, y tal vez el equilibrio que todos deberíamos buscar. Pero la pregunta es: ¿Estamos listos para permitir que nuestros hijos decidan cuánta información quieren compartir de sí mismos?
El dilema del consentir
Katie se siente dividida al pensar en su propia experiencia y la de su hija. «¿Habría hecho las cosas de otra manera? Las cosas han cambiado drásticamente», dice. La realidad es que, en la vorágine digital actual, estamos constantemente tomando decisiones con respecto a la privacidad y la imagen pública. A veces, en medio de la construcción de nuestra identidad en la red, olvidamos que hay otros involucrados en esta narrativa.
Debemos cuestionarnos si realmente tenemos el derecho de consentir por ellos o si, por el contrario, les estamos negando su propia voz. En la búsqueda de la viralidad, es esencial recordar que la auténtica conexión está mucho más allá de la aprobación virtual.
Reflexiones finales
Al final del día, ser padre/madre en el mundo digital puede resultar en un paseo en montaña rusa lleno de emociones. Hay beneficios, oportunidades y el potencial de construir una comunidad. Pero es fundamental aprender y reflexionar sobre el impacto del sharenting. En lugar de buscar la próxima tendencia viral, tal vez deberíamos enfocarnos en la experiencia real y significativa que ofrecemos a nuestros hijos.
Así que la próxima vez que te encuentres con el dilema de si compartir una imagen de tu hijo, piensa en Chloe, en Katie, y en el precio de la visibilidad. Después de todo, lo que se publica en Internet puede permanecer para siempre, pero los momentos que realmente valen la pena nunca se irán… a menos que tu hijo decida no permitir que te tomen fotos en su boda. 😄