La historia de la Ertzaintza, la policía del País Vasco, es un reflejo de los cambios y desafíos que han marcado no solo a una región, sino a todo un país. Este año, celebramos el 40 aniversario de la creación del primer sindicato policial en la Ertzaintza, Ertzainen Nazional Elkartasuna (ERNE). Un momento significativo que nos invita a mirar hacia atrás y reconocer el arduo trabajo realizado por aquellos que se comprometieron a mejorar las condiciones laborales y de servicio de los policías vascos. Pero, ¿qué significa realmente este aniversario y cómo ha evolucionado la Ertzaintza en estas cuatro décadas?
Una mirada al pasado: el origen de ERNE
Iniciemos nuestro viaje en el 21 de noviembre de 1984. En un contexto donde los policías se sentían limitados y con derechos restringidos, casi 1.300 efectivos decidieron dar un paso al frente y apoyar la creación de ERNE. Con un objetivo claro: romper las cadenas que los mantenían sujetos a viejos moldes que no promovían sus derechos. Recuerdo la anécdota de un viejo amigo que era ertzaina en aquellos tiempos. Me contaba cómo era casi un acto de rebeldía enfrentar la burocracia del momento. “Éramos como un grupo de músicos en un concierto sin partitura, pero decidimos improvisar nuestra propia música”, decía con una sonrisa nostálgica.
Hoy, 40 años después, la historia de ERNE está llena de logros y retos. Su secretario general, Sergio Gómez de Segura, asegura que su principal motivación es la misma que tenían al inicio: “ser visibles y pelear por los derechos de los trabajadores”. Es ahí donde la historia de ERNE se entrelaza con la historia de la Ertzaintza, una fuerza de seguridad que busca adaptarse y crecer ante un mundo en constante cambio.
Desafíos actuales: movilizaciones y demandas
En un contexto donde los derechos laborales son constantemente cuestionados, la pregunta que surge es: ¿por qué ha decidido ERNE salir a la calle nuevamente? “Es fundamental que la ciudadanía y el Departamento de Seguridad vean que no nos quedamos cruzados de brazos”, menciona Sergio. Tras un periodo de impasse, donde las movilizaciones parecían haberse enfriado, el sindicato ha decidido intensificar su actividad para recordar que su esencia nunca ha sido otra que la de negociar y batallar por un futuro mejor para los ertzainas.
Uno de los puntos más críticos que ha salido a la luz es el hecho de que el último convenio firmado por la Ertzaintza data de hace más de 12 años. ¿Cómo es posible que una organización tan vital para la seguridad pública esté anclada en acuerdos tan viejos? La respuesta es compleja, pero, en palabras de Sergio, “el Gobierno vasco no ha estado a la altura”. La lucha por más agentes, más medios y más formación sigue vigente, y la falta de más efectivos se convierte en una losa pesada que cada día afecta la calidad del servicio.
La importancia de la formación
Hablemos de formación. Sergio señala que, con los 7.200 agentes actuales, “no tenemos gente suficiente”. En una era donde el crimen se transforma a un ritmo vertiginoso, contar con agentes bien entrenados se convierte en un imperativo. Sin embargo, él mismo se muestra escéptico ante el hecho de que “el anterior lehendakari dijo que nos había dado 15.000 horas de formación en un año, lo que traducido al número de agentes equivale a… ¡solo 2 horas de formación por año!”.
Una vez, en una charla con un par de ertzainas, recordé cómo algunos de ellos se veían forzados a buscar capacitación fuera del trabajo. Me contaban que, tras un día agotador patrullando, se sentaban en casa a ver tutoriales de YouTube sobre defensa personal. Un poco surrealista, ¿no? ¡Estudian más en sus casas que en la academia!
La simbiosis entre novatos y veteranos
La Ertzaintza de hoy es un fiel reflejo de los tiempos que han pasado. La pérdida de cientos de agentes a causa de jubilaciones ha generado un vacío de talento que, según Sergio, es evidente. “Se ha perdido mucho compromiso. Las primeras promociones tuvieron que ser pioneras, asumir el nacimiento de una nueva policía, y ahora parece que atraemos más a quienes solo buscan ser funcionarios.”
Es curioso cómo, a veces, la motivación de las nuevas generaciones puede ser diferente. Recuerdo una charla con un grupo joven de policías, donde uno de ellos, con una risa nerviosa, expresó que la idea de “salvar el día” con un uniforme era algo que lo emocionaba, pero nunca imaginó que tendría que lidiar también con complicadas burocracias. “Es como querer ser un superhéroe, pero descubrir que tienes que llenar formularios cada vez que usas tus poderes”, comentó entre risas.
Retos de liderazgo y conflictos con el PNV
A lo largo de estos 40 años, ERNE ha enfrentado no solo la falta de recursos, sino también la incomodidad de su propio liderazgo ante el Partido Nacional Vasco (PNV). “Somos un sindicato incómodo”, dice Sergio, y no lo dice sin razón. En un contexto donde la política y el sindicalismo a menudo se mezclan, es crucial recordar que ERNE surgió precisamente para defender los derechos de los trabajadores en un sistema que no siempre ha favorecido la igualdad.
Y aquí se plantea otra pregunta: ¿es el sindicalismo en el País Vasco un juego de poder? A menudo, se ve que los intereses políticos invaden el ámbito laboral, y la necesidad de un sindicalismo auténtico, que defienda los derechos reales, se convierte en un reto constante.
Infraestructuras: ¿la casa sin reformas?
Imaginen que hace 25 años compraron una casa hermosa. Han realizado pequeñas reparaciones, pero no han hecho una reforma integral. Eso es exactamente lo que está ocurriendo en la Ertzaintza. Hoy, se exige una policía más potente, que pueda adaptarse a la tecnología y a la modernidad. Según Sergio, “es hora de volver a ser la policía profesional que alguna vez fue la envidia de toda Europa”.
Las nuevas tecnologías y la evolución de la delincuencia requieren de nuevas herramientas y métodos. Sergio menciona específicamente la necesidad de incorporar herramientas intermedias entre el bastón policial y el arma de fuego, como los taser, que son fundamentales en el equipamiento policial moderno.
Proyectos a futuro: la Ertzaintza que queremos
A medida que miramos hacia el futuro, surge la pregunta que todos nos hacemos: ¿cómo será la Ertzaintza del futuro? En varias entrevistas, Sergio ha hecho hincapié en la necesidad de “repensar” la fuerza policial, sobre todo porque la época de formación en antidisturbios, en un contexto de amenaza terrorista, ya no basta.
El desafío es monumental. Es momento de orientar los esfuerzos hacia una Ertzaintza que sepa afrontar nuevas formas de crimen, desde delitos cibernéticos hasta vandalismo organizado. Esto requerirá no solo inversiones, sino también educar al personal sobre nuevas tecnologías, nuevas tácticas y técnicas de prevención.
Conclusiones: 40 años de lucha y el camino por recorrer
Los 40 años de ERNE son, en muchos aspectos, el reflejo de la evolución del sindicato policial en general. Pero, más allá de los números y las estadísticas, lo que marca la diferencia son las historias cotidianas y las realidades de quienes están en las calles, garantizando nuestra seguridad.
En mi recorrido por estos temas, he aprendido que el sindicalismo no es solo una lucha por derechos laborales. Es la lucha por cambiar la narrativa. Es un viaje lleno de desafíos, anécdotas graciosas y un deseo inquebrantable de progresar. La pregunta ahora es, ¿estaremos dispuestos como sociedad a apoyar la evolución de esta policía y a defender los derechos de quienes velan por nuestra seguridad?
Esta historia, aunque llena de obstáculos, también tiene reservado un lugar para la esperanza. La ciudadanía y los sindicatos deben unirse en esta causa, ya que, al fin y al cabo, la evolución de la Ertzaintza no solo afecta a los ertzainas, sino a todos nosotros, porque ¡la seguridad es un asunto que nos compete a todos!